El Inspector Con El Corazón De Oro
Marcella Piccolo
Teddy, un inspector de policía con el corazón de oro, y Roberto, un chaval que padece de síndrome de Down, contra la criminalidad de Milán. La profesionalidad de Teddy pero también la extraordinaria habilidad de Roberto para recordar y reconocer rostros ya vistos, harán que venzan a peligrosos asesinos. Teddy es un inspector de policía, siempre preparado para tirarse al ruedo para combatir a los criminales, pero listo también para proteger y ayudar a los más débiles e indefensos. Un día, en la comisaría de policía, conoce a un muchacho (Roberto) a quien le gustaría presentar la solicitud para convertirse en policía. A Teddy no se le escapa que se trata de un muchacho con el síndrome de Down* y, por lo tanto, intenta enseguida desalentarlo, pero, a su pesar, se verá obligado a aceptar su colaboración cuando ambos coincidan en el escenario de un robo. Roberto, a pesar de sus evidentes limitaciones, tiene el don de saber leer la expresión de la gente que encuentra, sus posibles malas intenciones. Esta habilidad suya, unida a su pasión por los libros policíacos, lo lleva a convencerse de ser capaz de resolver problemas de carácter detectivesco. Juntos, Teddy y Roberto, con la colaboración de Micaela, una simpática sargento, hábil transformista y también implacable cazadora de maridos violentos, consiguen desmantelar una banda de criminales. Roberto correrá un gran peligro cuando los malhechores se den cuenta de que él es un testigo importante para la investigación, conseguirá, sin embargo, con una estratagema, comunicarse con Teddy, el cual irá en su ayuda, con gran diligencia y profesionalidad. Otros personajes del cuento son: Monica, la asistente social encargada de ayudar a Roberto, dulce muchacha amante de la música y acérrima partidaria de la no violencia que, sin embargo, no dudará en convertirse en violenta cuando vea a su protegido caer en manos de los malhechores. Los sargentos Esposito y Colombo, colaboradores en la investigación. La señora Elvira, madre de Roberto y magnífica cocinera, muy apreciada por Teddy La historia está ambientada en la Milán de los edificios con balcones, embellecidos con macetas de flores de colores, durante una primavera de tonos sutiles milaneses, donde junto a la ligera brisa de abril flotan las notas de los conciertos celebrados en la terraza del tejado del Duomo, mientras se admira el skyline* milanés.
Marcella Piccolo
El Inspector con el Corazón de Oro
EL INSPECTOR CON EL CORAZÓN DE ORO
Marcella Piccolo
Traducido por María Acosta
Tektime
Traducido al español por María Acosta
Copyright © Marcella Piccolo – 2019
Esta obra está protegida por los derechos de autor
Está prohibida cualquier copia, incluso parcial, que no haya sido autorizada
Presentación
Teddy es un inspector de policía, siempre preparado para tirarse al ruedo para combatir a los criminales, pero listo también para proteger y ayudar a los más débiles e indefensos.
Un día, en la comisaría de policía, conoce a un muchacho (Roberto) a quien le gustaría presentar la solicitud para convertirse en policía. A Teddy no se le escapa que se trata de un muchacho con el síndrome de Down* y, por lo tanto, intenta enseguida desalentarlo, pero, a su pesar, se verá obligado a aceptar su colaboración cuando ambos coincidan en el escenario de un robo.
Roberto, a pesar de sus evidentes limitaciones, tiene el don de saber leer la expresión de la gente que encuentra, sus posibles malas intenciones. Esta habilidad suya, unida a su pasión por los libros policíacos, lo lleva a convencerse de ser capaz de resolver problemas de carácter detectivesco.
Juntos, Teddy y Roberto, con la colaboración de Micaela, una simpática sargento, hábil transformista y también implacable cazadora de maridos violentos, consiguen desmantelar una banda de criminales.
Roberto correrá un gran peligro cuando los malhechores se den cuenta de que él es un testigo importante para la investigación, conseguirá, sin embargo, con una estratagema, comunicarse con Teddy, el cual irá en su ayuda, con gran diligencia y profesionalidad.
Otros personajes del cuento son:
Monica, la asistente social encargada de ayudar a Roberto, dulce muchacha amante de la música y acérrima partidaria de la no violencia que, sin embargo, no dudará en convertirse en violenta cuando vea a su protegido caer en manos de los malhechores.
Los sargentos Esposito y Colombo, colaboradores en la investigación.
