Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
Amy Blankenship
Una Luz en el Corazón de las Tinieblas
Serie El Guardián del Corazón de Cristal. Libro 4
Author: Amy Blankenship, RK Melton
Translated by Guardian19
Copyright © 2010 Amy Blankenship
Edición en inglés Publicado por Amy Blankenship
Segunda Edición Publicado por TekTime
Todos los derechos reservados.
CapÃtulo 1
La Leyenda del Corazón del Tiempo
Los mundos pueden cambiar... pero las verdaderas leyendas nunca se desvanecen.
La obscuridad y la luz han estado constantemente en guerra desde el principio de los tiempos. Los mundos se forman y pulverizan bajo los pies de sus creadores, y sin embargo, en la actualidad, nunca ha sido cuestionada la necesidad de lo bueno y lo malo. Pero a veces se agrega un nuevo elemento a la mezcla... La única cosa que ambos lados quieren, pero que solo uno puede tener.
De naturaleza paradójica, el Guardián del Corazón de Cristal es la constante por la que ambos lados han luchado por obtener. La roca cristalina tiene el poder de crear y destruir el universo conocido, pero también puede acabar con todo el sufrimiento y los conflictos en el mismo soplo. Algunos dicen que el cristal tiene mente propia... otros dicen que los dioses están detrás de todo.
Cada vez que el Cristal ha aparecido, sus Guardianes han estado listos para defenderlo de quienes quieren usarlo con fines egoÃstas. Las identidades de los Guardianes permanecen invariables, y aman con la misma ferocidad sin importar el mundo o el tiempo.
Una chica está en medio de estos antiguos guardianes y es el objeto de su afecto. Ella tiene dentro de sà el poder mismo del Cristal, es su portadora y la fuente de su poder. Las lÃneas se difuminan con frecuencia y, al defender el Cristal, lentamente cambian para defender a la Sacerdotisa de los otros Guardianes.
Esta es la copa de la que bebe el corazón de la obscuridad. Es la oportunidad de debilitar a los Guardianes y hacerlos vulnerables para atacar. La obscuridad desea el poder del Cristal y a la chica de la misma forma que un hombre desea a una mujer.
Dentro de cada una de las dimensiones y realidades se puede encontrar un jardÃn secreto conocido como el Corazón del Tiempo. Allà se encuentra arrodillada la estatua de una joven Sacerdotisa humana rodeada de una magia milenaria que oculta y preserva muy bien su tesoro secreto. La doncella extiende sus manos como si esperara que le colocaran algo sumamente valioso en sus manos.
La leyenda dice que ella está esperando a que la poderosa piedra conocida como el Corazón de Cristal del Guardián vuelva a ella.
Solo los Guardianes conocen los verdaderos secretos detrás de la historia de la estatua y su origen. Antes de que los cinco hermanos existieran, sus ancestros, Tadamichi y su hermano gemelo, Hyakuhei, protegieron el Corazón del Tiempo durante el perÃodo más oscuro de su historia. Por siglos, los gemelos protegieron el Sello que evitaba que el reino demonÃaco se solapara con el mundo humano. Esta era una obligación sagrada, las vidas de tanto los humanos como de los demonios debÃan mantenerse a salvo y secreta unas de las otras.
Inesperadamente, durante su reinado, un pequeño grupo de humanos accidentalmente cruzó al mundo de los demonios debido al Cristal sagrado. Durante un tiempo de confusión, los poderes del Cristal causaron una fisura en el Sello que habÃa separado las dimensiones. El lÃder del grupo humano y Tadamichi rápidamente se volvieron aliados, haciendo un pacto para cerrar la fisura en el Sello y mantener ambos mundos separados por siempre.
Pero en ese tiempo, Hyakuhei y Tadamichi se habÃan enamorado de la hija del lÃder humano.
La fisura habÃa sido reparada por Tadamichi y el padre de la chica contra los deseos de Hyakuhei. La fuerza del Sello habÃa aumentado diez veces, separando el peligroso triángulo amoroso por siempre. El corazón de Hyakuhei estaba destrozado⦠incluso su hermano de sangre, Tadamichi, lo habÃa traicionado asegurándose de que él y la Sacerdotisa estuvieran separados por la eternidad.
El amor puede convertirse en la cosa más maligna una vez perdido. El corazón roto de Hyakuhei se volvió rencorosa y celosamente malicioso, causando una batalla entre los gemelos, terminando con la vida de Tadamichi y separando sus almas inmortales. Esos fragmentos de inmortalidad crearon cinco nuevos Guardianes para custodiar el Sello y protegerlo de Hyakuhei, quien se habÃa unido con los demonios en su reino.
Prisionero dentro de la obscuridad en la que se habÃa convertido, Hyakuhei desechó todo pensamiento de proteger el Corazón del Tiempo⦠en cambio, puso su energÃa en remover el Sello por completo. Sus largos encierros a medianoche, alcanzando más allá de sus rodillas y un rostro perteneciente únicamente al más seductor, ocultaba la verdadera maldad escondida en su apariencia angélica.
Mientras la guerra comienza entre las fuerzas de la luz y la obscuridad, la estatua santificada emite una intensa y cegadora luz azul como señal de que la joven Sacerdotisa ha renacido y que el Cristal ha resurgido en el otro lado.
La batalla entre el bien y el mal comienza realmente, y mientras los Guardianes son atraÃdos hacia la Sacerdotisa y se disponen a protegerla, asà como a la entrada hacia el otro mundo donde la obscuridad domina el mundo de la luz.
Ãsta es una de sus muchas aventuras épicasâ¦
*****
Por siglos la luna roja ha sido siempre sÃmbolo del portador de la muerte. Aquellos que veÃan ese sÃmbolo mortÃfero tenÃan miedo de perder sus vidas ante el arrullo del eterno sueño que prometÃa. En la distancia, un grito que congelaba las venas se escuchó a kilómetros mientras el peligroso sÃmbolo se asentaba en lo alto del cielo nocturno.
En un claro del bosque habÃan dos solitarias figuras de pie: una estaba herida, respirando con dificultad con una de sus dagas gemelas en su mano, la otra se erguÃa amenazante sobre ella, una sonrisa de suficiencia agraciaba su inhumanamente hermoso rostro. Unos depredadores ojos rubà observaban a su vÃctima bajo la luz de la luna esperando su siguiente movimiento. La piel antinaturalmente pálida de Hyakuhei parecÃa brillar en la noche, dándole la apariencia de un sicario angelical.
â ¡Nos has matado sin muerte! â gruñó Toya, enseñando sus alargados colmillos. Sus ojos de polvo de oro ardÃan en odio hacia el hombre de pie a su lado. Una vez fue su amigo⦠el hermano de su propio padre⦠ahora su enemigo mortal. â ¡Eres un bastardo!
â Dices eso ahora con convicción, pero yo te di vida eterna, te entrené y te cuidé. Te amé a ti y a tu hermano como si fueran mÃos â. Sus ojos escarlata brillaron con furia ante el insolente, era solo un niño delante de él.
â Tú llamas el convertirnos en monstruos⦠¿amor? ¡Te robaste nuestras vidas! ¡Me convertiste para intentar forzar a mi hermano a convertirse en uno de los tuyos! Nos mentiste, dijiste que podrÃas deshacer la maldición si nos unÃamos a ti â. Su aliento se acabó en un siseo furioso mientras continuaba.
â ¡Si no fuera por tu retorcida fascinación por mi hermano, serÃamos humanos normales, viviendo vidas normales como una familia, no como las criaturas de la noche, sedientas de sangre en las que nos convertiste! â de los ojos de Toya salieron lágrimas amargas de rabia y traición volviéndolas inquietantemente plateadas.
â ¡Eres un tonto por creer que alguna vez fueron normales! â la voz de Hyakuhei tenÃa el malicioso indicio de la amargura. â Tú y tu hermano lloran erróneamente por algo que nunca podrÃan obtener â. Su voz se suavizó por un momento mientras se tragaba los recuerdos de su hermano gemelo⦠de su padre. â No importa â. Sus ojos se encendieron mientras se enfocaba en Toya. â Eres como tu padre⦠egoÃsta.
â ¡La muerte de tu padre fue la que los dejó a mi cuidado! Tú y tu hermano me pertenecen y siempre tomo lo que es mÃo. Tendré su obediencia una vez que termine contigo â. La garra de Hyakuhei se flexionó en anticipación, ansiosa de sentir la sangre del joven caer por sus mortÃferas uñas. â ¡Eres tú quien ha traicionado a su propia carne y sangre!
Toya giró en cÃrculo escuchando a la odiada voz mientras Hyakuhei temblaba y desaparecÃa solo para reaparecer al otro lado de donde estaba. Ãl sabÃa que el vampiro estaba jugando con él, pero Toya ya no le tenÃa miedo. El miedo habÃa muerto con ellaâ¦
â ¿Por qué la asesinaste? â demandó Toya siseando con la voz llena de rabia y desesperación. â ¿Por qué pensaste que al matarla obtendrÃas el Cristal? ¡Nunca! Ella se negó a darte ese poder y te enfureció, ¿no, Hyakuhei? â le gritó mientras giraba, tratando de seguir a su enemigo mientras Hyakuhei lo rodeaba con intenciones mortales.
â No era un secreto de que la querÃas para ti â. La mano de Toya se apretó alrededor de su daga con furia recordando la mirada obsesiva⦠el acoso⦠la visión de su cuerpo sin vida.
â Cualquiera con ojos podÃa ver la forma en que la mirabas cuando pensabas que Kotaro o yo no prestábamos atención â. Se le acabó el aliento en un sollozo al voltearse por un momento sabiendo que Kotaro y él la habÃan amado⦠se habÃan peleado con Hyakuhei y entre ellos por ella. Nadie habÃa ganado. â Te vimos.
â ¡Kyoko era mÃa y siempre lo será! â gritó Toya, su furia al perder a quien habÃa amado más que a respirar⦠se habÃa ido. Ella habÃa sido la luz en las tinieblas en la que se habÃa convertido su mundo.
Ella era la razón por la que habÃa desafiado a Hyakuhei. Ahora su razón para resistirse se habÃa ido y Toya sintió el fuego de su alma elevarse a una temperatura alarmante. Ãl la habÃa encontrado acostada sin vida con una pequeña daga atravesando su corazón. En el fondo sabÃa⦠él y Kotaro sabÃan⦠que Hyakuhei la habÃa matado de alguna forma.
Los ojos negros de Hyakuhei se volvieron un tono más oscuros mientras miraba al hijo menor de su hermano con desprecio. â Ah, sÃ, el escurridizo Corazón de Cristal del Guardián⦠tal poder no le pertenece a un chiquillo tonto como tú. Los seres más poderosos han ido en busca del Corazón de Cristal del Guardián⦠¿pensaste que eras el único, querido muchacho? No solo los vampiros, sino también los inmortales y hechiceros, incluso los lobos comparten ese deseo de reunir tal poder.
â ¿No te das cuenta de qué sucederÃa si los Lycan la hubiesen reclamado primero? â los ojos de Hyakuhei se volvieron carmesà al pensar en Kotaro, lÃder de las tribus de los Lycan, obteniendo tal poder. Su rabia aumentó mientras recordaba el aroma de Lycans en la carne de ella esa misma noche. Ãl no esperarÃa y dejarÃa que sucediera algo tan peligroso.
â No, muchacho descuidado, ya me he hecho cargo de la Sacerdotisa que llevaba el Cristal dentro de ella â. Los ojos de Hyakuhei se endurecieron al pensamiento de la pequeña mentira.
En realidad⦠no habÃa matado a la chica. Ella se suicidó para evitar que el Cristal cayera en manos de Hyakuhei. La habÃa tenido en su poder listo para obtener el poder que llevaba dentro de ella. El poder del que hablaba la leyenda, si pudiera ser cierto⦠hubiese permitido a su obscuridad caminar en la luz⦠y alimentarse de ella.
Sus dedos aún se estremecÃan por el más breve toque de su piel. Hyakuhei se habÃa parado detrás de ella⦠sintiendo el calor de su cuerpo con su mano frÃa. Sus ojos color esmeralda se habÃan vuelto para enfrentarse a los suyos por tan solo un segundo para desafiarle. Ãl tan solo la habÃa querido probar, pero era muy tarde, él ya habÃa visto la daga en su mano mientras desaparecÃa rápidamente dentro de su pecho. Ãl hubiese podido convertirla y compartir todo con ella⦠pero ella ya habÃa rechazado su generosa oferta.
La valiente pero tonta mujer creyó que al suicidarse, custodiarÃa el poder del Cristal lejos de él por siempre. Pero por siempre era un tiempo muy largo para intentar esconderse de él.
â ¡Ella renacerá! â gritó Toya con angustia, sabiendo que habÃa fallado al protegerla de la ira de Hyakuhei. La culpa de no haber estado ahà para salvarla lo estaba comiendo desde adentro. Ella habÃa sabido que Toya era un vampiro, una criatura de la noche. Aun asÃ, ella no le habÃa dado la espalda; al contrario, se habÃa vuelto su amiga: Kyoko le habÃa confiado su propia vida.
Toya en su mente recordó el tiempo en el que la conoció⦠cayó de rodillas y agarró la tierra con sus puños mirando sus lágrimas caer. â ¡No fue suficiente tiempo! â negó gritando en silencio.
Ãl solo la habÃa conocido durante un perÃodo muy corto: seis ciclos lunares. Cuando la conoció por primera vez, él solo habÃa querido el Cristal⦠el Cristal que, al principio, ella ni siquiera era consciente de estar llevando dentro de ella. Pero él podÃa verlo brillar dentro de ella⦠llamándolo. Entonces, algo habÃa cambiado. Toya se encontró tratando de protegerla en vez de tratar de quitarle el Cristal.
Desde que ella se habÃa estrellado contra su mundo oscuro, Toya habÃa encontrado la verdad detrás de la leyenda del Corazón de Cristal del Guardián, cosas de las que ni Hyakuhei se habÃa dado cuenta. HabÃa querido decirle a su hermano los secretos, pero Hyakuhei le habÃa hecho imposible encontrar a Kyou a tiempo. Ahora era demasiado tarde.
â Nunca tendrás la luz del Cristal en la obscuridad⦠¡Encontraré a Kyoko de nuevo y mantendré el Cristal lejos de ti! â la voz de Toya era dura por su deseo de venganza. â Ella vivirá de nuevo y yo estaré esperándola â. Una inadvertida y solitaria lágrima plateada se deslizó por su mejilla mientras gritaba. â ¡Juntos! ¡Ella y yo encontraremos otra forma de liberar a Kyou de ti!
Hyakuhei caminó más cerca de Toya y una risa ahogada provenÃa de dentro de su pecho: â Oh, sÃ, mi querido Toya, ella vivirá de nuevo. El Cristal volverá a este mundo y yo seré, no solo el que reclamará su poder, sino a la chica también. En cuanto a mi precioso Kyou⦠estoy seguro de que puedo encontrar algo con lo que ocupar el tiempo de tu hermano hasta que ese dÃa llegue.
Toya gruñó gravemente en su garganta sabiendo que era una espada de doble filo. â Mantén tus intenciones enfermizas para ti mismo. Encontraré una forma de hacernos normales de nuevo. Y a ti⦠¡te daré muerte! â terminó con un grito mientras el viento comenzaba a aullar perversamente a través del claro.
La daga en su mano destelló en un arco de luz plateada apenas rozando la túnica oscura que embellecÃa a Hyakuhei. Toya no podÃa creer lo rápido que era su oponente pero tenÃa el ceño fruncido con determinación. Una segunda daga apareció en su otra mano y se abalanzó con ella, inmediatamente seguida por la primera.
Hyakuhei esquivó las hojas mortÃferas con la ayuda de los siglos de entrenamiento que habÃa soportado. Los humanos eran criaturas muy sencillas de derrotar y Toya, aunque convertido, era bastante humano en su manera de pensar⦠aún un chiquillo en los ojos de un vampiro.
Hyakuhei debÃa admitir que de alguna manera proteger a la Sacerdotisa habÃa envejecido el poder de Toya casi al nivel de un anciano. Llevar a la Sacerdotisa lejos de él habÃa servido para dos propósitos. Sin su razón para pelear, el poder de Toya se habÃa reducido enormemente.
La mano izquierda de Hyakuhei arremetió contra Toya atrapando sus muñecas en un agarre demoledor. Toya no tenÃa manera de defenderse cuando la garra derecha del vampiro cortó cruelmente su mejilla.
Los ojos plateados se estrellaron con los ojos carmesà por un momento suspendido en el tiempo, mientras Hyakuhei retraÃa sus garras. Sus labios insinuaron una sonrisa envenenada, mientras estiraba su mano para golpear gentilmente la herida que acababa de hacerle tan brutalmente. â Es una pena desperdiciar tanta perfección⦠tanta como la de tu hermano â. Lamió las gotas de sangre recién derramada de su dedo antes de añadir: â pero no puedo tener tu rebelde amor distrayendo a Kyou de mÃ.
Cuando sintió que sus muñecas se liberaban, Toya dio un paso hacia atrás y trató de bloquear el siguiente ataque que iba hacia su torso. Gruñó del dolor cuando la sangre se derramó de los tajos de su pecho. Presionando uno de sus brazos sobre sus heridas, sus ojos dorados se abrieron como platos mientras se tambaleaba hacia atrás, y esta vez, Hyakuhei lo dejó.
Toya podÃa sentir los huesos rotos de sus muñecas rechinando uno contra el otro y tenÃa que concentrarse solo para evitar que sus dagas cayeran al suelo. Mirando hacia el hombre que odiaba más que a la muerte, Toya trató de deshacerse del dolor sabiendo que no era un juego, que hasta los muertos vivientes pueden morir.
â Tú, niño tonto, ¿pensaste que podrÃas salvas a tu hermano matándome? Apenas puedes sostener tus cuchillas ahora, mucho menos podrás atentar contra mi vida â se burló Hyakuhei. Luego su rostro se volvió sereno, su enfado desapareció de repente. La brisa nocturna levantó las puntas de su largo cabello negro dando la impresión de estar vivo.
â Nunca tuviste alguna oportunidad, pequeño. Te ayudaré a descansar para que asà no vuelvas a sentir más dolor â murmuró Hyakuhei, suavizando sus ojos hacia el hombre herido como un padre regañando a un hijo caprichoso.
Los ojos plateados destellaron rojo de indignación por sus palabras. â Nunca tendrás a mi hermano, ¡tú hijo de perra! Mientras tenga vida en su cuerpo, ¡Kyou no te dejará ganar y tampoco yo! â gritó Toya atacando a la figura vestida de negro en un último intento por salvar su alma inmortal.