La señora Elvira, madre de Roberto y magnífica cocinera, muy apreciada por Teddy
La historia está ambientada en la Milán de los edificios con balcones, embellecidos con macetas de flores de colores, durante una primavera de tonos sutiles milaneses, donde junto a la ligera brisa de abril flotan las notas de los conciertos celebrados en la terraza del tejado del Duomo, mientras se admira el skyline* milanés.
1) El inspector
El inspector Teddy bajó del coche pensando que, aunque todos decían que era un gran policía, a él, simplemente, (y con toda modestia) le gustaba definirse como un “policía colosal” debido a su mole bastante fuera de la media, ¡tanto en altura como (por desgracia) en anchura!
Esto, sin embargo, no le quitaba nada de su fascinación; quien se encontraba una vez con él no lo olvidaba jamás, por aquella sonrisa, un poco juvenil, que hacía a todos sentirse cómodos y creer que con él se podía hablar libremente sin temor a ser arrestado. ¡Para después encontrarse con las esposas puestas en menos que canta un gallo!
Siempre era eficiente y servicial; quien se dirigía a él enseguida lo encontraba dispuesto a ayudar para resolver problemas tanto pequeños como enormes, ¡él siempre tenía tiempo para todos!
De carácter amigable no se sustraía a la oportunidad de ponerse a charlar con cualquiera, sin olvidar, sin embargo, que era un policía y, por lo tanto, memorizando toda la información que pudiese servirle más adelante.
En fin, digamos, no obstante, que era un hombre que caía simpático a las muchachas, un poco por su mole imponente que inspiraba un deseo de protección, pero también por su manera tierna y respetuosa con que se dirigía a ellas.
A la bonita edad de cuarenta años todavía estaba soltero, quizás porque aún no había encontrado la muchacha que pudiese abrir una brecha lo bastante profunda en su corazón, o quizás porque estaba tan empeñado con su trabajo, y su tiempo estaba tan ocupado con los demás, que no se le había ocurrido ni siquiera la idea de poderlo utilizar para sus intereses personales.
Por esta razón, a no ser que fuese el amor el que tropezase con él, no se tomaría la molestia de ir a buscarlo.
2) Dentro de la Comisaría
Aquella tarde en la comisaría todo estaba tranquilo, nadie en la sala de espera, sólo un chaval en la ventanilla que preguntaba por los impresos para inscribirse en el curso para estudiar en la Academia.
Visto de espaldas parecía bastante pequeño, quizás demasiado joven, pensó Teddy, viendo una pequeña cabeza rubia que apenas llegaba al mostrador.
Según entró saludó al cabo, al sargento Esposito y a la sargento Micaela Contini, que lo miró respondiéndole al saludo e iluminándosele la cara como si de repente hubiera aparecido el sol en una nublada mañana de noviembre.
Micaela era una muchacha muy simpática y descarada, sabía sobrevivir en medio de tantos compañeros hombes y agradecía, en el trabajo, que la considerasen simplemente una sargento más entre los sargentos de sexo masculino. Se tomaba su trabajo como si fuese una misión, sobre todo dirigida a la defensa de las mujeres y de los más débiles, esto contribuía a acercarla al inspector Teddy por el cual sentía una admiración desmesurada.
Se oyó sonar el teléfono, el sargento Esposito respondió, parecía una llamada bastante extraña, ¡problemas a la vista!, pensó el inspector.
«¡Buenos días, inspector» lo saludó Esposito en cuanto terminó con la llamada.
«Un caso de violencia doméstica, una mujer se ha refugiado con la vecina, ¡con la cara ensangrentada porque el marido le ha dado de puñetazos!»
«¡Vamos!» dijo enseguida la sargento Micaela Contini, «¡muévete Esposito!»
«¡Calma!» intervino el inspector volviéndose hacia Micaela, «¿tiene que ir justo ella? Vigílala Esposito. ¡Esta lo mata ipso facto, sin ni siquiera interrogarlo!.»
«¡Yo no mato, Teniente! Pero una bonita lección esos tipos sí que la necesitarían, ¡Y dada por una mujer!». Mientras hablaba así ajustó en el cinturón su bonita porra y, guiñando un ojo al muchacho de la ventanilla, salió junto con su compañero.
Mientras tanto el cabo continuaba ocupándose del muchahco: «¡No! ¡No puedes!». Escuchó que decía, y el muchacho insistía:
«¿Pero por qué no puedo? Tengo… 18 años. Tenga… el carné… de identidad.»