Hyakuhei desapareció en un parpadeo antes de que la daga de Toya pudiera penetrar en el frÃo corazón escondido dentro de su intemporal cuerpo. Penetrantes órbitas rojas relucieron, hambrientas de derramar sangre del joven que pensó en desafiarlo.
Su forma oscura levitaba muy arriba⦠se detuvo por un momento antes de descender para atacar a su presa.
Los sentidos de Toya estaban gritando peligro mientras sentÃa la amenaza inminente a su existencia, pero aún no era suficientemente habilidoso para detallar desde dónde venÃa su atacante. Buscó alrededor frenéticamente pero tenÃa sus sentidos ahora opacados por la pérdida de sangre de sus heridas⦠junto con la herida escondida dentro de su corazón, Toya sintió su miedo aumentando.
Le dolÃa el corazón por las palabras que su llamado âpadreâ le arrojó. â No puedo dejarte ganar, monstruo. La vida de mi hermano depende de ello â susurró Toya a través de su dificultosa respiración, haciendo que sus palabras tronaran en sus propios oÃdos.
Un frÃo agudo subió por su espinazo mientras miraba al cielo nocturno. Sus ojos se abrieron con mucho terror ante la visión de lo que sabÃa era el final dado⦠nunca la habÃa visto desde el receptor. âAsà que⦠asà es como es â se filtró el pensamiento por su mente atormentada.
Trató de moverse pero una fuerza desconocida lo incapacitó. Sus ojos se detuvieron en una mirada mortal. Los ojos rojos penetraron su misma alma y Toya supo que la muerte estaba cerca.
El grito atascado en su garganta fue reemplazado por un balbuceo. Sus ojos plateados se destiñeron a dorado de nuevo y se encontraron con los ojos carmesà de su asesino mientras el tiempo parecÃa detenerse. Su cuerpo comenzó a sentirse entumecido antes de mirar hacia abajo entre sus cuerpos.
Lágrimas cayeron de los ojos de Toya mientras el color dorado de sus ojos comenzaba a desvanecerse. â Te he fallado, por favor perdóname⦠Kyoko⦠Kyou â fue su último pensamiento mientras exhaló su último aliento.
PodÃa sentir el latido de su corazón alejarse lentamente llevándose el dolor consigo. Los misterios se desvelaron poco a poco con sus últimos latidos, y susurró con una pregunta inquieta: â Kyoko⦠¿cuánto tiempo has estado aquÃ?
Mirando con una enfermiza sensación de placer, la figura vestida de negro con los abrazadores ojos rojos sonrió con satisfacción. Lentamente los bajó a ambos a la dura y apisonada tierra. Su mano con garras estaba incrustada profundamente en el pecho del joven con ojos como el sol.
Hyakuhei arrancó agresivamente el corazón que habÃa dejado de latir.
Mirando a los ojos sin vida de Toya, susurró: â Siempre me pregunté cómo se verÃan los ojos de Kyou cuando lloraba⦠apuesto a que serán hermosos â. Se inclinó hacia abajo y besó a Toya en la frente antes de levantarse a voltearse para encarar al hombre que acababa de aterrizar a una corta distancia detrás de él.
Una sonrisa sádica apareció en sus labios mientras sostenÃa el corazón sangrante y esperó que Kyou cerrara la distancia entre ellos. â Para ti, mi mascota, ahora no hay nada que se interponga entre nosotros â. Se escuchó su voz en la brisa nocturna.
Sus ojos se estrecharon con disgusto mirando al corazón fresco que Hyakuhei sostenÃa hacia él. ¿Tanto tiempo habÃa pasado Hyakuhei como un muerto viviente que para él la muerte era un regalo?
Asqueado, Kyou se dio vuelta ante la perturbadora vista. HabÃa sentido la angustia de su hermano y habÃa venido a investigar. En su lugar, encontró a su llamado âpadreâ y ya no podÃa sentir el aura de su hermano.
Algo estaba terriblemente mal y Kyou podÃa sentir los nervios a flor de piel en señal de amenaza.
No podÃa ver al dueño del corazón que aún goteaba su vida de la mano del viejo vampiro desde que Hyakuhei le habÃa bloqueado la visión. Le molestaba que lo retuvieran mientras buscaba a su hermano menor. No habÃa puesto un ojo en su hermano en más de un año, excepto esa noche⦠sabÃa que Toya lo necesitaba. DebÃa ser importante para que Kyou hubiera sentido el llamado con tanta fuerza.
Percibiendo la anticipación en el hombre que estaba delante de él, los ojos dorados de Kyou se encontraron con los de Hyakuhei. â ¿El alma de quién robaste esta vez? â Preguntó con desprecio en su voz.
â ¿Por qué no vienes a ver, mi mascota? Estoy seguro de que estarás sumamente sorprendido. Es mi regalo para ti â. Una sonrisa cómplice alumbró sus rasgos ensombrecidos cuando Hyakuhei se hizo a un lado⦠dejando una clara vista de su vÃctima. Extendió su mano lentamente hacia Toya, Kyou se volteó para mirar hacia abajo al cuerpo en el suelo.
La mirada de Kyou siguió la de Hyakuhei mientras se acercaba lentamente, confundido ante la importancia de la identidad de esta vÃctima. Sus ojos dorados se abrieron como platos ante la forma desplomada en la tierra mientras una mala sensación de mal agüero subÃa por su espinazo. Su corazón comenzó a acelerarse cuando vio los reflejos plateados brillantes que resaltaban en el cabello negro como la noche que le resultaban familiares, ahora enmarañado y apelmazado con sangre y mugre que se extendÃa sobre el rostro del hombre como si intentara esconder su verdadera identidad.
Sintió todo su ser gritar con furia y negación del conocimiento de que ahora miraba a la silueta masacrada de su hermano perdido. â ¡NO! â rugió Kyou echando la cabeza hacia atrás. Lágrimas llenaron sus ojos mientras se volteaba para encarar al responsable. â ¿Qué has hecho? â gruñó y se lanzó hacia adelante deteniéndose apenas a pocos centÃmetros del asesino de su hermano. Sus ojos dorados como el sol sangraron rojo⦠él mostró largos colmillos como un perro rabioso. Flexionando su garra esperó la confesión con la ira apenas contenida.
â Solo lo que deberÃa haber hecho desde el inicio⦠quitar al que no te apreció como yo â. La expresión de Hyakuhei se suavizó por un breve momento mientras observaba a su hijo favorito.
Le habÃa dado toda su atención y afecto desde que le dio el regalo de la oscura inmortalidad⦠pero Kyou no habÃa sido feliz. Era la tristeza en la mirada de Kyou lo que lo habÃa atraÃdo asÃ⦠la soledad dentro de él era agradable e imitaba la melancolÃa de Hyakuhei. HabÃa convertido al hermano de Kyou, Toya, con esperanza de ganar la devoción de su apreciada posesión. Pero⦠eso solo habÃa molestado más a Kyou.
Hyakuhei miró las agridulces lágrimas que se formaban en los ojos de Kyou y supo que estaba en lo cierto⦠Kyou era más divino cuando lloraba.
En ese momento, algo muy dentro de Kyou se rompió como un afligido y desgarrador grito que rasgaba su cuerpo. Con una ira cegadora, atacó al asesino de su hermano, colmillos al aire y garras cortantes. â ¡Voy a arrancarte el corazón y dejar que las criaturas de la noche desgarren tu cuerpo por lo que has hecho!
El hombre malvado esquivó con habilidad el ataque y en una imagen borrosa y negra, dejó a Kyou sujeto contra el suelo. Con una calma que no se reflejaba en las profundidades de sus ojos color rubÃ, Hyakuhei se inclinó cerca de él, centró su mirada en el rostro que tanto le encantaba⦠la cara de su propio hermano.
â Hice lo que era necesario para nosotros. Toya no querÃa que tuvieras mi regalo y buscaba alejarlo de ti. Entenderás con el tiempo â. Murmuró con sus suaves labios que cepillaban brevemente los gruñidos mientras decÃa esas palabras.
Con una fuerza que no sabÃa que poseÃa, Kyou lanzó violentamente al ofensivo hombre a seis metros de distancia de su cuerpo tembloroso. Deslizó su antebrazo por su boca asqueado, gruñendo peligrosamente.
â Bien, bien, pequeño, cálmate â. Hyakuhei lo arrulló mientras se levantaba y se limpiaba el polvo. Sus ojos brillaban con una promesa, mientras su cuerpo temblaba ligeramente y se desvanecÃa en la noche. â Estaré esperando⦠esperando por ti⦠mi mascota.
El mundo de Kyou se hizo añicos a su alrededor al mirar hacia abajo al cuerpo sin vida de su hermano. â Vengaré la muerte de mi hermano y pasaré el resto de la eternidad persiguiéndote si lo tengo que hacer. Cuando te encuentre, pagarás por esto, Hyakuhei.
Temblando, se arrodilló lentamente y con gentileza levantó el cuerpo de Toya hacia su pecho, acunando su cabeza con delicadeza. El cabello de su pequeño hermano habÃa caÃdo de su rostro haciendo que la visión de Kyou se empañara mientras trataba de evitar que se desbordaran sus lágrimas, sin éxito. ParecÃa que Toya solo estaba dormido, en paz por primera vez en mucho tiempo.
Miró sus lágrimas caer a la mejilla de Toya y Kyou sintió su corazón romperse. Abrazando con fuerza a su amado hermano contra sÃ, Kyou suspiró con voz temblorosa: â Toya, por favor, perdóname por no llegar aquà a tiempo â. Su respiración temblaba dentro de él al tiempo que cerraba sus ojos fuertemente con dolor. â SabÃa que me necesitabas⦠debà haberte salvado.
La mente de Kyou regresó al dÃa en que Hyakuhei lo convirtió en lo que era ahora, al dÃa siguiente de la muerte de su padre. Kyou sabÃa que Hyakuhei solo lo querÃa a él, y Toya solo era un niño pequeño. Asà que para proteger a Toya, Kyou se fue con su tÃo aunque su hermano pequeño le llorara para que no se fuera.
Aún podÃa recordar el recelo en los dorados ojos de Toya mientras fulminaba con la mirada a Hyakuhei por atreverse a alejar de él a su hermano mayor. El recuerdo de esa mirada acechante fue la que habÃa ayudado a Kyou a alejarse de su hermano durante varios años para protegerlo.
Cuando Toya creció, Kyou se encontró anhelando verlo, visitándolo en secreto y observándolo desde la distancia, viendo cómo su hermano vivÃa la vida que él no podÃa. Ver a Toya desde las sombras habÃa sido la única felicidad durante esos dÃas oscuros. A menudo entraba a hurtadillas en la habitación de Toya para verlo dormir.
Se habÃa enterado de que Hyakuhei lo seguÃa y lo observaba observar a Toya: él nunca hubiese puesto a Toya en un peligro como ese. Su tÃo habÃa convertido a Toya porque pensó que era lo que Kyou habÃa querido. Era culpa suya que Toya hubiera muerto la primera vez.
Toya habÃa peleado contra su tÃo durante la conversión y después. Mientras sus discusiones se volvÃan más violentas, Kyou trató de mantener la atención de Hyakuhei alejada de su hermano. Entonces Toya habÃa comenzado a hablar sobre una cura para los vampiros⦠el Corazón de Cristal del Guardián. HabÃa jurado que lo encontrarÃa y curarlos a ambos.
Toya habÃa conseguido su cura en la muerte.
Haciendo lo mejor que podÃa para evitar mirar a la cavidad vacÃa donde una vez estuvo el corazón de su hermano, Kyou se levantó llevando el cuerpo de Toya lejos de la escena para darle un entierro apropiado.
Ya no podÃa sentir la presencia de Hyakuhei, pero sabÃa que estaba cerca, observándolo de alguna forma, siempre observándolo. Kyou entendió ahora que tendrÃa que irse, esconderse hasta que fuera lo suficientemente fuerte para derrotar la maldad que le habÃa arrebatado la única cosa que le era preciada: su hermano pequeño. Se deslizó más allá de la obscuridad dejando aquel claro en un silencio total.
Kamui respiró un suave suspiro de alivio cuando los hermanos se fueron y bajó su barrera de invisibilidad de alrededor de la forma magullada de Kotaro. Mirando abajo al Lycan, Kamui supo que tomarÃa un tiempo para que las heridas de Kotaro sanaran, no solo las heridas en su cuerpo, sino también las heridas que ahora yacÃan muy dentro incrustadas en su corazón.
â Vamos â. Susurró Kamui, halando uno de los brazos de Kotaro por encima de sus hombros y ayudándole a levantarse. â Hyakuhei no ha ido muy lejos y necesito sacarte del campo abierto â. Sus ojos brillaron del color del polvo de arcoÃris mientras trataba de retener sus propias lágrimas. Fue en vano porque pudo sentirlas calientes corriendo por sus mejillas.
Tanto se habÃa perdido en el periodo de un par de fatales horas, él sabÃa ahora que realmente era más oscuro que lo oscuro. No perderÃa a Kotaro también.
â No lo odiaba tanto â. Susurró Kotaro, mirando tristemente hacia el lugar donde el cuerpo de Toya estuvo tumbado momentos atrás. Ambos habÃan amado a Kyoko y ella les habÃa tenido afecto a ambos de vuelta, nunca escogió a uno por encima del otro cuando peleaban, hasta esta noche. Los destinos solo le habÃan dado unas pocas horas, y al menos Toya no tenÃa conocimiento de ello.
Su mano se curvó en un puño y lo tensó. Toya se hubiese enojado, pero estarÃa vivo. â PreferirÃa enfrentar su ira⦠esto no⦠esto no â. Su voz flaqueó.
Los dos habÃan tratado de protegerla, pero ahora Toya⦠los ojos azul hielo de Kotaro nadaron con lágrimas sin derramar. â Nunca lo odié.
â Ãl sabÃa que no â. Le dijo Kamui llevando a Kotaro en la dirección del único lugar seguro que conocÃa: al hechicero, la casa de Shinbe. Necesitaba decirle a su amigo acerca del destino de Toya⦠y el de Kyoko. Shinbe sabrÃa qué hacer, de alguna forma, siempre lo sabÃa.
â Mataré al bastardo de Hyakuhei â. Gruñó Kotaro tirando de Kamui en contra de su represión, y su naturaleza de Lycan salÃa a la superficie. â La mató, y mató a Toya por ella. Cuando lo encuentre deseará haber nacido humano.
Como si el aire hubiese sido sacado de golpe de dentro de él, el cuerpo de Kotaro se estremeció. SabÃa que Toya era mucho más fuerte de lo que habÃa reconocido, pero sin Kyoko para proteger, Toya perdió su voluntad de pelear. Hyakuhei supo eso antes de que la pelea comenzara.
La pena de Toya lo habÃa exaltado, lo habÃa vuelto impaciente. â Si tan solo hubiese esperado unos momentos más, Kyou pudo haberlo salvado â. La tristeza colgaba de cada sÃlaba mientras Kotaro limpiaba con rabia las lágrimas que silenciosamente dejaban rastro en sus mejillas.
â QuerÃa salvarlos a ambos⦠Kyoko â. El dolor de su cuerpo debilitado era demasiado mientras cerraba sus brillantes ojos azul hielo y se rindió a la nada que calmarÃa el dolor por un corto tiempo.
Kamui asintió levantando el cuerpo blando de Kotaro y lo cargó. â Has hecho suficiente. Descansa por ahora â. Susurró. â Es mi turno de hacer de salvador.
CapÃtulo 2
A la hora antes del amanecer, Kamui merodeó por encima de una tumba sin nombre. Los dos hombres parados a su lado eran lo que le quedaba. HabÃa observado a Shinbe usar sus poderes telequinéticos para remover la tierra de la tumba de Toya y expandirla lo suficiente para dos cuerpos.
Shinbe y Kotaro ahora tenÃan la misma expresión de tristeza y fuerza terca. Kamui sabÃa que intentaban mantenerse fuertes por él, pero podÃa ver a través de la melancolÃa que ambos escondÃan.
Todos clavaron sus ojos en la tumba, la dura realidad de ella hundiéndose allÃ. No se suponÃa que las cosas terminaran asÃ⦠no se supone que el lado bueno pierda, o muera. Shinbe los habÃa ayudado a decidir qué hacer. Recuperaron el cuerpo de Kyoko, la habÃan traÃdo a la tumba donde Kyou habÃa puesto el cuerpo de su hermano, y los enterraron juntos.
Toya lo hubiese querido asÃ, era lo único que se sentÃa correcto.
Kamui habÃa sido incapaz de cargar el cuerpo de Kyoko al lugar de la tumba una vez que lo encontraron. No era la sangre que la rodeaba lo que le molestaba, era simplemente desgarrador ver a alguien tan bueno y puro que alguna vez tuvo tanta luz dentro de ella, que te dolÃan los ojos de verla acostada ahà en la obscuridad con los ojos abiertos y ciegos.
Sintiendo el shock de Kamui y viendo que sus manos temblaban, Kotaro se adelantó y la levantó con cariño entre sus brazos tratando con todas sus fuerzas de ignorar la rigidez en sus extremidades como las sintió. No podÃa permitirse sentir otra cosa que no fuera rabia y tristeza en ese momento. Si él hubiese dejado entrar el resto y lo mucho que la habÃa amado, se hubiese desplomado sobre sus rodillas, la pena le pesaba mucho.
Ver la mirada en el rostro de Kamui fue suficiente para ayudarlo a controlar sus propias emociones⦠también ayudó el entumecimiento que sentÃa. Kamui no era humano, tampoco era criatura⦠lo que sea que fuera, su corazón se rompÃa. Kotaro decidió que de ahora en adelante vigilarlo serÃa su asunto, aunque el chico probablemente no lo necesitara.
Kamui limpió las lágrimas de sus ojos, tratando de ser fuerte como Kotaro y Shinbe. Su incontrolable cabello morado se ondulaba al viento mientras miraba hacia la tierra recientemente removida. Se habÃa quitado su túnica y gentilmente los envolvió en ella para aumentar el poder del hechizo que estaba por lanzar.
Cerrando sus ojos brillantes entrelazó sus dedos, entretanto unas alas igualmente iluminadas brotaron de su espalda en un ajetreo de plumas. Brillaron con unos colores muy intensos, desconocidos para el ojo humano.
Shinbe y Kotaro dieron un paso hacia atrás sorprendidos, entendiendo de repente lo que era Kamui. La palabra ángel rondaba sus labios, pero él se veÃa muy triste. Como un ángel con el corazón roto, un ángel caÃdo.
Con dedos gentiles, Kamui quitó una pluma de su ala derecha y sostuvo su palma al frente. La triste y serena expresión en su rostro no titubeó. Sus ojos brillaron con un destello de esperanza a la vez que golpeó la repentinamente afilada pluma sobre su palma provocando un corte profundo.
El lÃquido carmesà se encharcó en su palma y Kamui lentamente cerró su puño encima antes de llevarlo encima de la tumba sin marcar. Las gotas sagradas de la vida de su sangre cayeron en la tierra haciendo que brillara con un poder azul eléctrico sobrenatural.
Shinbe y Kotaro solo podÃan estar parados y mirar asombrados mientras esto sucedÃa. No se atrevÃan a moverse por miedo de interrumpir el rito que Kamui estaba llevando a cabo. Ambos entendieron que estaban presenciando algo increÃble y sin duda nunca lo volverÃan a ver.
El aire alrededor de Kamui se arremolinó en un vórtice que lo rodeaba con una luz azul fluorescente. Su voz en eco dejó sus labios aparentando ser más viejo y sabio de lo que lo habÃa sido para sus recuerdos, rebotó cruzando los cielos, un sonido aterrador llevado por kilómetros haciendo que lo que lo escuchara se reverenciara ante su poder.
â Cien años tomaráâ¦
Esta vez por tu bien permaneceremosâ¦
Cuando la sangre de un Guardián se derramaâ¦
Es hora de que la profecÃa se cumplaâ¦
Solo entonces dos almas reviviránâ¦
Trayéndolas a la luzâ¦
Destinadas a combatir la magia oscura de la nocheâ¦
Con esta promesa, nosotros los inmortales levantaremos nuestras armasâ¦
Protegiendo a aquellos renacidos de más dañoâ¦
En manos de piedra y mármol a nuestro enemigo le daremosâ¦
El único deseo que este desea⦠dentro de la luz para vivir.
Mientras el vórtice envolvÃa a Kamui, una pluma brillante de cada ala iluminada se soltó y rompió hacia dentro del ciclónâ¦cambiando como dos pequeñas dagas para dispararse directamente hacia abajo, aterrizando en la tumba. Las relucientes plumas se quedaron atascadas en la suave tierra por unos breves momentos antes de hundirse en el suelo para emerger con las almas de sus amigos.
Las rodillas de Kamui golpearon el suelo al dispersarse el hechizo, enviando un terremoto hacia todas las direcciones. â Hasta que nos encontremos de nuevo, Kyoko⦠Toya â, susurró Kamui sintiendo la soledad acercándosele. â Quizá la siguiente vida será un tiempo mejor y más brillante.
Shinbe se mantuvo en silencio a su lado, sin desear nada más que derramar lágrimas, pero no se podÃa permitir ese lujo. Hyakuhei aún estaba ahà afuera y Shinbe sabÃa que el vampiro de corazón oscuro eventualmente vendrÃa por él. El enemigo sabrÃa lo que habÃan hecho. BorrarÃa todos los rastros que pudiera por ahora.
Buscando dentro de su bolsillo, Shinbe sacó una botellita amatista llena de un polvo mágico intemporal. Rociando ligeramente la tierra, caminó en cÃrculo alrededor de la tumba para protegerla de ojos fisgones. La tierra se volvió instantáneamente sólida para esconder la ubicación de la nueva tumba.
Los ojos de Shinbe se iluminaron del mismo color amatista mientras susurraba palabras que solo él podÃa entender.
Sintió un vÃnculo antiguo entre hermanos que habÃan luchado una batalla eterna con la obscuridad abrasando su alma para convertirse en un sÃmbolo de protección sobre la tumba. Encima del lugar donde sus amigos yacÃan, crecieron flores sin necesidad de que se plantara ninguna semilla. Flores de cinco colores aparecieron en vides espinosas⦠plata⦠dorado⦠azul hielo⦠amatista⦠y un brillante polvo de arcoÃris.
â Me voy â. Dijo Shinbe después de un largo silencio. No querÃa que su presencia diera la ubicación de los otros y supo que era tiempo de continuar. Su mirada saltó hacia el arbusto de flores de extraños colores. Toya y Kyoko ahora estaban protegidos de Hyakuhei y el hechizo no serÃa perturbado.
Por ahora, era lo único que podÃa ofrecerles además de tristeza.
Kamui miró al hechicero, sorprendido ante su nuevo desempeño. â ¿Qué? Pero⦠¿Por qué? â Abrió sus ojos en un momento de pánico⦠¿Ahora todos lo dejarÃan? ¿No era suficientemente malo haber perdido a Toya y a Kyoko?
Sintiendo el miedo de Kamui elevarse, Shinbe colocó una mano firme en el hombro de su amigo e intentó explicarse. â Sabes tan bien como yo que Hyakuhei se enterará de lo sucedido aquà â. Miró a Kotaro por encima del hombro de Kamui sabiendo que el Lycan entenderÃa su deserción.
â Tú podrás escapar de sus ojos siempre vigilantes, pero yo no poseo esa clase de poder. De todas formas seré capaz de esconderme, pero no estoy seguro de por cuánto tiempo â. Shinbe soltó un largo suspiro y miró a la luna colgando baja en el cielo. â Mis dÃas tienen un número en ellos ahora â. Una suave sonrisa ladeó las comisuras de sus labios como si supiera un secreto. â Que asà sea.
â Abordaré el siguiente barco que vaya al oeste sobre el océano. Allà tendré una mejor oportunidad de mantener mi identidad a salvo de Hyakuhei y quizá incluso de encontrar una forma en que mi alma reencarne al mismo tiempo a nuestros queridos amigos â. Ãl esperaba que lo que estaba diciendo fuera cierto. Ellos lo necesitarÃan cuando llegara el momento.
Kamui echó un vistazo a la tumba debajo de él, luego a sus amigos con mayor calma de la que habÃa sentido desde que esta pesadilla de tarde habÃa comenzado. No querÃa que Shinbe fuera la siguiente vÃctima, asà que, sÃ, entendió. Gentilmente arrancó una pluma arcoÃris de su ala derecha y la presionó contra el cuello de Shinbe.
Shinbe jadeó cuando empezó a resplandecer brillantemente con fuerza antes de que su piel la absorbiera. Miró hacia abajo y vio el breve contorno de la pluma justo debajo del cuello de su túnica.
â Eso ayudará cuando llegue el momento â. Dijo Kamui con una sonrisa y le dio a Shinbe un fuerte y comprensivo abrazo. No perderÃa a Shinbe por mucho tiempo, sin importar qué.
â Nos veremos de nuevo mi amigo â, susurró Shinbe antes de alejarse del abrazo de Kamui. Ãl le asintió a Kotaro con la cabeza sabiendo que el Lycan cuidarÃa de Kamui por todos ellos. Shinbe miró atrás a la tumba, luego apartó sus ojos dejando que su flequillo cayera para esconder la tristeza. â Que asà sea â. Susurró de nuevo mientras desaparecÃa dentro de la obscuridad envolvente.
â Niño ¿estás listo? â preguntó Kotaro en voz baja mientras mantenÃa su espalda hacia la tumba. Supo que no podÃa quedarse. Shinbe tenÃa razón⦠mientras más lejos estuvieran, mejor protegido quedarÃa el hechizo.
Kamui querÃa refunfuñar ante el sobrenombre que Kotaro le acababa de dar, pero no tenÃa el corazón. Su corazón estaba enterrado en la tierra a sus pies y, si le tomara hasta el final de los tiempos, verÃa a Hyakuhei pagar por sus crÃmenes.
â SÃ, dijo Kamui, pasando el brazo por sus ojos â. Estoy listo.
Kotaro puso un brazo alrededor de sus hombros y lo guio. El Lycan descubrió que no podÃa derramar otra lágrima por la mujer que habÃa amado con todo su ser. Su alma se sentÃa como si alguien la hubiese tirado de su cuerpo, rasgado en trizas y solo le hubiese devuelto la mitad de ella.
Si el hechizo que habÃan hecho Kamui y Shinbe habÃa conseguido funcionar, verÃa a su amada Kyoko de nuevo. Ãl no podÃa evitar sonreÃr por todas las travesuras que él y la reencarnación de Toya harÃan para ganarse el afecto de Kyoko. Ãl pelearÃa por ella felizmente de nuevo si tan solo Toya volviera. Después de todo, los amaba a los dos.
Peleó contra la urgencia de mirar nuevamente hacia la tumba. â Cien años es un largo tiempo para esperar, pero estaré ahà para ti⦠Kyoko.
*****
Más de cien años en el futuro⦠hoy en dÃa.
Una figura solitaria se alzaba en el techo del edificio más alto, mirando desde arriba la ciudad llena de gente. Sus rasgos nunca traicionaron el recuerdo en su corazón destrozado de su único hermano yaciendo solo y sin vida en el frÃo y duro suelo siglos atrás. Su corazón que una vez latÃa cálido, estaba preso en las garras del sádico monstruo que los habÃa creado a ambos.
Ãl habÃa hecho todo lo que estaba en su poder para separarse de la maldad que lo habÃa rodeado silenciosamente. Asà como los humanos de este mundo, él solo se alimentaba de los animales que la naturaleza proveÃa. Aunque la obscuridad es lo único que tenÃa permitido, pues es asà la maldición de un vampiro, él nunca se convertirÃa en el demonio que su tÃo habÃa planeado.
En varios de los últimos años algo dentro de él se movÃa⦠una nostalgia que no podÃa entender y no habÃa sentido en más de cien largos años.
En la mente de Kyou se repitieron los recuerdos nunca olvidados acerca de un hombre joven que una vez fue inocente y que habÃa llenado su vida de felicidad, incluso en un mundo de obscuridad. Toya⦠habÃa estado tan lleno de vida⦠con sonrientes ojos dorados y la ignorancia de un niño. Una vez más trajo una punzada de culpa a su corazón por no haber sido capaz de proteger a su hermano pequeño.
Los ojos dorados como el sol que se habÃan endurecido por los cientos de años de soledad, sangraron de rojo al recuerdo de una promesa que aún tenÃa que cumplir. Con cada década que pasaba, Kyou se habÃa hecho mucho más fuerte. Muchas veces se habÃa acercado, pero el objeto de su odio e ira lo eludÃa en cada oportunidad.
No descansarÃa hasta que la vil creatura que habÃa buscado se retorciera en agonÃa a sus pies y su alma fuera lanzada al infierno a donde pertenece.
La mirada de Kyou fue atraÃda hacia el único lugar sereno de toda la ciudad: el parque silencioso en el centro. â Lugares asà no deberÃan estar cerca de tanta maldad â, murmuró hacia la noche. Dando un salto del edificio, Kyou continuó su búsqueda como habÃa hecho por tantos siglos. Hyakuhei pagarÃa con su propia vida el haber tomado al único que siempre le importó o que siempre le importarÃa. Su hermano se habÃa perdido para siempre y nunca más volverÃa.
â Toya⦠â susurró Kyou desapareciendo en la noche, dejando detrás la imagen de un ángel vengadorâ¦
*****
El parque estaba siempre tranquilo a esta hora del dÃa. Aún era la tarde y el sol estaba alto en el cielo. Kotaro paseaba lentamente por las calles cercanas al centro donde se encontraba un enorme bloque de mármol. No tenÃa idea de dónde venÃa⦠habÃa estado ahà por más tiempo de lo que podÃa recordar, era incluso más viejo que la ciudad en sÃ. Todo lo que sabÃa con seguridad era que sentÃa una abrumadora sensación de paz cuando estaba cerca.
â ¿Quién pensarÃa que esa roca cuadrada traerÃa pensamientos tranquilos? â murmuró Kotaro para sÃ.
Tomando otro camino entre los árboles, se dirigió hacia la piedra para poder observarla. Incluso si habÃa sido completamente feliz ese dÃa, el solo asegurarse de que seguÃa ahà lo hacÃa sentir mejor.
Kotaro se detuvo en su rastro cuando entró al centro donde estaba y frunció el ceño al individuo sentado en posición de indio encima de la roca con los codos en sus rodillas y su barbilla apoyada en sus manos. El cabello corto y morado oscilaba en la suave brisa haciendo que el hombre joven pareciera infantil.
â ¿Qué demonios estás haciendo aquÃ? â exigió Kotaro.
Kamui sonrió sin mirarlo. En su lugar, él asintió en la dirección de la universidad en la distancia. â Esperando a que empiecen las clases.
Kotaro agitó su cabeza y continuó antes de detenerse de nuevo y voltear para encarar a Kamui. â ¿De qué estás hablando? Tú ni siquiera vas a esta escuela.
Kamui guiñó el ojo antes de desvanecerse de la existencia en una ráfaga de brillante polvo de arcoÃris. â Lo sé.
Kotaro miró con furia el polvo revuelto alrededor antes de que desapareciera completamente. â A veces ese chico es un completo enigma â, informó al ahora espacio vacÃo, y luego sus ojos se movieron hacia abajo como acariciando la piedra. Escuchó el sonido de pies corriendo que golpeaban el pavimento, pero no se dio realmente cuenta hasta que alguien le tocó el hombro. Literalmente saltó y giró para ver a Hoto y Toki inclinados con sus manos descansando en sus rodillas tratando de recobrar el aliento.
â ¿Qué los ha hecho perder el aire? â preguntó Kotaro con una sonrisa de suficiencia mientras recobraba la compostura.
Hoto ondeó un pedazo de papel en frente de él. â Para ti⦠de la policÃa⦠importante.
Kotaro tomó el papel, â ¿de la policÃa, eh? Debe ser realmente importante para hacerlos correr tal maratón.
Toki asintió antes de caer sobre su costado para descansar. Hoto simplemente se hundió hasta las rodillas y descansó su cabeza en la grama.
â Ustedes dos son los más grandes flojos que he visto â, se quejó Kotaro de buena manera.
â Costado duele â, se quejó Toki. â Debo volver⦠a la⦠oficina⦠con aire acondicionado.
Kotaro suspiró en resignación y los dejó para hornearse bajo el calor del sol antes de abrir la nota. Su mano se cerró, arrugando el papel que acababa de recibir de la estación de policÃa no lejos del campus. Otra chica habÃa desaparecido sin dejar rastro. HabÃa estado gastando un largo tiempo investigando las desapariciones de muchas chicas jóvenes, lo que eventualmente lo llevó a la universidad donde ahora era el nuevo jefe de seguridad.
Sus pensamientos inmediatamente dieron vuelta hacia su amada Kyoko. Kotaro la habÃa encontrado de nuevo y justo como esperaba, Toya no estaba lejos. Una cosa que lo habÃa sorprendido era el hecho de que Toya habÃa renacido normal, humano, o eso parecÃa.
A veces podÃa sentir al verdadero Toya descansando justo debajo de la superficie⦠sin ser consciente de su propia existencia, pero hasta ahora esa parte de él ha permanecido dormida. â Gracias a Dios por los pequeños favores â. Kotaro pasó una mano agitada por su cabello despeinado por el viento.
Le iba bien que ninguno de ellos recordara el pasado, pues era un recuerdo que era mejor que estuviese olvidado. Ãl deseaba tener el mismo privilegio de olvidar⦠pero para él, la memoria permanecÃa, y lo despertaba frecuentemente en la noche sudando frÃo.
Mientras dejaba el parque se encontró de pie en el camino de piedra en frente del campus. Kotaro levantó sus ojos azules como el hielo en la dirección a donde Kyoko vivÃa. Frunció el ceño mientras la preocupación dejaba marcas en sus rasgos y tuvo la repentina urgencia de pasar por âsu mujerâ para asegurarse de que estuviera bien.
TenÃa la parte larga de su cabello negro en capas echada hacia atrás con una banda que colgaba baja. El resto de su cabello, desde su flequillo hasta la coronilla se veÃa constantemente naturalmente despeinado por el viento, dándole la apariencia de un chico malo punk pero que le quedaba muy bien. Esta apariencia le habÃa servido en más de una ocasión en años recientes.
Su cuerpo era alto con músculos delgados, pero las apariencias engañan. No tenÃa un gramo de grasa extra y era más fuerte que cincuenta hombres humanos juntos. Las únicas personas que conocÃan de su fuerza inhumana eran los que decidieron darle malos momentos o se atrevÃan a meterse en su camino. Y esos pocos estaban muy asustados para decir palabra. Nadie en el campus sabÃa del lado secreto de Kotaro y él querÃa mantenerlo de esa forma.
Kotaro era responsable de la seguridad de cada persona que caminara en el campus, fuera visitante, estudiante o miembro de la facultad. Algunas mujeres jóvenes habÃan comenzado a desaparecer a un ritmo alarmante en esta área, sobre todo cerca de la reja eléctrica que rodeaba los suelos de la universidad.
Un rugido grave se formó muy dentro de su pecho mientras inhalaba los aromas que lo rodeaban. El aire habÃa sido contaminado con un antiguo olor, maligno. Kotaro se estaba acercando a quien era responsable de más que solo las chicas perdidas⦠podÃa sentirlo. Dejando esos pensamientos a un lado por ahora, comenzó a caminar rápidamente hacia los departamentos de alrededor que ubicaban a muchas de las estudiantes universitarias inocentes.
Ãl irÃa a reportarse con Kyoko y si ella lo dejaba, sus ojos se oscurecÃan atractivamente, él no se irÃa de su lado por el resto del dÃa, o la noche. Solo esperaba que hoy Toya no estuviera esperándola de nuevo. Ãl la querÃa toda para él. Después de todo, ella era de verdad su mujer y ese âchicoâ tendrÃa que conseguirse una vida.
Sus pasos se enlentecieron por un momento ante la ironÃa de ello, estaba feliz de que Toya ahora al menos tenÃa una vida. Una sonrisa de satisfacción casi entretenida apareció mientras mentalmente amenazaba esa vida si Toya no paraba de acosar a Kyoko todo el tiempo.
Solo pensar en ella sentada a su lado en el cómodo sofá, comiendo palomitas y viendo una pelÃcula cursi sonaba como la tarde perfecta. Ellos compartÃan algo asà al menos una vez a la semana y para él, esa era su parte favorita de la semana. TenÃa su tiempo ininterrumpido con la belleza de cabello cobrizo. No importaba si estaban viendo una pelÃcula o solo se sentaban en su sofá a hablar: él solo amaba la sensación de ella acurrucada a su lado.
Kotaro sonrió para sà mismo con satisfacción mientras se preguntaba cómo serÃa estar siempre a su lado, dÃa y noche.