Teddy, decidió, finalmente, ocuparse de la cuestión, después de todo, a nadie se le debe negar la posibilidad de asistir al curso para entrar en la policía. Se acercó a la ventanilla, con la intención de dar, sin más, los impresos pedidos pero, en cuanto el cabo se fue, vio mejor al chaval que estaba delante de él y observó que su cara estaba iluminada por dos ojos azules, pequeños y oblicuos, casi como un… pequeño… chino.
Pero no era chino, ¡era rubio! Se dio cuenta de que se encontraba delante de un muchacho enfermo de trisomía 21, lo que comunmente llaman: Síndrome de Down.[1 - llamado tambien trisomía 21 o en el pasado mongolismo es una condición cromosómica provocada por la presencia de una tercera copia (o una parte) del cromosoma 21. El síndrome de Down es una de las anomalías cromosómicas más comunes del hombre, habitualmente asociada a un retraso en la capacidad cognitiva y en el crecimiento físico y a un conjunto de particularidades características en el rostro.]
No sabía qué decir, no quería desilusionarlo, pero ¿cómo explicar al interesado que un policía debe estar en posesión de todas sus facultades? ¡No puede enfrentarse a los criminales con una limitación física!
Decidió pasarlo por alto pidiéndole sus datos personales y de residencia, luego le explicó que el curso era lo más difícil y duro que él pudiese imaginar.
Quedó un momento hablando con él, olvidándose de las obligaciones que le esperaban, le gustaba el chaval, Roberto, se llamaba, el cual, lleno de entusiasmo afirmaba que estaba preparado para superar todas las dificultades:
«¡Yo… se hacer de policía! … ¡Yo… tengo olfato!»
El muchacho hablaba con una cierta dificultad, pero conseguía hacerse entender y, por otra parte, Teddy hacía todo lo posible para comprenderle, ya que no quería mortificarlo y, como buen investigador, ¡lo que no entendía, lo intuía!
Mientras tanto el tiempo pasaba, «ahora», se dijo Teddy «sería conveniente acompañarlo a casa. ¡No sin antes haberle dado los impresos para la tan suspirada inscripción al curso de cadetes de la polcía! Luego… ya veremos.»
«Escucha, Roberto, me debo ir, ¿quieres que te lleve a tu casa en el coche de policía?»
«¡Sííí!» fue la respuesta.
Cogió el papel con la dirección y salió con él de la comisaría pensando en que, quizás en aquel instante, los padres lo estaban esperando con ansiedad, preocupados por su ausencia.
1.
3) En la Avenida Buenos Aires
Se dirigieron al coche: el joven, con las mejillas sonrosadas por la emoción y el policía duro, gigante, con sus 195 centímetros de altura, hombros anchos y cintura (¡Dios mío!) ¡de eso, ni hablar!
«¿Ponemos… la sirena?» decía el chaval.
«No» respondía el policía.
«La sirena es sólo para casos de emergencia. Sin embargo, si quieres, nos paramos en el bar y yo tomo un café, ¿y tú?»
«¡Helado!» fue la respuesta del aprendiz de policía.
Se pararon en un bar de la Avenida Buenos Aires y pasaron unos minutos relajándose como viejos amigos.
En la Avenida Buenos Aires el tráfico de la noche empezaba a ser frenético, el cierre de las oficinas derramaba en las carreteras columnas de autos con trabajadores impacientes por llegar a casa y ponerse las zapatillas delante del televisor.
De vez en cuando el sonido de algún claxon ensordecía a los peatones que iban por su camino ocupados en hacer auténticos eslalons entre los coches que hacían cola y los aparcados sobre la acera.
Los escaparates comenzaban a iluminarse, invitando a personas de todo tipo a la compra nocturna. En los escaparates de ropa más famosos, se exhibían a menudo maravillosos modelos de los prestigiosos estilistas milaneses, aunque, la zona de Milán más próspera en negocios de alta costura es sin duda la via della Spiga y vía Montenapoleone.
Cuando salieron del bar, Roberto todavía estaba ocupado en lamer su cono de helado, miraba a su alrededor convencido de que todos lo estarían admirando porque estaba en compañía de un famoso investigador.
Pero, de repente, una escena delante de ellos atrajo su atención.