Su sonrisa se desvaneció ante su siguiente pensamiento⦠Kyoko no lo habÃa escogido sobre Toya aún, en realidad. Al menos no en esta vida. â Algunas cosas nunca cambian â, miró hacia arriba como enviando un silencioso y sarcástico âgracias por la ayuda en esa áreaâ a cualquiera que estuviera escuchando. Algo le dijo que los dioses tenÃan que tener el sentido del humor más perturbador.
*****
Finalmente, los exámenes finales se habÃan terminado y Kyoko habÃa estado cantando esas palabras toda la tarde. HabÃa sido una chica buena y estudió hasta que se hartó de ello, pero habÃa valido la pena. Ella sabÃa que habÃa sacado puras ases en esos malvados exámenes. Solo ese pensamiento le habÃa hecho querer bailar felizmente en todo el camino de vuelta a su departamento hoy.
De hecho, la primera cosa que habÃa hecho tan pronto entró por la puerta fue arrojar sus libros como si estuvieran infestados por una enfermedad y finalmente sucumbió a la urgencia, interpretando un âbaile felizâ espontáneo justo en la puerta de entrada, como que tenÃa un poco de friki en ella después de todo.
Esto siguió inmediatamente después de su propia ejecución de un baile de touchdown que le habÃa visto hacer a Toya una vez, sacudiendo sus nalgas todo el camino del pasillo a su baño asà ella podrÃa darse un baño caliente de burbujas. Kyoko decidió que si iba a hacer esto entonces lo harÃa bien, asà que fue a encender el estéreo y agarró unas cuantas velas.
Aún hacÃa lindos sonidos de victoria para el momento en el que la bañera se llenó e hizo un breve trabajo con su ropa quitándosela y lanzándola a donde le complaciera. âEs muy probable que encuentre mi ropa interior colgando del ventilador del techo cuando termineâ pensó para sÃ, luego se encogió de hombros y se metió en el agua.
Se deslizó más abajo en la bañera para dejar que las burbujas que flotaban acompañando la superficie acariciaran su cuello y hombros. Sus ojos verdes esmeralda, que a veces eran conocidos por volverse tormentosos en un instante, brillaban con alegrÃa.
Las ondas de su cabello cobrizo estaban apiladas de cualquier modo encima de su cabeza y su piel sedosa y suave ahora estaba escondida bajo las burbujas. Era una chica feliz⦠y todo lo que realmente querÃa hacer era relajarse por el resto del dÃa. Un poco de música suave de fondo, algunas velas de olor dulce encendidas alrededor del baño y era el escenario perfecto.
Cerró sus ojos a sabiendas de que la imagen de él pronto se enfocarÃa, como si esperara por ella. Era el secreto que ella guardaba.
Los ojos azules como el hielo la observaron desde dentro de su mente. Ella habÃa tenido sueños sobre él en las noches que ahora podÃa evocar incluso durante sus horas despierta. Mientras más profundo se enrollara en el sueño, más real se hacÃa, hasta que parecÃa que él estaba ahÃ, arrodillado al lado de la bañera.
Sus labios se ladearon en una sonrisita sensual mientras acercaba su brazo y tomaba el paño de ella, sus ojos se volvÃan tan brillantes como una flama azul.
â Los sueños son agradables â, susurró mientras rodaba su cabeza hacia un lado dejándolo hacer lo que querÃa.
âRing, Ringâ. Uno de los sonidos más irritantes del mundo hizo eco a través del apartamento. Kyoko se sacudió hacia el frente en la tina derramando el agua sobre la orilla y al suelo de azulejos. Levantando su mano hacia su mejilla, ella pudo sentir el calor ahà y se sonrojó a la vez que el teléfono sonaba de nuevo.
â ¡Chispas! â se levantó rápidamente sabiendo que el teléfono estaba al final en la sala de estar. Saliendo del agua, agarró la bata de seda de la encimera y la envolvió en ella mientras corrÃa para contestarlo.
Dándose cuenta de que dejaba un rastro de agua, hizo una nota mental para recordar llevar el teléfono inalámbrico al baño con ella la próxima vez.
En el otro extremo del repique irritante, Suki tocó con sus uñas en la encimera de la cocina deseando que Kyoko se apurara y tomara el teléfono. Ella tenÃa esta molesta sensación de que Shinbe estarÃa aquà en cualquier momento, y ella no querÃa que él se enterara de nada de lo que estaba planeando.
Escuchó el clic en el otro extremo. â ¡Finalmente!
Kyoko empujó el teléfono lejos de su oreja, lo miró con furia y lo colocó de nuevo en su oreja. â ¡Suki, estaba en el baño! â Kyoko casi se quejó mientras miraba con anhelo hacia atrás a la puerta del baño donde sabÃa que el agua estaba aún caliente y con aroma a jazmÃn. La llamaba a volver y disfrutar, y asà lo hizo en el sueño. Se mordió el labio inferior mientras arrastraba sus ojos lejos de lo que querÃa.
â ¿Estás ahà parada desnuda? â Suki se rio disimuladamente sabiendo que Kyoko se sonrojaba fácilmente.
â ¡Suki! â gritó Kyoko al auricular. Su amiga simplemente tenÃa un sentido del humor retorcido, que probablemente venÃa de pasar mucho tiempo con Shinbe. Sonrió con picardÃa mientras replicaba, â ¿necesitabas algo? Tengo un baño caliente y lleno de vapor llamando mi nombre, estás interrumpiendo mi pequeña cita.
â ¿Cita? â Suki miró al teléfono y volteó los ojos. â Definitivamente necesitas ayuda, Kyoko. ¿Quién alguna vez escuchó sobre ponerse romántico en el agua del baño sin alguien más ahà contigo? Al menos ten una chispa de imaginación y piensa en un hombre sexy que limpie tu espalda mientras estás ahà â. Suspiró con un tono exasperado sin ser consciente de que justamente acababa de impactar a Kyoko hasta la médula por lo cerca que estaba de su imagen mental.
â De todos modos, tú y yo vamos a tener una noche de chicas para celebrar que se acabaron los finales â, chirrió Suki. Ella no iba a dejar a Kyoko decir que no.
â No tomaré un no por respuesta, asà que comienza a prepararte. Y usa el atuendo que compramos el fin de semana pasado. Yo haré lo mismo â. Suki inhaló profundamente y rápidamente comenzó antes de que Kyoko tuviera oportunidad de decir alguna palabra. â Está lista a las 7:30. Te quiero. ¡Adioooós!
Kyoko parpadeó cuando el teléfono hizo clic señalando que la lÃnea estaba desconectada. Sus labios seguÃan separados porque habÃa estado lista para decir ânoâ a la primera oportunidad. Envió una mirada silenciosa a la pared lejana de la sala de estar que separaba los apartamentos de ambas chicas preguntándose si Suki habÃa llamado desde ahà o desde su celular en alguna otra parte.
Suspiró mirando al identificador de llamada. â Celular, con razón â. No hace falta golpear la pared entonces. Pero la imagen de sus manos alrededor del cuello de Suki le puso una sonrisa en el rostro. â Aunque puedo fingir.
Lanzando el teléfono inalámbrico de nuevo a la encimera, Kyoko miró hacia abajo a la bata de seda adherida a su cuerpo húmedo y gruñó. El agua tibia que aún estaba en su piel se habÃa vuelto frÃa y daba una sensación de hormigueo, haciendo que se le erizara la piel por el frÃo. Rápidamente se volteó para volver a su baño.
âRing, Ringâ. Kyoko se sacudió.
Giró mientras su ceja izquierda se levantó con frustración. â ¡Espero que sea Suki, asà podré decirle cuánto me gusta que me acosen! â Jalando el teléfono con brusquedad, dijo un poco más alto de lo normal. â ¡¡Hola!!
Toya sonrió al saludo de Kyoko. â Vamos, ¿tu mami no te enseñó a ser educada al contestar el teléfono?
Kyoko se sentÃa como para caminar con calma hacia la ventana, abrirla y dejar que el teléfono se deslizara de su mano hacia lo desconocido. â ¿Por qué será que nadie quiere dejarme terminar mi baño? â se quejó, pisando fuerte con su pie solo para sentir el aire acondicionado meterse debajo de su bata.
La sonrisa de Toya se desvaneció mientras su imaginación enloquecÃa y visiones explÃcitas comenzaron a danzar en su mente. â Estás desnu⦠â se quedó mudo antes de preguntarle si estaba de pie desnuda. Sacudiendo el pensamiento fuera de su cabeza, Toya tomó una respiración profunda para calmarse y con suerte controlar sus ahora intensas hormonas. â Carajo, esa fue una bonita imagenâ¦
Kyoko frunció el ceño preguntándose si Toya estaba de pie al lado de Suki en ese mismo momento.
Toya trató de nuevo. â Eh, no importa. Mira, estoy de camino a buscarte para ir al cine esta noche, asà que solo vÃstete.
Kyoko estrechó sus ojos preguntándose quién proclamó que era âEl DÃa de los Acosadoresâ. â Este, tengo planes esta noche â. Por supuesto que sus planes habÃan sido volverse una ciruela pasa en el baño, luego acurrucarse en el sofá y ver una pelÃcula. Quizá incluso quedarse dormida mientras tanto, no tener a todo el mundo molestándola para âsalirâ.
â ¿Qué? ¡Cancélalos porque vienes conmigo! â prácticamente ordenó Toya, comenzando a molestarse porque ella no estaba haciendo lo que él querÃa que ella hiciera⦠como si alguna vez lo hubiese hecho.
Kyoko cerró los ojos y sostuvo el teléfono lejos de su cántico â no lo lanzaré por la ventana, no lo lanzaré por la ventana â, âToc, tocâ Kyoko se balanceó para encarar la puerta pensando â¡Pero Sà se lo lanzaré a quien sea que esté en la maldita puerta!â pudo escuchar una risa demente venir de algún lugar muy adentro, donde la malvada hermana residÃa.
Serenamente caminó hacia la puerta y la abrió, entonces se asomó por la puerta a mirar alrededor para ver quién era. â Kotaro â susurró, un poco sin aliento, luego cerró de golpe su boca con culpa esperando que él no lo hubiera notado.
Los ojos de Kotaro se iluminaron y se oscurecieron al mismo tiempo cuando la puerta se abrió. Estaba feliz de ver a Kyoko a salvo⦠y obviamente no completamente vestida. Levantó una ceja ante la forma en que ella habÃa dicho su nombre. Presionando la mano contra la parte de encima de su cabeza en la puerta, la terminó de abrir con su usual sonrisa confiada mientras pasaba más allá de ella⦠casi tocándose.
â ¿Cómo está mi mujer hoy? â Kotaro caminó más allá de ella dentro del apartamento como si perteneciera allÃ.
âNo voy a cometer asesinato, no voy a lanzar el teléfono, no voyâ¦â la mente de Kyoko continuó cantando mientras Kotaro la miraba con su habitual sonrisa de infarto. De repente sintió que el aire acondicionado habÃa dejado de funcionar.
¿Cómo era que este hombre, quién solo podÃa ser descrito como sexo caminante, le afectara tanto? Ella siempre sentÃa que estaba tratando de detenerse a sà misma de lanzarlo contra el suelo. Sacudiendo su cabeza, miró hacia abajo y chilló cuando vio que su bata se habÃa abierto parcialmente. No era suficiente para mostrar nada pero era visible suficiente piel para hacerla sonrojar.
Toya se tensó, escuchando la llamada a la puerta en el fondo a través del teléfono y luego la voz de Kotaro. Gritó al teléfono para tener su atención. â ¡Carajo, Kyoko! ¿Qué demonios hace Kotaro ahÃ? â ladró, molesto de que el guardia de seguridad se apareciera, de nuevo, en el apartamento de âsuâ Kyoko.
Kyoko se avergonzó cuando el grito desde el teléfono pudo escucharse fuerte y claro dentro de la sala de estar. Mirando sobre el hombro de Kotaro al reloj de pared, supo que debÃa comenzar a arreglarse o Suki serÃa la próxima golpeando la puerta. Ya era suficiente. Se volvió y caminó hacia la encimera, teniendo en mente colgar el teléfono.
Levantándolo de nuevo a su oreja gritó: â ¡Te veré luego! â âclicâ⦠uno menos⦠falta uno.
Kotaro sonrió sabiendo que era a Toya a quien habÃa gritado. Sus ojos viajaron a la seda que colgaba como una segunda piel en un cuerpo muy bien formado y no podrÃa haberse detenido si hubiese intentado moverse hacia adelante, más cerca de ella. Lentamente cerró sus ojos solo por un segundo mientras tomaba aire profundamente, ahora todo su cuerpo a solo centÃmetros del de ella. El pensamiento de tocar sin contacto lo tenÃa mentalmente curvando su cuerpo alrededor del de ella y apretándola.
Se inclinó hacia adelante llevando sus labios al hueco de su oreja antes de susurrar su nombre. Sus labios se suavizaron, asà como sus ojos azules como el hielo. A menudo se encontraba casi deseando que ella pudiera recordar el pasado y lo cercanos que una vez fueron. ¿Qué harÃa ella si recordara que solÃan vivir juntos? Ãl, ella y Toya⦠asà podÃan protegerla.
Kyoko perdió el aliento al salÃrsele rápidamente y sintió la piel de su cuello y mejilla erizarse. Era suficientemente duro mantener sus pensamientos en orden con él cerca, pero ahora ella podÃa sentirlo tocándola incluso cuando no era asÃ. Recordando lo que estaba haciendo justamente antes de que el teléfono la interrumpiera hizo que el calor se le subiera a la cara.
Sin querer que él notara su culpa, se mantuvo de espaldas a él e intentó con todas sus fuerzas suprimir el recuerdo del baño. Cerrando sus ojos, peleó con la urgencia de recostarse en él y tuvo que agarrar la mesa para sujetarse.
Kotaro querÃa poner sus manos en la mesa a ambos lados de ella⦠atrapándola entre sus brazos, pero de repente se quedó quieto. Pudo oler los jabones que ella habÃa usado en el baño, pero un sabor llegó hasta él y su expresión se volvió curiosa, ¿excitación? Ãl se alejó de ella, sintiendo como se endurecÃa.
Pasando sus manos por su indomable cabello, se retiró a una distancia más segura tratando con todas sus fuerzas ignorar la sacudida en la boca de su estómago⦠¿por qué habÃa venido de nuevo? Era importante.
Sus instintos protectores comenzaron a surtir efecto al recuerdo de las alertas recientes que habÃa recibido. â ¿PasarÃas la tarde conmigo? â la pregunta que sonaba inocente resguardaba un doble sentido, mientras saboreaba el deseo.
Kyoko desaceleró su respiración una vez más lista para luchar contra sus sentimientos. Ella frunció el ceño sabiendo que serÃa muy peligroso quedarse a solas con él. De repente, querÃa agradecer a Suki por mangonearle.
Viendo su ceño fruncido, Kotaro añadió rápidamente â podemos hacer lo que tú quieras. Rentar una pelÃcula y quedarnos, o salir.
â Rentar una pelÃcula y quedarnos en casa⦠â repitió Kyoko pensando que eso era exactamente lo que querÃa hacer. Luego, notando cómo se le iluminaban los ojos a Kotaro, rápidamente cambió â al menos, eso era lo que querÃa hacer si no hubiese sido arrastrada a los planes de alguien más. Me hubiese encantado quedarme viendo pelÃculas contigo. Pero lo siento, Kotaro. No puedo â. Le dio una sonrisa de disculpa mentalmente pisando fuerte al pensamiento de perder una tarde acogedora con el apuesto guardia de seguridad.
Los hombros de Kotaro cayeron unos centÃmetros pero sonrió de todas formas sabiendo que ella no estaba intentando herir sus sentimientos. Incluso se dio cuenta de que ella querÃa que él se quedara y se peguntó por ese impulso de deseo, ¿eran los mismos deseos que él sentÃa? Para él, Kyoko era la gema más preciosa sobre la tierra y harÃa lo que fuera para hacerla sonreÃr y mantenerla a salvo al mismo tiempo.
Después de todo, habÃa esperado por más de cien años solo para verla de nuevo.
Como necesitaba estar seguro de que estaba protegida y alejada de lo que pudiera dañarla, preguntó: â ¿Y entonces, qué planes tienes? Quizás podrÃa sumarme a la diversión â. Le dio su sonrisa más traviesa esperando que funcionara. Si no, podÃa recurrir a acosarla⦠las esquinas de sus labios perfectos se inclinaron en una sonrisa secreta.
Kyoko sabÃa que Suki no estarÃa de acuerdo con eso. Noche de chicas significaba noche de âchicasâ. También sabÃa que si Kotaro se enteraba de que ella estaba solo con Suki, de alguna forma las seguirÃa a todas partes, apareciendo como si fuera accidental. Lo habÃa visto hacerlo muchas veces.
Cuando Toya era agresivo, Kotaro trataba de ser sutil, aunque cuando ponÃa a ambos chicos en la misma habitación parecÃan actuar muy similar y constantemente se molestaban. Ambos chicos tenÃan corazones de oro y ella lo sabÃa. En una manera los querÃa a los dos⦠tanto que era doloroso, por lo que decidió no decidir y solo quedarse soltera por ahora. Ella, honestamente, no querÃa herir los sentimientos de ninguno.
Pero una cosa que Kyoko sabÃa a ciencia cierta era que si Kotaro pensaba que iba a salir con Toya esa noche, no se molestarÃa en seguirla. Al menos esperaba que no.
â Lo siento Kotaro, ya tengo planes con Toya, pero te prometo que otro dÃa rentaremos pelÃculas o algo â. Kyoko bajó sus ojos sin gustarle el hecho de que estaba mintiéndole, pero era la única forma de que lo dejara pasar. Mirando al suelo lo notó dar un paso hacia adelante e inmediatamente dio un paso hacia atrás mordiendo su labio inferior cuando sintió la mesa detrás de ella.
Kotaro sintió los celos vibrar dentro de él, aunque los mantuvo en su lugar. Su único consuelo era que si ella estaba con Toya esta noche, al menos podrÃa contar con que ella no serÃa una de las próximas chicas desaparecidas.
Además, él sabÃa que Kamui estaba secretamente vigilando a ambos, Toya y Kyoko. Mentalmente, tuvo que admitir que Toya era sobreprotector con ella y la mantendrÃa a salvo. Ãl querÃa ser el que estuviera con Kyoko esta noche, el que la protegiera. Pero aunque no le gustara, Toya no dejarÃa que nada le hiciera daño alguno.
Ãl la observó levantar sus ojos lentamente hacia los suyos y pudo ver la preocupación en su mirada de que él intentarÃa detenerla, él querÃa detenerla pero no lo harÃa. Con el tiempo ella tomarÃa su decisión.
Asintiendo con su cabeza con reacia aceptación, Kotaro buscó su mano y la sostuvo por un momento, entrelazando los ojos azules como el hielo con los apasionados ojos de ella pudo notar que ella tuvo un dÃa duro por sus ojos. Siempre podÃa leer sus sentimientos por el color de sus ojos, lo habÃa aprendido hacÃa más de cien años atrás. Solo deseaba que ella lo recordara.
â Entonces, tenemos un trato, Kyoko. Vendré a reportarme contigo mañana. Ten cuidado hermosa â. Inclinándose hacia adelante rozó sus labios sobre su frente, luego soltó su mano, y se dio la vuelta para irse.
Kyoko sonrió. â Gracias, Kotaro â. Su frente aún hormigueaba donde sus labios tibios la habÃan tocado. Estaba feliz de que fuera más sencillo lidiar con él que con Toya. Ãl a menudo le besaba la mejilla, frente o mano, dejando ese lugar hormigueando y caliente.
Se preguntó qué pensarÃa él si supiera que ella nunca habÃa sido besada en los labios. Nadie lo creerÃa a la edad de dieciocho, aún era tan pura⦠bueno, fÃsicamente pura. Se sonrojó de nuevo sabiendo que sus pensamientos no la libraban de culpa. CulparÃa a la traidora que vive dentro de su pecho y se aceleraba cada vez que pensaba en él.
Kotaro abrió la puerta para deslizarse hacia afuera, no sin antes lanzarle una sonrisa sobre su hombro y añadir. â Solo recuerda, aún eres mi mujer â. Se fue rápidamente, cerrando la puerta detrás de él, sonriendo vorazmente ante el comentario.
Ãl sabÃa que no cruzarÃa la lÃnea con Toya y no estaba preocupado. Incluso en el pasado, cuando él y Toya se han dado cabezazos, ella lo preferÃa a él por encima de Toya. Ella siempre quiso a Toya, pero Kotaro sabÃa que era él de quién estaba verdaderamente enamorada. La velocidad de su corazón cuando él estaba cerca siempre le habÃa revelado sus verdaderos sentimientos, en esta vida y en las pasadas. Ãl solo tenÃa que esperar a que se diera cuenta de nuevo.
Kotaro inhaló suavemente saboreando su perfume. Incluso ahora podÃa oler su pureza y sabÃa que ella no era de las que tomaban algo asà a la ligera. Ella era muy inocente para el mundo real.
El pensamiento hizo que se desvaneciera la sonrisa de Kotaro. No estaba tan seguro de querer que ella supiera del lado oscuro de este mundo, no querÃa arriesgar su felicidad. Incluso él mismo no era lo que ella creÃa que era. Ãl sabÃa que ella lo aceptarÃa de todas formas, pero el recuerdo de enterrarla mantuvo sus labios sellados de hablar sobre el pasado. Algunas cosas eran mejor no ser recordadas.
Mientras Kotaro caminaba fuera del edificio y de vuelta sobre la acera, miró hacia arriba desde el patio debajo de la ventana de Kyoko preguntándose qué harÃa cuando se enterara sobre él. Y sÃ, le dirÃa la verdad, solo que aún no. ¿Cómo explicas que eres mayor que cualquier humano normal y que tienes poderes como los que ella solo ha visto en las pelÃculas?
Kotaro sacudió la cabeza mientras comenzaba a volver hacia la universidad reflexionando sobre su siguiente movimiento en relación con las chicas desaparecidas.
Ãl sabÃa qué era lo que les estaba pasando y que era muy probable que estuvieran muertas o al menos muertas vivas. Sus ojos destellaron con ira solo por un momento, revelando el lado más oscuro de su alma de Lycan. Necesitaba atrapar el aroma de esos malditos chupasangres y el que los guio antes de que encuentren a Kyoko de nuevo.
CapÃtulo 3
Kyoko volteó el armario buscando lo que Suki le habÃa dicho que compraron el fin de semana pasado. Soltó una risita recordando que Shinbe las habÃa seguido a sus compras compulsivas ofreciéndoles dejarlas modelar lo que fuera sobre lo que necesitaran una opinión. Lo que lo remató fue cuando se infiltró en el vestuario de chicas y le habló a Suki a través de la cortina.
Shinbe habÃa estado hablando en un tono de voz agudo para hacerle creer a Suki que él era la empleada del vestuario de chicas y se ofrecÃa a subirle el cierre.
Suki habÃa dicho que sà a la oferta de ayuda y se dio vuelta de espalda a la cortina. Kyoko casi se cayó cuando Shinbe pasó volando por el vestuario para aterrizar golpeando la pared del otro lado.
Le habÃa preguntado a Suki cómo se habÃa dado cuenta de que era Shinbe, y Suki habÃa respondido: â no creo que dejarÃan a una lesbiana trabajar en un vestuario de chicas, asà que cuando puso sus manos dentro de mi vestido en vez de en el cierre, fue lo que le delató.
â Pobre Shinbe â. Suspiró Kyoko mientras sacaba una blusa blanca corta con vuelos y mangas de seda que tenÃan forma de campana y sueltas desde el codo hasta la muñeca. De verdad, pensó que era muy bonita. Le recordaba un poco a la bata de un ángel, pero sexy. Era suficientemente corta para mostrar su ombligo con la mini falda negra a la cadera que se habÃa comprado.
Después de ponerse la ropa y encontrar los zapatos que querÃa, empujó el cabello detrás de sus orejas y algo de la parte de atrás hacia arriba con una banda elástica, dejando que el resto colgara atractivamente. Aplicando una pequeña cantidad de maquillaje y un collar del que colgaba una lágrima de cristal, se consideró lista para lo que fuera aquello en lo que la estaba metiendo Suki.
Secretamente deseó haberle podido decir a Kotaro a dónde iban, pero incluso ella no sabÃa qué responder a eso. Mordió su labio inferior dándose cuenta de que ya lo extrañaba, luego trató de empujar su sentimiento melancólico hacia un lado sabiendo que Suki lo detectarÃa.
Lo último que necesitaba esta noche era a su mejor amiga haciéndole un millón de preguntas que ella no querÃa responder.
*****
Shinbe pasó sus dedos por los reflejos azules que brillaban en su cabello oscuro mientras se apoyaba contra el marco de la puerta sonriendo. Se habÃa ido corriendo a donde Suki cuando recibió una llamada de ella diciendo que no iba a estar en casa esta tarde y que no viniera.
â Se está engañando si cree que se va a deshacer de mà tan fácilmente â. Shinbe levantó una ceja mientras esperaba.
Cuando ella abrió la puerta con su cabello envuelto en una toalla, las primeras palabras de Shinbe fueron: â Ohh⦠¿me perdà tu baño, Suki? â sonrió viendo la ceja de Suki crisparse. Tan pronto como habÃa conocido a Suki y a Kyoko, habÃa sentido la necesidad de quedarse cerca de ellas todo el tiempo. A menudo habÃa salido en citas dobles con Toya y las chicas.
Suki sabÃa que Shinbe se consideraba âsu novioâ solo porque era el único con el que tenÃa citas, pero Suki nunca habÃa accedido a la parte del grillete. Ella intentó esconder el rubor que amenazaba con elevarse y tomar posesión de su rostro mientras replicaba: â TomarÃa blanqueador y una bola de demolición para limpiar una mente sucia como la tuya.
Se inclinó más cerca de ella bloqueando todo lo demás mientras sus ojos amatista se oscurecÃan atractivamente. â Si me dejas⦠entrar⦠creo que podrÃamos encontrar una razón para que tomes otro baño.
Suki sintió el latido de su corazón acelerarse ante el sonido de su voz ronca, y dio un par de pasos hacia atrás mientras Shinbe daba varios pasos al frente cerrando la puerta detrás de él. Decidiendo no dejarlo tener ventaja, le dio su mejor mirada de advertencia y fue recompensada cuando él detuvo su persecución hacia ella. Si él alguna vez se enterara de cuánto dominio él ejercÃa sobre ella⦠a ella le caerÃa muy bien.
â Eh, Shinbe, mira, tengo que terminar de alistarme porque tengo planes esta noche con una amiga. Ya te habÃa dicho por teléfono, ¿te acuerdas? â Ella sabÃa que él vendrÃa de todas formas⦠por ninguna otra razón, sino para intentar averiguar a dónde iba.
Tomando la toalla de su cabeza, su largo cabello aún mojado, Suki fue al baño aun hablando suficientemente alto para que él pudiera escucharla. â Podemos hacer algo mañana a la noche, ¿okey?
Shinbe se apoyó contra el bar que separaba su cocina de la sala de estar. Estaba a punto de comenzar a expresar su opinión en voz alta, cuando su mirada cayó en un volante que descansaba sobre la encimera. Levantándolo, rápidamente escaneó la página. Ambas cejas se levantaron en señal de esclarecimiento.
EL MÃS GRANDE Y MÃS CALIENTE CLUB DE LA CIUDAD
CLUB MEDIANOCHE
ESPECIAL DE VIERNES POR LA NOCHE
NOCHE DE CHICAS
La palabra chicas estaba en un cÃrculo. Shinbe levantó una ceja mientras dejaba el papel de nuevo en la encimera y caminaba hacia el baño. Escondió su sonrisa en tanto entraba sin golpear y se deslizó detrás de Suki mientras tenÃa el cepillo preparado para deslizarlo a través de su cabello.
â Mañana entonces â, susurró Shinbe seductivamente en su oreja, después bajó sus labios para besar su hombro. Se volteó sin decir otra palabra, escondiendo su sonrisa sabionda.
Suki estuvo de pie sin moverse, mirando al espejo, sin gustarle la vibra que acababa de percibir. Era impropio de Shinbe no rogar y suplicarle. Sin querer verle el colmillo al caballo regalado, se apuró y terminó de arreglarse. Con miedo de que ahora Shinbe tuviera algo bajo la manga, Suki decidió que iba a aparecer donde Kyoko antes de lo planeado.
*****
A varios kilómetros, unos penetrantes ojos rojos miraban por la ventana de la suite desde un pent-house mirando la ciudad desde arriba. Largas ondas de cabello negro sedoso caÃan en cascada hacia abajo por una espalda desnuda en contraste con una piel tan pálida como la luna. Su rostro angélico era impresionante, con ángulos pronunciadamente definidos y su cuerpo era delgado y duro como el del dios mÃstico Adonis.
Su cuerpo desnudo relucÃa por la luz de la luna, los músculos bailaban con cada movimiento que hacÃa. Ãl era hermoso para cualquiera que lo mirara, sin embargo su alma oscura era maliciosa y maligna. Una sonrisa agració sus labios perfectos al tiempo que sus pensamientos volvÃan a los eventos ocurridos la noche anterior.
Dando la espalda a la ventana comenzó a prepararse para la noche. Su mirada solitaria fue a la silla de Queen Ann al lado del fuego y sentada sin vida sobre ella estaba la joven estudiante universitaria. Hyakuhei sonrió maliciosamente ante el pensamiento de la sangre fresca que habÃa cenado la noche anterior.
â Lástima, era una chica hermosa â, lamió sus labios recordando el placer de tomar a la chica y alimentarse de ella. No podrÃa nunca aburrirse de las mujeres jóvenes que atraÃa y tomaba para sÃ.
Esta noche estarÃa visitando un club nocturno popular para cazar su presa y necesitaba estar seguro de que sus âhijosâ estuviesen bien cuidados. La âNoche de chicasâ estaba siempre lista para la selección y era un bufé de carne interminable para los caminantes nocturnos.
Hyakuhei era un poderoso señor vampiro y nadie se atreverÃa a hacerlo enojar ni a cuestionar su fuerza. El placer ha sido su único deseo por más de cien años, pero ahora querÃa más. QuerÃa lo que era suyo por derecho. Un ceño fruncido arruinó su rostro mientras reflexionaba acerca de su misión, el objeto que se habÃa vuelto su obsesión en tanto que esperaba que renaciera en el mundo de nuevo. El legendario Corazón de Cristal del Guardián.
El Cristal sagrado era una joya del que se decÃa que era capaz de darle a un vampiro la habilidad de caminar más allá de la noche hacia la luz del dÃa. En la leyenda se dice que una chica con sangre inmaculada y el corazón de una niña, poseerÃa la joya dentro de su cuerpo. Ella serÃa una Sacerdotisa de la más alta clasificación y poder, la protectora y guardiana del Corazón de Cristal del Guardián.
Su oscura mirada volvió al cielo nocturno donde una luna rojo sangre se avecinaba en lo alto. â Te he perdido una vez, querida Sacerdotisa, pero no cometas errores: te encontraré de nuevo. â Sus ojos se entrecerraron mientras prometÃa a la noche. â Esta vez los poseeré a ambos, a ti y al Cristalâ¦
*****
Suki habÃa llevado a Kyoko de compras el fin de semana pasado por esta misma razón, solo que no le habÃa dicho a su amiga para qué habÃa sido. Suki también se habÃa comprado un atuendo. Sacándolo del closet, se contoneó dentro de él emocionada. Era un vestido completamente negro y pegado al cuerpo. Se habÃa enamorado de él desde el momento en que habÃa puesto los ojos sobre él.
â Qué bueno que Shinbe no está cerca â, pensó Suki para sà con una sonrisa sabionda mirando el vestido en el espejo. Era bastante corto pero no mostraba demasiado, solo lo suficiente para provocar y dejar vagar la imaginación. Halando su cabello oscuro hacia atrás con una goma elástica negra a juego, Suki aplicó algo de maquillaje y agarró sus llaves, rumbo al apartamento de Kyoko, al lado.
Kyoko salió de su habitación esperando tener tiempo de comer algo antes de salir, pero antes de que siquiera llegara a la cocina alguien golpeaba la puerta.
â Dios, espero que no sea Toya â, dijo y se preguntó si siquiera deberÃa responder. Aún tenÃa 20 minutos antes de que fuera tiempo de encontrarse con Suki, asà que Kyoko escogió ignorar los golpes de la puerta por el momento por el temor de la persona que estuviera al otro lado.
Es increÃble cómo el miedo te hace sentir de cinco años. La ceja de Kyoko se alzó mientras aguantaba la respiración.
El golpeteo se volvió un poco más fuerte, pero esta vez seguido de una voz. â De acuerdo, Kyoko, sé que estás ahÃ. ¡No me hagas tirar la puerta! â esto lo dijo con una risita.
Kyoko volteó los ojos pensando que Suki sonaba como la ley. Abrió la puerta a su mejor amiga sonriente, quien inmediatamente la agarró del brazo y la sacó del apartamento.
â Vámonos. Tengo un mal presentimiento de que si no nos vamos ahora, Shinbe aparecerá o algo â. Kyoko apenas tuvo tiempo de cerrar la puerta con llave antes de que Suki la empujara hacia afuera.
*****
Kyou apartó las pesadas cortinas negras de la ventana ahora que el anochecer habÃa llegado. Su largo cabello plateado blanquecino se abanicó a su alrededor mientras abrÃa la ventana, permitiendo al venidero viento nocturno acariciar su rostro angélico. Vestido de negro, daba la apariencia de un ángel caÃdo.
El dinero le habÃa traÃdo la libertad de establecer su propio horario y el poder aseguraba que no serÃa perturbado. Comprar el último piso del hotel más costoso de la ciudad le dio la soledad y la vista que querÃa. Mirando al otro lado de la calle, él podÃa ver una fila que se habÃa comenzado a formar en el Club Medianoche, el club más popular de la ciudad. Era el lugar perfecto de las creaturas de la noche para alimentarse.
La fila llena de gente estaba llena de jóvenes chicas universitarias y los jóvenes punk que las seguÃan. Los obsesivos ojos de Kyou brillaron con desdén mientras comenzaba a escanear la fila preguntándose cuál de ellas atraerÃa la atención de aquel a quien él cazaba. ¿Quién serÃa la próxima vÃctima de Hyakuhei?
Kyou podÃa sentir a Hyakuhei dentro de la ciudad y se preguntó si Hyakuhei podÃa sentir la muerte acechándolo. Esta vez las cosas eran diferentes. Kyou lo habÃa encontrado con mucha facilidad, como si Hyakuhei hubiese dejado un rastro para que él lo siguiera. Las muertes y desapariciones de estudiantes universitarias locales era una descarada tarjeta de presentación para Kyou, apuntando a una sola persona.
No le gustaba pensar que Hyakuhei lo estaba guiando hasta aquÃ. â Ya no estoy bajo tu control â, gruñó Kyou mientras sangre caÃa entre sus dedos apretados y sus ojos se tiñeron de rosa. â Tú no tienes ningún poder sobre mÃ⦠¡no más! â calmando su creciente ira, Kyou dibujó de nuevo la máscara sin emociones en sus rasgos, ocultando su aura. Era tiempo de que el depredador se volviera presa.
Si podÃa sentir la fuerza vital de Hyakuhei, Kyou necesitarÃa prudencia para evitar que su creador lo sienta a él también.
*****
Kyoko estaba sorprendida por lo realmente grande que era el club nocturno. Sus labios se separaron cuando Suki entró al estacionamiento masivo. Suki querÃa llegar un poco temprano para evitar la lÃnea, pero por lo que Kyoko pudo notar, una fila ya habÃa comenzado asà que se apresuraron a salir del auto. Kyoko podÃa ver rostros familiares de la universidad a la que iban, y sonrió cuando notó que su viejo amigo Tasuki era uno de ellos.
Tasuki localizó a Kyoko y a Suki desde su lugar entre la multitud. HabÃa dejado que sus amigos lo convencieran de venir y, como no tenÃa nada mejor que hacer ahora que los finales habÃan terminado, voluntariamente habÃa aceptado. Era bien parecido y corpulento, con cabello marrón a la altura de los hombros y ojos marrón chocolate que derretÃan los corazones de todas las chicas.
Tasuki también era uno de los chicos más populares en el campus, pero era más conocido por las notas altas que recibÃa en todas sus clases y era más amable que la mayorÃa de los chicos del campus. Por supuesto, como era uno de los más adinerados de la academia, aunque no actuaba como tal, eso también subÃa su estatus.
Zigzagueando alrededor de la horda de gente, Tasuki se acercó a Kyoko con una sonrisa genuina. La habÃa conocido desde la secundaria y siempre tuvo un encaprichamiento con ella. HabÃan salido por temporadas, pero nada serio⦠más como mejores amigos en realidad y habÃa pasado un tiempo desde que habÃan hecho eso.
Ãl le pedirÃa salir más a menudo, pero ese chico Toya o el jefe de seguridad de la escuela siempre estaban cerca de ella últimamente. PodrÃa jurar que escuchó un gruñido la última vez que se le acercó a ella cuando estaba con uno de ellos.