A unos 100 metros, en la acera, justo delante del coche de policía aparcado, un hombre estaba saliendo de una joyería mirando a su alrededor con aire furtivo, (esto fue al menos lo que le parecía a Roberto), había girado en su dirección, cuando, al ver el auto de la policía, se quedó parado, miró a derecha e izquierda de la acera, se encontró con los ojos de Roberto, se paró a observar a Teddy e inmediatamente cambió de dirección alejándose hacia la plaza Loreto.
«¿Has visto?» dijo Roberto, «ese es, sin duda, un ladrón, habrá robado la joyería, ¡arrestémoslo!»
El inspector tuvo unos cuantos problemas para calmarlo y ahcerle comprender que no se puede correr detrás de todos los individuos que parecen sospechosos.
«De todas formas, ahora pasamos delante de la tienda y miramos en el interior cómo están, ¿te parece bien?»
«¡Ok, comandante!» fue la respuesta del joven.
Pasaron delante del escaparate, pero vieron que todo estaba tranquilo, el joyero estaba reponiendo algunas joyas dentro de la vitrina, levantó la vista hacia ellos y respondió tranquilo al saludo que le habían hecho. Cuando el inspector le preguntó si todo iba bein, respondió enseguida:
«¡Todo perfecto, gracias!»
«Sin embargo, me parecía…» intentaba justificarse Roberto.
«¡Venga, no importa! Mejor así» respondió Teddy.
Entraron en el coche y enseguida llegaron bajo la casa del muchacho, el cual se despidió del inspector dándole las gracias y subió deprisa las escaleras de su casa, donde lo esperaba la madre, ahora ya intranquila por su causa.
4) En casa de Roberto
La casa de Roberto era una típica casa milanesa con balcones: los lados del edificio circundaban un patio sobre el cual surgían los balcones dispuestos en cada planta, a lo largo de estas barandillas se abrían las puertas de los apartamentos. Los habitantes, a menudo, competían por embellecerlos con macetas de flores, y era muy hermoso el contraste entre lo rústico de los muros y el esplendor de las macetas de geranios o de petunias que se exponían.
En casa encontró a la madre preparando la cena que, enseguida, le dijo:
«¡No has ido al gimnasio! ¿Dónde has estado tú solo? ¡Podías haberte perdido! ¡No estabas en el autobús, estaba muy preocupada!»
Roberto, intentando asumir una actitud, en lo posible, masculina, respondió:
«Mamá, no debes preocuparte, soy mayor ¡y estoy a punto de convertirme en policía!»
Luego siguió contando su tarde apasionante, no dejando de describir a su gran amigo el inspector Teddy.
Mientras tanto en la televisión estaban con el telediario, entre las imágenes que aparecían se vio a la sargento Micaela que empujaba a un hombre esposado dentro del coche de policía, ¡el hombre tenía el rosto bastante tumefacto y la nariz le sangraba! Al fondo, se veían también una ambulancia y una camilla donde estaba tendida la esposa del hombre.
En ese mismo momento en la Comisaría, teddy, estaba riñendo a Micaela, justo por aquel hecho, diciendo:
«¿Pero qué has hecho? ¡Le has dado una buena paliza!»
«¿Yo?» respondía Micaela. «¡Ni en sueños! ¡Yo no lo he tocado! Estaba ya así cuando hemos llegado. ¡Habrá sido la mujer, o habrá resbalado y caído mientras la perseguía!»
«¡Sí, se habrá caído sobre una porra que iba por ahí, sola, desde sus pies a la nariz!» comentó el inspector.
La mirada seráfica de Micaela, entre culpable y complacida, mientras acariciaba la empuñadura de su cachiporra, no necesitaba de más explicaciones.
5) Micaela
El teléfono sonó en la comisaría, alguien buscaba a Micaela:
«¿Diga? Hola, ¿cómo estás? ¿Ah, sí? ¿ya? No, no te preocupes, claro, voy, es más, enseguida vamos, ¿a qué hora?… sí, tranquila, estaremos allí en media hora, tú prepara un buen té, ¡hasta luego!… Sí, ¡cuenta con ello!»
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notes
1
llamado tambien trisomía 21 o en el pasado mongolismo es una condición cromosómica provocada por la presencia de una tercera copia (o una parte) del cromosoma 21. El síndrome de Down es una de las anomalías cromosómicas más comunes del hombre, habitualmente asociada a un retraso en la capacidad cognitiva y en el crecimiento físico y a un conjunto de particularidades características en el rostro.