Con eso en mente, escaneó nerviosamente el área esperando que estuviera sola. No es que les tuviera miedo a ninguno de ellos⦠no⦠nuncaâ¦
Suki pudo ver el nerviosismo de Tasuki y se rio en voz alta. â Está bien, Tasuki. Vinimos solas.
Suki sonrió a la mirada confusa de Kyoko, luego agarró a Tasuki por el hombro halándolo a la fila con ellas. Ella y todo quien lo conociera estaba al tanto del hecho de que sentÃa algo por Kyoko. Bueno, es decir, todo el mundo excepto Kyoko.
Kyoko se sonrojó cuando Tasuki se volteó para encararla. No se habÃa dado cuenta de lo alto que se habÃa vuelto. â Hola Tasuki, ha pasado un tiempo. He escuchado que lo estás haciendo genial con tus notas de nuevo este año â, su rostro se iluminó al darse cuenta de que habÃa pasado demasiado tiempo desde que habÃan salido. Ella siempre se habÃa sentido a salvo cerca de él, justo como mejores amigos. HabÃa extrañado a Tasuki.
Una sonrisa agració sus labios, y le gustó el hecho de haber seguido en contacto con él, incluso si era desde la distancia. Quizás aún tenÃa una oportunidad con ella. Ãl realmente querÃa la oportunidad para demostrarle lo mucho que aún le importaba y lo que querÃa ser con ella, que no estaba âfuera de su alcanceâ como ella siempre pareció creer.
Por alguna razón ella parecÃa pensar que él saldrÃa de su camino para verla solo porque habÃan sido amigos desde secundaria. TenÃa la intención de corregir esa idea equivocada. â SÃ, Kyoko, si alguna vez necesitas alguna ayuda, estarÃa encantado de ser tu tutor en cualquier momento â. Secretamente querÃa golpear su cabeza contra la pared de ladrillo sabiendo que una vez más sonaba como un mejor amigo y no como material para novio.
Suki sacudió su cabeza silenciosamente viendo la miseria en los ojos de Tasuki mientras él le sonreÃa a Kyoko. âPobre chicoâ, pensó para sà mientras una sonrisa traviesa se extendÃa en sus labios. Ãl solo necesitaba un empujón en la dirección correcta.
*****
Los ojos de Kyou se entrecerraron mientras la multitud de niños inocentes crecÃa. âDemasiados para que Hyakuhei escojaâ, reflexionó. Siempre era lo mismo. Quitar la vida y salirse con la suya, justo como ese monstruo se habÃa salido con la suya en el pasado. Sus garras agarraron la repisa de la ventana con frustración preguntándose si podrÃa detener la masacre.
TendrÃa que acercarse y mezclarse con la multitud. Sonriendo ante el pensamiento de su cabello plateado y ojos extrañamente color oro, siempre mezclándose, Kyou volvió su atención a la masa reunida.
Echó un vistazo al estacionamiento una vez más, su vista se detuvo. Su mirada sorprendida se deslizaba sobre un grupo de tres apiñados más cerca del frente de la multitud. El aura que rodeaba el triángulo era sorprendentemente diferente de los otros humanos. El suave tinte de luz blanca pura que rodeaba el grupo deslumbró la visión interna de vampiro de Kyou.
Disminuyendo la intensidad de su mirada, Kyou sacudió su cabeza y ojeó al grupo de nuevo. Incluso con sus sentidos atenuados a propósito, pudo detectar un débil resplandor arremolinado alrededor de las tres figuras. Un débil brillo de polvo de arcoÃris vino directamente de encima de ellos ensombreciendo la luz como para esconderla de sus ojos.
Kyou buscó en el cielo encima de ellos solo para ver la noche. Sus ojos se entrecerraron entendiendo más de lo que se suponÃa antes de devolver su mirada al grupo.
Nunca habÃa visto algo asà en su vida interminable. Un débil recuerdo captó su atención causando que mirara al grupo con los ojos abiertos como platos. Estaba recordando las palabras de su hermano menor antes de que Hyakuhei lo asesinara tan agresivamente. âSi tan solo pudiéramos conseguir el Corazón de Cristal del Guardián, entonces quizás podrÃamos ser libres de la obscuridad, hermano.
Kyou se habÃa burlado al decirle a Toya que la joya era solo un mito e imposible de hallar, incluso en las leyendas. Toya habÃa ignorado esa réplica, â el aura de aquella que protege a la joya brillará con luz santa. ¿No quieres ser libre?
Un sentimiento de melancolÃa se instaló en Kyou con el recuerdo de la pregunta de su hermano. Ãl hubiera dado lo que fuera para liberar a su hermano de la vida a la que Hyakuhei lo habÃa metido. La brisa entró por la ventana soplando su largo cabello lejos de su rostro como diciéndole que se fuera, como si Toya en persona le estuviera diciendo que se fuera.
Reuniendo la obscuridad que rodeaba su letal cuerpo, Kyou emergió desapercibido entre la multitud de juventud ignorante, y su mirada intensa nunca dejó el lugar donde la más pura y suave luz brillaba.
*****
Kyoko soltó una risita cuando vio a Suki moviendo sus cejas detrás de la espalda de Tasuki. Suki habÃa estado saliendo demasiado con Shinbe últimamente. Cruzó los ojos y sacó su lengua casi haciendo a Suki doble en un ataque de risa, luego la mirada despareció instantáneamente cuando Tasuki se volteaba para ver de qué se reÃa Suki.
Esto hizo que Suki se agarrara de la pared para evitar que sus rodillas se desplomaran mientras Kyoko solo se encogÃa de hombros diciendo: â ¿quién sabrá qué mosquito le picó? Ella nunca ha sido normal â. Levantó una ceja añadiendo: â tengo que sacarla de su locura al menos una vez a la semana o se pone incluso peor, y trata de morder los árboles en frente del dormitorio.
Tasuki se sonrió acercándose a la oreja de Kyoko como si fuera a susurrarle pero luego dijo, en una voz suficientemente alta para que Suki escuchara: â quizás a nuestro regreso a casa esta noche deberÃas llevarla de vuelta.
Kyoko asintió felizmente, luego sintió el vello de la nuca erizarse como si alguien la estuviera observando. Esperando que no fuera Toya siguiéndolas, trató de ignorarlo manteniendo su atención en Suki y Tasuki.
Suki finalmente agarró suficiente aliento para recordarle a Kyoko que iban a tener una fiesta de pijamas en la habitación acolchada más tarde en la noche, luego le preguntó a Tasuki si le gustarÃa unÃrseles. â Incluso tenemos una camisa de fuerza para la ocasión â. Sacó su lengua hacia ambos.
â Guarda esa cosa antes de que lastimes a alguien â, le replicó Kyoko y fue rápidamente recompensada cuando la mandÃbula de Suki se cayó.
Mientras la fila comenzaba a avanzar, Kyoko miró sobre su hombro preguntándose quién la estaba observando. Solo vio las luces del estacionamiento y una horda de gente esperando para entrar, luego frunció el ceño a su propia paranoia. El sentimiento de intranquilidad de que alguien la estaba observando se rehusaba a dejarla y la preocupaba. Recordaba a Kotaro advirtiéndola sobre un acosador alrededor del campus y de repente deseó haberle dado una pista de a dónde iban a estar.
Suki tomó su mano y la jaló consigo, puesto que comenzó a retrasar la fila. Kyoko ignoró el sentimiento escalofriante mientras entraban al edificio y su atención era atraÃda hacia el interior del inmenso club.
Kyou la habÃa visto voltearse como si lo sintiera y se preguntara por ello. Los ojos de Kyoko se habÃan dejado llevar muy lentamente hasta el mismo lugar en que él estaba de pie, pero él sabÃa que ella no podÃa verlo en las sombras. Bajo el manto de obscuridad, él la mantenÃa dentro de su visión mientras entraba en el establecimiento.
Su mirada dorada se movió por la habitación sabiendo que habÃa más que humanos en el espacio tenuemente iluminado, pero eran amenazas de bajo potencial y no merecÃan su atención.
Suki los guio a un área cerca del bar para que no tuvieran que ir muy lejos por las bebidas y aún tener una buena vista de la pista de baile. La música ya habÃa comenzado pero no muy alto como para gritar para ser escuchado.
Kyoko estaba estupefacta de lo agradable que era el lugar adentro. Comenzaba a sentirse contenta de dejar que Suki la acosara para venir. Después de todo, tenÃa que haber más para vivir que estudiar, que era todo lo que habÃa hecho por más de una semana. Toda la energÃa en el lugar era adictiva y sonrió con entusiasmo. Era uno de esos raros momentos en que Kyoko habÃa sentido que podÃa pasar cualquier cosa.
En vez de mesas y sillas reales, el establecimiento tenÃa sofás demasiado rellenos aquà y allá con pequeñas mesas de vidrio para colocar las bebidas. El club mostraba principalmente los colores morados, azules y negros, los cuales le daban un toque de misterio y magia con todas las luces cambiando constantemente, y que a su vez creaba la sensación de una pandemia sensual. La atmósfera del club era casi embriagante.
Las sombras profundas le daban privacidad a quienes la buscaban, y Kyoko se sonrojó pensando en las cosas que a veces sucedÃan en las sombras, cosas que ella aún debÃa experimentar. Su mente volvió a preguntarse qué hacÃa Kotaro antes de que ella devolviera rápidamente su atención a sus amigos con un aire de culpabilidad.
Kyou tomó asiento en la esquina más oscura, cerca del aura intensamente pura. Observando al grupo que ahora podÃa ver que el brillo provenÃa solo de una de ellos. Sus ojos se suavizaron por primera vez en innumerables años, por solo un instante al verla sonreÃr capturando la majestuosidad del club. Era como ver al sol y eso era algo que no habÃa hecho en un largo tiempo.
Ella era hermosa, con cabello caoba suelto y largo compensado por la sedosa camisa blanca que usaba.
La mirada de Kyou escaneó su cuerpo perfecto, capturando la piel expuesta en su cintura y la corta mini falda seguida de unas piernas bien formadas antes de levantar de nuevo a su cuello, que estaba expuesto. Siguió el arco arriba hacia su rostro con un gruñido de desaprobación. Estaba volteada a un ángulo y se encontró a si mismo necesitando ver sus ojos, los ojos eran el espejo del alma.
Sus instintos estaban reaccionando de formas en que no habÃa experimentado antes. Este sentimiento que no podÃa describir lo agitaba y de alguna forma le recordaba a su hermano. No le gustaba lo desconocido.
Oscureció las sombras a su alrededor al ella voltearse, haciendo un barrido con su mirada por encima de él pero él los habÃa visto. La vista casi le habÃa quitado la respiración de su cuerpo. TenÃa los ojos de esmeralda cubierta de inocencia, pero también pudo ver la travesura y el poder escondido ahÃ.
Kyou apretó su puño tan fuertemente que pudo sentir gotas de sangre formarse donde sus uñas afiladas habÃan perforado su piel. ¿Por qué habÃa ese tipo de inocencia aquÃ, en un lugar como este? No deberÃa estar permitido. Sintió un gruñido comenzar en el fondo de su pecho y trató de suprimirlo.
Si esta corazonada era correcta y Hyakuhei hiciera una aparición, entonces las cosas se podrÃan poner muy peligrosas muy rápido. ¿Era ella la que tenÃa el Corazón de Cristal del Guardián en su interior? Las palabras de su hermano vinieron una segunda vez para atormentarlo.
â⦠hermano, si lo encontramos entonces podemos ser libres de élâ¦â
Bloqueando los demás sonidos dentro del club, Kyou dirigió todos sus sentidos a ella, asà podÃa saber más y prepararse. Sus encantados ojos color oro casi brillaron mientras se metÃa en los pensamientos del grupo sentado en la mesa de ella. Escuchar los pensamientos de mortales era un vicio que no habÃa usado en un largo tiempo.
Tasuki se ofreció a buscar la primera ronda de bebidas ya que el barman era su primo. No iba a desperdiciar su única oportunidad de impresionar a Kyoko. Ãl sabÃa que ella pensaba en él como un amigo, pero él querÃa mucho más, si tan solo ella pudiera abrir sus ojos y ver la devoción que él le ofrecÃa. Nunca habrÃa un hombre que pudiera amarla más que él. Era simplemente imposible.
Suki sonrió al escuchar que él conocÃa al barman y le pidió a Tasuki que les trajera a todos unos tés Long Island bien frÃos. Tasuki le dedicó un guiño sonrojado a Kyoko, asintiendo y diciéndoles que volverÃa pronto. Se fue a buscar las bebidas de las chicas lo más rápido posible.
Los ojos de Kyoko se redondearon mientras clavaba los ojos en Suki. â ¿Té Long Island? Pero si somos⦠â Suki movió una mano desdeñosa para callarla.
â Vamos Kyoko. ¡Vive un poco! Los finales se acabaron y además⦠hemos bebido antes â, Suki trató de calmar a Kyoko al sonreÃr y voltear sus ojos. Esperando cambiar de tema, agregó: â debo admitir Kyoko que en ese atuendo y tus curvas⦠no te ves menor de edad â. Se rio en voz alta ante la mirada sorprendida en el rostro de Kyoko.
Kyoko miró a Suki escépticamente. â Dos veces, Suki. He bebido dos veces y apenas recuerdo cada vez⦠y no necesito vestirme asà para probar qué edad tengo â. Kyoko se ruborizó al poder recordar lo que se presentó la última vez en su cumpleaños. Por Suki, ella no recordaba mucho sobre su propia fiesta de cumpleaños.
Recordaba el enorme bol de fruta que Suki le habÃa dado con una sonrisa tan inocente. SabÃa de la debilidad de Kyoko por la fruta y habÃa jugado con eso. Kyoko se habÃa comido casi todo el bol sin darse cuenta de que habÃa sido impregnado de alcohol.
âElla me va a meter en problemas de nuevo⦠¡eso lo sé!â Lloriqueó Kyoko silenciosamente para sà y mentalmente se desplomó derrotada. Los otros solo habÃan bromeado sobre esa noche, algo sobre cómo Kyoko habÃa olvidado caminar⦠¡o hablar!
Suki sonrió, encogiéndose de hombros. â Asà que esta es la tercera vez â. Le sonrió contenta a Tasuki mientras traÃa las bebidas agarrando uno para ella ansiosamente.
Kyoko mordió sus labios, luego balbuceó algo sobre âtres strikes y estás fueraâ, pero se volteó y sonrió a Tasuki de todas formas. HabÃa algo como presión de grupo después de todo, y siendo lo inocente que era, se rindió.
â Tres tés Long Island como se solicitó â. Tasuki se sentó entre las chicas y dio un sorbo a su bebida. Sintió el calor alzarse de repente dentro de la habitación porque la bebida estaba muy fuerte. Mirando de reojo detrás de Kyoko vio a su primo detrás de la barra. La sonrisa traviesa en el rostro de su primo le hizo saber que las bebidas estaban más fuertes de lo normal.
Tasuki sacudió la cabeza y miró de vuelta a las chicas. â Por los finales, para que los pasemos todos brillantemente â, brindó Tasuki. Luego mirando a Kyoko a los ojos agregó: â Y porque no perdamos contacto con el otro de nuevo, sin importar qué.
Kyoko se sonrojó y sonrió tÃmidamente mientras tomaba su bebida de su mano extendida. Tomando un sorbo apresurada, sus ojos se abrieron cuando decidió que en realidad le gustaba el sabor. â Si no puedes vencerlos, úneteles â, guiñó el ojo a Suki con cordialidad.
Metió de golpe una pajilla en la bebida y a los diez minutos siguientes de risas y payasadas, el té helado Long Island desapareció. A Kyoko se le ruborizaban las mejillas en tanto que los efectos del alcohol lentamente fluÃan por su cuerpo.
Y Tasuki, habiendo tomado el suyo a la misma velocidad que Kyoko, ahora se sentÃa más cómodo y con un poco más de valor al preguntar a las chicas si querÃan bailar. Sus ojos se oscurecieron atractivamente mientras tomaba la mano de Kyoko y la guiaba a la pista de baile con Suki sosteniendo la otra mano de Kyoko.
Ãl solo supo que esta noche serÃa la mejor de sus noches en la universidad y nunca olvidarÃa un solo momento de ella.
A tan solo unos metros de distancia, Kyou observó al joven llamado Tasuki estirar el brazo y tomar la mano de la chica de ojos verdes y sintió la necesidad de romper los dedos ofensivos del joven atreviéndose a tocarla. Los sentimientos inocentes por la chica se podÃan leer claramente en sus ojos y pensamientos, pero aún no confiaba en él.
Kyou lo habÃa visto suceder muchas veces observando la vida nocturna. Un joven les da bebidas a las chicas y luego toma ventaja de su inocencia. Sus ojos se tiñeron de carmesà mirando al chico guiar a las chicas a la pista de baile. Kyou sintió la necesidad de tomar a la chica de cabello caoba y esconderla de cualquiera que quisiera herirla o poseerla.
Se preguntó ligeramente por su propia posesividad hacia la chica. Si ella era la que retenÃa el Corazón de Cristal del Guardián, entonces, ¿qué deberÃa él hacer? Una cosa que Kyou sabÃa era que, antes de dejar que Hyakuhei la tuviera, la matarÃa con sus propias manos.
Si la leyenda era cierta y Hyakuhei ponÃa sus manos en el poder del Corazón de Cristal del Guardián, no habrÃa forma de detenerlo.
*****
Kamui se sentó invisible, encima de uno de los altavoces enormes en frente del DJ viendo la pista de baile donde Kyoko y Suki estaban bailando con un joven. Levantó una ceja cuando se dio cuenta de quién era este chico. Una sonrisa muy secreta ladeó sus labios viendo la tonalidad amatista que se adherÃa al chico.
Su atención volvió al otro hombre que estaba acosando a la Sacerdotisa. Ya habÃa tratado de detener la atracción una vez cuando Kyoko aún estaba en la fila, pero el viejo guardián era terco como siempre. Las vibras que Kyou daba eran pesadas y algo contaminadas.
â Kyou, ¿en qué estás pensando? â se preguntó Kamui en voz alta sabiendo que nadie podÃa escucharlo o verlo. Observando a Kyou observar a Kyoko, reconoció el destino cuando lo vio. El destino siempre habÃa atraÃdo a los Guardianes hacia la Sacerdotisa⦠sin importar el mundo o la vida.
Secretamente deseó poder organizar un lugar donde Toya y Kyou se vieran pero aprendió a no tratar de usar sus poderes en Kyou. Sintió escalofrÃos subir por su brazo al pensar en molestar al peligroso Guardián dorado.
Su mirada escaneó la multitud de nuevo sabiendo que Kyou no era por quien deberÃa estar preocupado. HabÃa otros dentro del club que no eran humanos, pero podÃa sentir la verdadera obscuridad acercarse por momentos. Se preguntaba si Kyou podÃa sentirlo también.
Kamui asintió para sÃ. Lo mejor que podÃa hacer por ahora era ayudar a esconder los poderes de Kyoko de ojos entrometidos. Con ese pensamiento, saltó de los altavoces pero sus pies nunca golpearon el suelo del club de baile.
CapÃtulo 4
Mientras el trÃo entraba en la abarrotada pista de baile, Suki y Kyoko inmediatamente comenzaron a mover sus cuerpos al ritmo de la música dejando a Tasuki mirar con fascinación. Los cuerpos calurosos a su alrededor hicieron que su piel se ruborizara mientras el alcohol fluÃa por sus venas.
El cuerpo de Suki se movió más cerca del de Kyoko poniendo sus brazos alrededor del cuello de la otra y comenzaron a bailar. Riéndose de las payasadas de la otra, bailaron como amantes perdiéndose en el ritmo de la música. Se habÃan enseñado a bailar asà en la escuela elemental hacÃa mucho tiempo.
Atrapadas en el momento de pura diversión sin adulterar, las chicas se habÃan olvidado momentáneamente de su tercer acompañante.
Tasuki miró a ambas amigas bailando apasionadamente juntas y sintió calor en sus mejillas. â¡Guao!â Su cuerpo reaccionaba a la escena que se interpretaba en frente de él. Se sentÃa como si su respiración fuera golpeada fuera de sus pulmones. Mirando el cuerpo de Kyoko frotándose contra el de Suki mientras sus manos vagaban por el cuerpo de la otra casi era más de lo que podÃa soportar.
Tasuki decidió que querÃa sumarse a la diversión, y obligó a sus pies moverse antes de que perdiera el valor.
Deteniéndose justo en frente de Kyoko, pudo ver que sus ojos estaban cerrados mientras se movÃa contra Suki. Su mirada enzarzada con la de Suki en tanto ella sonreÃa y bajaba detrás de Kyoko lentamente volviendo a subir, acariciando con sus dedos las caderas de su amiga. Esperaba que Tasuki tuviera suficiente valor para bailar con Kyoko asÃ.
â ¿Por qué no te nos unes? ¡Esto es demasiado divertido! â se rio agarrando a Tasuki por la hebilla del cinturón, tirando de él sonrojándose contra Kyoko.
Los ojos de Kyoko se abrieron como platos de la sorpresa sintiendo un cuerpo duro, definitivamente masculino golpearla de una manera muy Ãntima. Un rubor encendió sus mejillas cuando se dio cuenta de que Tasuki la sostenÃa cerca. â ¡Ey! â sonrió tÃmidamente, y decidió que le gustaba la forma en que se sentÃa su cuerpo contra el de ella. SabÃa que podÃa confiar en que él no pasarÃa los lÃmites. Ãl siempre era un caballero.
Sintiéndose osada, Kyoko continuó bailando con Suki moviéndose detrás de ella poniendo una mano en el hombro de Tasuki⦠alentándolo silenciosamente.
Tasuki no necesitaba nada más que ese simple movimiento para agarrar las caderas de Kyoko y comenzar a moverse con su cuerpo. SentÃa que estaba en el cielo con la chica de sus sueños bailando seductoramente contra él. Sintiendo cada curva de su cuerpo frotarse contra él era una dulce tortura que nunca habÃa experimentado.
Sus ojos marrones se suavizaron seductoramente en tanto todo su cuerpo se sentÃa como si estuviera quemándose y querÃa sentir tanto de ella como fuera posible. Presionándose más cerca de Kyoko, comenzó a bailar contra ella, moviendo su cuerpo caliente con el suyo como un amante perdido hace mucho tiempo.
Kyoko miró hacia arriba a los ojos de Tasuki y se dio cuenta por primera vez de que eran bonitos copos amatista rociados de orbes chocolate. âHermosoâ¦â era la única palabra que le vino a la mente. Mientras más profundo mirara⦠más le recordaba a Shinbe.
*****
El humor de Toya no habÃa mejorado desde que fue al dojo de la universidad esperando quemar un poco de vapor. HabÃa decidido que mejor se iba rápidamente cuando estropeó el saco de boxeo de quinientos dólares. No era su culpa que estuviera imaginando el rostro de Kotaro cuando lo golpeaba.
â ¡Chica estúpida! â gruñó. â¿Por qué siempre era tan difÃcil de manejar?â Miró hacia nada en particular pensando en el molesto guardia de seguridad con el que Kyoko habÃa salido.
Aún se sentÃa lÃvido de cuando escuchó la voz de Kotaro en el apartamento de Kyoko más temprano. Nada le hubiese gustado más que arrancar la cabeza del hombre y meterla donde el sol no le alcanzarÃa. Toya siempre tuvo un sexto sentido sobre cosas y sus sentidos le decÃan que Kotaro no era lo que aparentaba ser.
â Un lobo con ropa de oveja va más como él â. Sonrió, luego se sintió ligeramente culpable porque también le escondÃa cosas a Kyoko. Cosas que él no podÃa explicar.
HabÃa aprendido desde pequeño a esconder sus habilidades inusuales de otros, habilidades como fuerza inhumana y velocidad, asà como sus intensificados sentidos del olfato y la vista. El único problema era que venÃan y se iban cuando querÃan. No podÃa evocarlos en un momento y quizás era algo bueno.
Perdido en sus pensamientos, la piel de Toya se erizó al notar al guardia apoyado contra la puerta del edificio de seguridad. âHablando del rey de Romaâ. Toya miró a Kotaro, casi caminando más allá de él y luego se detuvo sobre sus pasos. â ¿Qué demonios estás haciendo aquÃ? â gruñó.
Sin prisa, Kotaro se levantó a su máxima altura y caminó hacia donde la supuesta cita de Kyoko estaba de pie gruñéndole. Mirando alrededor y sin verla por ninguna parte, su comportamiento relajado se tensó y Kotaro perforó a Toya con una mirada furiosa. â ¿Dónde está Kyoko? Pensé que estarÃa contigo esta noche.
Si habÃa algo que Toya odiaba era ser confundido y ahorita no estaba de humor para eso. â Tú estúpido malparido⦠pensé que tenÃa una cita contigo â, le espetó sin pensarlo.
La jaula de Kotaro ahora estaba seriamente agitada. Kyoko le habÃa dicho que iba a salir con Toya y habÃa sido una mentira. â ¡Maldición!
Sin darle una segunda mirada, se fue en dirección al lugar donde vivÃa Kyoko esforzándose contra la necesidad de usar su velocidad antinatural. ¿Por qué le habÃa mentido? Si él hubiese sabido que no estarÃa con el imbécil, la hubiese seguido.
Toya sintió pánico por un momento cuando vio que la preocupación se filtraba a los ojos de su rival y la forma en que se fue a una velocidad vertiginosa no lo hacÃa sentirse mejor. Algo dentro de él confiaba en Kotaro completamente, pero nunca le dirÃa eso.
Sin siquiera pensar lo que estaba haciendo, se fue detrás de Kotaro a ver a dónde iba. Fácilmente alcanzándolo pero dándose cuenta de la velocidad a la que ambos iban, algunas de las sospechas de Toya se confirmaban. Kotaro era más de lo que parecÃa⦠¿tenÃan el mismo ADN o algo? Apretó sus dientes sin gustarle ese pensamiento.
En un minuto, Kotaro estaba golpeando la puerta del apartamento de Kyoko esperando contra todo pronóstico de que realmente estuviera allÃ. Golpeando ambas palmas contra la inocente puerta gritó: â ¡Demonios, Kyoko! ¿Dónde estás? â temor y preocupación se filtraron por cada poro de su ser. â Esto no es bueno â, gruñó.
â ¿Qué no es bueno? â reclamó Toya de pie detrás de Kotaro.
Las vibras que transmitÃa Kotaro hacÃan que el pecho de Toya doliera con su intensidad. Si hubiese sabido que Kyoko no estaba con Kotaro, hubiese venido para estar cerca de ella. Debió haber seguido sus instintos y venir de todas formas. TendrÃa que ponerle una correa a esa chica tarde o temprano.
Kotaro se balanceó habiéndose olvidado de Toya completamente en su prisa de llegar con Kyoko. Ahora teniendo a alguien con quien descargar su ira, se descargó. â ¡Pensé que estaba contigo! â Kotaro tensó su puño y atrajo su rabia dentro de sà antes de ir demasiado lejos. â ¿Y cómo demonios fuiste capaz de mantener el paso? No importa, no respondas eso.
Toya lo miró fijamente, sorprendido de que el guardia de seguridad se diera cuenta, pero que se encogiera de hombros a ello. â Simplemente soy asà de rápido imbécil.
Calmando su lado dominante, Kotaro abrió sus perforadores ojos azul hielo, entrelazándolos con la persona que lo iba a ayudar a encontrar a âsu Kyokoâ. Era suficientemente malo que Toya no hubiese renacido como vampiro para que pudieran simplemente resolverlo a puñetazos, pero ahora Toya estaba recuperando sus habilidades del pasado y no tenÃa idea de por qué. Para colmo, el mejor amigo de Toya era Shinbe y Shinbe no tenÃa idea de su pasado tampoco.
Kotaro golpeó la palma de su mano contra su sien preguntándose por qué carajo confiarÃa en Toya para cuidarla⦠por segunda vez, cuando habÃa fallado la primera. El hecho de que Toya no recordara nada, hacÃa imposible para Kotaro vociferarle. Inhaló profundamente ante la verdad, ambos le habÃan fallado. Sus labios se estrecharon mientras miraba silenciosamente.
Toya lanzó una sonrisa poco entusiasta. â Asà que te mintió y te botó diciendo que iba a salir CONMIGO. ¡Ja! â aunque sabÃa que eso era más o menos lo que ella habÃa hecho con él, no dejarÃa que Kotaro lo supiera.
Kotaro tomó otra respiración profunda tratando de mantener su temperamento bajo control. Era como hablar con un maldito chiquillo. â Esto no es un juego, punk. Chicas han desaparecido de derecha a izquierda del campus y de la ciudad por más de un mes. Ahora, ninguno de los dos sabe dónde está Kyoko â. Kotaro podÃa escuchar el pánico en su propia voz, pero lo ignoró. â ¿Tienes alguna idea de a dónde pudo haberse escapado?
Toya podÃa sentir su pecho destrozarse de preocupación pensando que Kyoko estuviese en peligro. â ¡Maldita sea! â Se volteó hacia la puerta de Suki y comenzó a golpear hasta que escuchó la puerta agrietarse haciendo que aflojara el golpeteo. Sin respuesta.
â ¡Mierda! â Cerca de un estado de pánico, Toya buscó a tientas su celular esperando que Shinbe supiera dónde estaban las chicas. â ¡Sátiro libidinoso, atiende! â gritó al teléfono que aún llamaba. Después del cuatro timbrazo Shinbe finalmente respondió.
â ¡Shinbe! ¿Sabes dónde están Suki y Kyoko? â miró a Kotaro cuando se le acercó como esperando escuchar la respuesta.
En el otro extremo del teléfono, Shinbe sonrió una sonrisa reveladora. â Quizásâ¦
*****
Kyou siguió escondido dentro de la obscuridad mirando a la chica bailar con sus amigos. HabÃa descubierto que su nombre era Kyoko al escuchar su conversación. Hasta ahora, el chico llamado Tasuki habÃa mantenido sus manos para sà mismo, lo que era algo bueno considerando que Kyou habÃa decidido dejarlo vivir mientras no se acercara demasiado a ella. ParecÃa suficientemente inofensivo; si no, al menos un poco obsesionado con ella.
Se habÃan abierto espacio hacia la pista de baile, la chica y su amiga habÃan comenzado a bailar juntas. La forma en que estaban bailando era indecente. âDebe ser el alcohol que consumió tan rápidamenteâ, se le dificultó pensar de otra forma.
Un gruñido grave vibraba en su pecho mientras su visión era obstruida por un grupo de humanos punk. Escuchado su advertencia, luego viendo la mirada dorada escalofriante que les dio, rápidamente se retiraron al otro lado del club. Las esquinas de los labios de Kyou dieron el indicio de una sonrisa divertida sobre la forma en que se dispersaron inmediatamente.
Devolvió su atención a la pista de baile enfocándose en la chica joven que lo dejó perplejo. La visión que lo saludó hizo que su sangre hirviera de ira. Un gruñido violento vino de un lugar desconocido mientras los ojos dorados destellaron rojo con sangre.
El inofensivo Tasuki estaba bailando con Kyoko como si tratara de seducirla.
*****
Kyoko estaba perdida en la sensación de las manos de Tasuki en sus caderas, acariciando la piel desnuda de su cintura mientras él tomaba control de su danza. En realidad se veÃa alucinante con su cabello desordenado y bailando sensualmente con ella. Una risita escapó de sus labios al cambio de sus pensamientos.
Mientras lo sentÃa acariciar su piel expuesta en la parte baja de su espalda, ella se dio cuenta de que sus ojos casi se volvÃan puro amatista.
Suki, decidió que podrÃa probar algo frÃo y mojado, y le dio una nalgada a Kyoko. â ¡Vamos, ustedes dos! ¡Requiero alimento! â Se rio por su tonta frase arrastrando a la pareja de vuelta a la mesa que habÃan ocupado antes en la espera de otra bebida.
*****
Kyou se levantó tratando desesperadamente de calmar su sangre rabiosa. Su usual control vestido de hierro y frÃo comportamiento se habÃa desvanecido completamente al ser testigo del chico Tasuki que estaba bailando con Kyoko como si fuera su amante.
En el descanso de su mente, sabÃa que debÃa calmarse rápidamente, de otra forma, Hyakuhei sentirÃa su presencia si no lo habÃa hecho ya. Tomando un respiro firme y profundo, mentalmente se reprendió por su estupidez.
Durante siglos habÃa sido un frÃo demonio de la noche sin emociones. Su resolución era como una montaña que nunca se movÃa y no podÃa forzarse a ser sumisa. Sus emociones eran bien conservadas dentro de su frÃo exterior, irrompible por una razón: para que pudiera esconder su aura del verdadero enemigo.
En una noche, la presencia de una chica joven, más allá de inocente y pura, habÃa causado que flaqueara por primera vez en su vida de muerto viviente.
Ajenos al enfurecido vampiro de cabello plata, el trÃo se abrió paso de vuelta a sus asientos previos. La risa inocente de Kyoko flotó hasta él, casi calmando su rabia. Un poco de su tensión aminoró y se preguntó por qué habÃa actuado tan posesivamente hacia la chica.
Entrecerró los ojos, lanzando dagas al chico con ella prometiendo una muerte agonizante si siquiera caminaba de puntillas fuera de la lÃnea una vez más. Ella necesitaba un Guardián.
Kyou no podÃa entender la atracción tan fuerte que sentÃa hacia ella, pero observarla se habÃa vuelto adictivo. Su belleza e inocencia lo habÃan fascinado mientras comenzaba a preguntarse si su piel era tan suave como parecÃa. Ver otro vaso del lÃquido contaminado deslizarse frente a ella le enfurecÃa.
Con cada sorbo que tomaba, el resplandor de luz pura que la rodeaba parecÃa titubear y debilitarse. Ya era mucho más difÃcil de detectar. Si seguÃa bebiendo del agua del demonio que estaba puesto frente a ella, pronto caerÃa en la obscuridad.
Como si lo desafiara, miró a la chica quitar la pajilla de la copa y presionarla contra sus labios, drenando el resto del lÃquido contaminado.
Kyou hizo algo que no habÃa hecho en siglos⦠sonrió, sabiendo que ahora su secreto estarÃa a salvo del mal que acababa de entrar al club nocturno. Quizás ocultar el aura de ese tipo de inocencia inimaginable de la hermosa chica no era tan malo después de todo.
Kyou retrocedió a la obscuridad mientras su enemigo salÃa de ella.
*****
Hyakuhei caminó a través de la puerta sin darse por advertido de los secuaces que lo seguÃan en su sombra. PodÃan buscar su propio entretenimiento para la noche. Ellos solo entorpecerÃan sus planes para la tarde, en caso de que les permitiera unÃrsele. Sus ojos carmesà escanearon la exhibición de carne caliente delante de él con interés.
HabÃa sentido vida aquÃ, escondida en alguna parte entre los humanos. Lo habÃa llamado como a un amante ansiaba su caricia, pero ahora la sensación de caricias casi se habÃa desvanecido, como si se hubiese apagado.
Se habÃa alimentado bien la noche anterior y no sentÃa la necesidad de alimentarse de nuevo tan pronto. No⦠esta noche tenÃa algo más en mente.
Esta ciudad guardaba el poder del legendario Corazón de Cristal del Guardián, estaba seguro de eso. Todos los caminos que habÃa tomado, buscando la luz escondida, lo habÃan llevado a este lugar. Incluso ahora, podÃa sentir la escurridiza luz escondida bajo la obscuridad mientras se apoyaba contra la pared, mirando a los humanos.
Varios de los mortales ignorantes ya lo habÃan notado y supo que vendrÃan por él, erróneamente ofreciendo sus almas.
La simple atracción de alto, oscuro y bien parecido siempre le habÃa facilitado capturar a su presa. Su largo y oscuro cabello fluÃa a su alrededor en ondas como el fondo por su buena y sin igual apariencia. PodÃa sentir la lujuria emanando de los humanos, pero esta noche no le prestó atención.
Esta noche, buscarÃa a quién podrÃa poner bajo su control. A veces convertÃa un alma ignorante simplemente para matarle la noche siguiente. Solo otorgaba el regalo de la vida eterna cuando le era apropiado y eso era menos de una vez cada siglo. Pero esta noche, buscarÃa a alguien que lo asistirÃa en su misión de determinar quién resguardaba el Corazón de Cristal del Guardián.
Los ojos de Hyakuhei se oscurecieron con sus pensamientos. La última vez habÃa estado muy cerca del misterioso Cristal de la leyenda, la chica que llevaba el poderoso Cristal habÃa percibido su intención. Antes de que pudiera detenerla, se habÃa suicidado⦠llevando el Cristal con ella y más allá del alcance de Hyakuhei una vez más.
Su mente se dejó llevar por la nostalgia. HabÃa sido tal desperdicio⦠por ser la chica incomparable en belleza y de pureza incontaminada. Su cuerpo delgado no hacÃa movimiento mientras buscaba sin prisa entre la multitud con ojos de medianoche.
El Cristal únicamente resurgÃa cada cien años de acuerdo con los pergaminos antiguos que habÃa tomado del brujo Shinbe antes de quitarle la vida. Sus labios dieron un indicio de sonrisa cruel recordando ese asesinato en particular, ciertamente bastante delicioso.
Contando los años desde ese momento, la doncella elegida que ahora llevaba el Cristal cerca de su corazón ahora tendrÃa veinte años, posiblemente un poco más joven. Hyakuhei lo habÃa sentido entre las inmediaciones de la universidad y ahora aquà entre la multitud de estudiantes universitarios en el club.
El hecho de que esta ciudad estaba construida en el mismo suelo donde el Cristal se habÃa desvanecido solo confirmaba que serÃa el mismo lugar para su reencarnación.
Si él no podÃa encontrar a la portadora del Corazón de Cristal del Guardián, entonces reclutarÃa a uno que fuera aceptado entre ellos y pudiera ayudar con su búsqueda. Un no humano, una creatura de la noche, por encima de todos podrÃa detectar el poder que él querÃa y deseaba para sÃ.
Una sonrisa maliciosa agració sus labios perfectos con anticipación de la emoción de la caza. Habiendo llamado a sus hijos preferidos para unÃrsele, esta vez tendrÃa lo que deseaba. HabÃa estado en la obscuridad por demasiado tiempo e incluso las cosas más placenteras comenzaron a aburrirle.
Hyakuhei querÃa algo nuevo y un reto era justo lo que necesitaba para despertarlo de su larga vida de sueño. Vagamente, pudo sentir un alboroto en el aire y sonrió intencionadamente. No habÃa prisa⦠porque qué era el tiempo⦠para un vampiro.
*****
Tasuki miraba asombrado mientras Kyoko se bajaba lo último de su té helado Long Island. Sus ojos ahora suaves miraron de vuelta al suyo que seguÃa lleno, una mirada preocupada en su rostro. â Eh, Kyoko, si tienes sed podrÃa buscar té de verdad del bar, si quisieras â. Sonrió viendo a Kyoko sonrojarse al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
Suki levantó una ceja notando el vaso vacÃo de Kyoko e internamente se encogió sabiendo que Kyoko la matarÃa felizmente mañana por la resaca. Se encogió de hombros mentalmente convenciéndose de que esta noche estaban celebrando y que Kyoko la perdonarÃa⦠eventualmente.
Mirando a Tasuki con su mejor expresión de âpor favor ayúdame, estoy en problemasâ, Suki accedió. â Pienso que esa puede ser una buena idea â. Le guiñó el ojo en apoyo y con picardÃa traviesa por debajo.
Siempre le habÃa gustado Tasuki y frecuentemente deseaba que Kyoko saliera con él más a menudo, en vez de Toya, quien le gustaba, pero no siempre trataba a Kyoko tan bien como deberÃa. Estaba contenta de que Kyoko pudiera dar tan bien como recibiera y no dejara que Toya le pasara por encima.
Luego estaba Kotaro, quien se llevarÃa a Kyoko y se casarÃa con ella si tuviera la oportunidad. Ãl era agradable y la trataba como a una diosa, pero Suki tampoco estaba cómoda con la idea de perder a su mejor amiga.
Los ojos de Suki se iluminaron al pensar en presionar a Tasuki y Kyoko para que estén juntos, especialmente después de la forma en que bailaron justo ahora. Ella habÃa aprendido a que no la atraparan haciéndolo, porque Kyoko podÃa ser aterradora cuando estaba furiosa. Una chica tendrÃa que tener valor para salir con los dos impulsivos con los que ella estaba saliendo. La sonrisa de Suki se suavizó pensando en su propio novio, aunque nunca admitirÃa tal tÃtulo.
Shinbe estaba tan loco como cualquiera de los dos con los que salÃa Kyoko, si no más.
Volviendo sus pensamientos al presente, Suki se levantó con una sonrisa traviesa. â Trataré de convencer al DJ de que ponga mi canción favorita, ¡ya vuelvo! â Con eso dejó a los dos solos a expensas de sus propios recursos. Secretamente, esperó que el tiempo juntos a solas iniciara una pequeña llama ardiente entre esos dos.
Kyoko miró de vuelta a Tasuki sintiéndose aturdida y sonrió de manera culpable. â Me encantarÃa algo de té⦠o quizás café serÃa incluso mejor. Aunque a veces el mareo de la cafeÃna es casi tan malo â. Se rio de su propia broma, â si no te molesta buscarlo mientras voy al baño de damas â. Tomó la mano extendida de Tasuki y le dejó ayudarla a levantarse.
Kyoko parpadeó rápidamente en cuanto las cosas comenzaron a verse borrosas y luego rio. â ¡Ya vuelvo! â Escaneó las paredes buscando la dirección del baño de damas. Viéndolo cerca de la puerta principal, se fue esperando que no se viera tan tambaleante como se sentÃa. Quizás si salpicara algo de agua frÃa en su rostro y no tomara más alcohol esta noche, estarÃa bien.
El cuerpo de Kyou se tensó mirando a la chica caminar directamente hacia el último lugar al que querÃa que fuera, la entrada⦠y al enemigo. Sus acechantes ojos dorados se tiñeron de rosado y con un gruñido irritado, su silueta se desvaneció como si nunca hubiese estado ahÃ.
La mente abrumada de Kyoko se preguntó por qué habÃan puesto los baños tan cerca del frente de la puerta mientras miraba una horda de gente que aún llegaba al club. Algunos de los recién llegados parecÃan ya estar bien en el ambiente fiestero y el ruido dentro del salón de baile se amplificó.
Yohji, uno de los chicos del campus, vino tambaleándose, sin ver por dónde iba. Su hermano ya lo habÃa convencido de ir a un par de bares por el camino más temprano y acababan de irse del último para probar este. Volviéndose para llamar a su hermano, Hitomi, chocó contra un cuerpo suave y caliente.
Escuchando un grito femenino, Yohji instantáneamente extendió los brazos y la atrapó con ambos brazos. Mientras sus ojos se iluminaban ante la cara de la que sostenÃa, una sonrisa salvaje se extendió por sus labios. â ¿Kyoko?
Una vez que la habitación decidió dejar de dar vueltas y estuvo derecha de nuevo, Kyoko miró hacia arriba al chico que le habÃa cortado el paso, luego jugando al héroe todo en una caÃda. â Yohji⦠hola⦠â Kyoko se sonrojó cuando la sostuvo más cerca de él e inmediatamente empezó a sacudir su salida.
â¡No es bueno! No es bueno.â Cantó alguna parte dentro de su cabeza⦠podÃa escuchar la advertencia fuerte y clara.
Se habÃa encontrado varias veces con Yohji en la escuela y aunque fuera un gran jugador con las chicas, extremadamente bien parecido y uno de los tipos populares deportistas, ella siempre trató de evadirlo. Era demasiado agresivo para su gusto y escogió estar lejos de él y del grupo con el que salÃa.
â Estoy bien ahora Yohji, ahora me puedes soltar â, sonrió, escondiendo su ansiedad, tratando de mantenerse serena y no empezar una escena.
Yohji no aflojó su agarre en ella y le dio una sonrisa perversa ante su inquietud. â ¿Por qué te dejarÃa ir ahora que finalmente te tengo en mis brazos, Kyoko?
Sus ojos ya estaban llenos de lujuria cuando su rostro tomó la apariencia de un depredador. HabÃa estado detrás de ella por un largo tiempo y ella nunca le daba la hora. Bueno, ahora que ninguno de sus guardaespaldas estaba cerca para detenerlo, ella no se iba a escapar tan fácilmente.
Hyakuhei miraba la escena sucediendo a pocos pasos de él con interés. PodÃa ver al chico perfectamente, pero solo podÃa ver la espalda de la mujer. âEsa chicaâ¦â sus ojos tomaron un brillo espeluznante mirándola. PodÃa oler su nerviosismo y pureza tanto que estaba abrumando sus sentidos.
En cuando al chico que la sostenÃa, su lujuria llenaba tanto el aire que se podÃa saborear. Los ojos de Hyakuhei se entrecerraron mientras la necesidad de matar al punk comenzó a arder dentro de sus venas. Caminó hacia el frente solo para encontrar un escudo de polvo de arcoÃris bloqueando su camino. El brillo reconfortante se instaló en tanto se apoyaba contra la pared una vez más entrecerrando los ojos con recelo. ¿Era protegida por el inmortal?
Extendió el brazo para tocar lo que quedaba de la barrera y dejó que el sentimiento relajante lo bañara. Un efecto tan tranquilizante no suprimirÃa sus malas intenciones por mucho. â Niños pequeños y sus juegos â, sonrió mientras sus ojos de medianoche volvÃan a la chica.
Su aura lo habÃa agarrado con la guardia baja. Su mirada vagó por su encantador cuerpo y su piel brillaba como el rocÃo en una flor antes de la primera luz del amanecer. La necesidad de tocarla abrumaba sus sentidos tomando otro paso desconocido hacia ella⦠esta vez ignorando el molesto escudo inmortal de brillo protector.
Justo cuando estuvo a punto de tomar a la chica entre sus brazos, otra ola de egoÃsmo lo golpeó como un puñetazo fÃsico. El aura familiar acarició sus sentidos, una que no habÃa sentido en décadas. Dando una última mirada a la chica que habÃa mentalmente asegurado, sus ojos oscuros se suavizaron brevemente mientras tomaba su decisión. Ãl la tendrÃa⦠pronto.
Una sonrisa inclinó sus labios maliciosos a la nueva aura retrocediendo hacia la obscuridad fuera de la vista. â Asà que mi obstinado Kyou ha decidido unirse al juego⦠vamos a ver cuáles son sus verdaderas intenciones.
******
Toya estalló dentro del apartamento que compartÃa con Shinbe, pero cuando no vio a su amigo comenzó instantáneamente a gritar. â ¿Shinbe, dónde diablos estás? â TenÃa mucha rabia y por obvias razones tenÃa un mal presentimiento sobre la seguridad de Kyoko, especialmente después de que Kotaro le informara sobre las otras chicas perdidas⦠eran muchas.
Ya sus nervios se dispararon y si no posaba sus ojos en Kyoko pronto, iba a romper algo. De nuevo, cuando pusiera sus ojos en ella tendrÃa suerte si dejaba que se le perdiera de vista de nuevo⦠nunca. Si se salÃa con la suya, la esposarÃa permanentemente a él para custodiarla.
Shinbe salió del baño abotonando su camisa azul hielo y viéndose como si fuera a salir por la ciudad. â Estoy aquÃ, ¿dónde está el fuego? â Se sentó en el sofá y comenzó a ponerse los zapatos como si nada le importara en el mundo.
Kotaro estaba de pie detrás de Toya esperando a ver si Shinbe tenÃa alguna información sobre el paradero de Kyoko. Apoyándose contra la encimera de la cocina, miró a Toya alzarse por encima de Shinbe.
Si Toya recordara lo que Shinbe habÃa hecho en el pasado por él, posiblemente le mostrarÃa más respeto al chico. Kotaro inclinó su cabeza en un ángulo divertido repensando eso. âNo, no lo harÃaâ, se corrigió. Mirando el temperamento del chico alzarse hubiese sido divertido si Kyoko no estuviese desaparecida.
â ¡Perdà a Kyoko y ahora no puedo encontrar a Suki tampoco! â Toya se retorció cuando Shinbe ni lo miró.
La sonrisa petulante de Shinbe estaba poniendo a Toya sobre su lÃmite. Si Shinbe no estuviera ya con el cerebro medio muerto porque Suki siempre le estaba pegando en la cabeza, Toya le hubiese agregado también al daño cerebral. Pero ahora querÃa a su amigo consciente y contestando sus preguntas.
Shinbe terminó de atarse los zapatos sabiendo que Suki lo odiarÃa por esto pero no le importaba. Se lo recompensarÃa. Siempre se divertÃan cuando se reconciliaban de una pelea⦠sus ojos se pusieron vidriosos ante el agradable pensamiento. Reconciliarse serÃa divertidoâ¦
Escuchando un gruñido peligroso Shinbe rápidamente puso su atención de nuevo en su amigo levantando una ceja con calma. â ¿Qué?
â Shinbe, ¡maldita sea! ¡No te estoy jodiendo! ¿Dónde diablos están Suki y Kyoko? â gritó Toya, sus ojos dorados atravesando a su amigo como un cuchillo. Si Shinbe no le respondÃa pronto, sabÃa que iba a explotar.
Shinbe frunció el ceño con confusión cuando notó que Kotaro se apoyó en el bar. Toya y el guardia de seguridad ni siquiera se gustaban, mucho menos salÃan juntos. Su pecho se ajustó. â No lo sé seguro, pero Suki me plantó esta noche diciendo que iba a salir con una amiga aunque no dijo quién.
Cuando Toya comenzó a despotricar de nuevo, Shinbe se levantó. â Espera, no he terminado, asà que mantén los pantalones puestos. Cuando estuve en su apartamento más temprano, vi un volante en su encimera sobre el Club Medianoche y la fecha de hoy tenÃa un cÃrculo â. Sonrió lascivamente. â Estaba alistándome para ir y ver si me la encontraba.
Kotaro suspiró cuando Toya comenzó a volverse loco por las chicas estúpidas. Sin querer malgastar su tiempo se volvió a la puerta. â Gracias, Shinbe â, lanzó por encima de su hombro mientras se iba ahora más preocupado que nunca. Solo esperaba que Kamui estuviera con ella⦠protegiéndola de alguna forma.
Shinbe movió la cabeza hacia un lado mirando sobre el hombro de Toya mientras Kotaro se iba y luego enderezó su espalda para fruncirle el ceño a Toya. â ¿Qué está sucediendo y qué hacÃa Kotaro aquÃ? â Le brilló la preocupación en sus ojos amatista. Siempre le cayó bien Kotaro, pero no podÃa confesárselo a Toya sin ser etiquetado de traidor.
Toya agarró las llaves del bar respondiendo. â Te diré en el camino.
Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, sin molestarse si quiera en asegurarse de que Shinbe estaba detrás de él. Odiaba estar sin Kyoko. Siempre lo hacÃa sentir que vagaba confundido. Ya era tiempo de encontrarla y ponerla en su lugar⦠a su lado.
CapÃtulo 5
A Kyoko no le gustaba la forma en que Yohji la sostenÃa sonrojada contra él y sintió que su resentimiento comenzaba a colapsarse. Empujándolo lo más fuerte que pudo colocando sus manos en su pecho, sus ojos dispararon chispas de ira tratando de hacerlo que la soltara. â Mira, ¡necesito que me dejes ir en este momento Yohji! Estoy aquà con alguien â. Sus ojos se abrieron cuando él simplemente le dio una mirada petulante y la presionó de vuelta a su antigua posición. â ¡Carajo! â Kyoko echó humo pisando fuerte tratando de que cayera en el dedo de Yohji.
Al otro lado del sitio, Tasuki habÃa traÃdo té regular de vuelta a la mesa y lo colocó ahÃ. Mirando hacia la puerta a ver si podÃa encontrar a Kyoko, sus ojos se oscurecieron cuando notó a Yohji acosándola. La mayorÃa de las personas que lo conocÃan creÃan que Tasuki era el dulce chico Americano de al lado y el más popular en la escuela⦠pero sà tenÃa un temperamento escondido.
Yohji estaba al borde de presenciarlo desatado si no quitaba sus manos de encima de Kyoko.
La ira de Tasuki se reflejaba en su rostro mientras cruzaba la habitación para rescatar a su dulce Kyoko. SabÃa por escuchar a otros hablando en los pasillos de la universidad que Yohji y su hermano eran agresivos con las chicas, e incluso habÃan sido acusados de violación más de una vez.
Al acercárseles, vio al hermano de Yohji, Hitomi, de pie a su lado, pero no dejó que eso lo detuviera. Esos dos chicos eran veneno y lo sabÃa. Los ojos de Tasuki tomaron un matiz amatista iluminado al moverse hacia adelante. Su adrenalina estaba alta y apretó sus dientes viendo a Kyoko luchando para liberarse.
A la ceja de Kyoko le dio un tic mientras la mano de Yohji viajaba hacia debajo de su espalda y la ahuecaba agarrando sus nalgas firmemente, forzándola a arquearse hacia él. Ella podÃa sentir su lujuria mientras sonreÃa con suficiencia malvada hacia ella.
â ¡Ya está! â Levantó su mano tan rápidamente que Yohji no la habÃa visto venir hasta que escuchó el chasquido haciendo eco en su oÃdo.
El hermano de Yohji, Hitomi, escuchó el sonido y se volvió para mirar la mejilla roja de su hermano. Sonrió a sabiendas, pero luego mirando más allá de él, observó al chico llamado Tasuki caminando directamente hacia su hermano con una expresión lÃvida en su rostro.
Sabiendo que su hermano podrÃa ocuparse de la chica reacia él mismo, Hitomi caminó alrededor de ellos y directamente por el camino de Tasuki. â ¿Justamente hacia dónde pensabas que estabas yendo, niño?
Tasuki miró más allá de Hitomi, sus ojos chocaron instantáneamente con los de Yohji. PodÃa ver la mano de Yohji acariciando la de Kyoko⦠sin pensarlo, lanzó todo su peso en el puño aterrizando justo en el estómago de Hitomi. Para su gran sorpresa, el otro chico apenas se movió.
Siendo mucho más grande que el chico de colegio, con un puño, Hitomi lanzó a Tasuki tumbándolo hacia la lejana pared del pasillo. Se encogió de hombros, asumiendo que el chico no se volverÃa a levantar y se volvió para mirar a su hermano jugar con su nuevo juguete.
Ver a la chica pelear para liberarse trajo una sonrisa a los labios de Hyakuhei. âAsà que esta chica no será manejada tan fácilmente. Tendré placer al quebrarla.â Mirando al joven que habÃa venido a defender el honor de la chica, Hyakuhei decidió a quién querÃa como su más nuevo recluta.
Rápidamente atrapó al chico llamado Tasuki antes de que se estrellara contra la pared.
Sus sentidos le dijeron que el chico aún era puro⦠virgen⦠qué extraño. Cubriéndolos rápidamente en obscuridad para evitar que otros los vieran, Hyakuhei bajó la mirada hacia él. Lo habÃa visto interactuar con esta chica y varios otros. SerÃa una buena elección.
â Bienvenido a la obscuridad hijo mÃo⦠â Susurró clavando sus colmillos en la vena de Tasuki. Los ojos de Hyakuhei se abrieron al sabor de la sangre del chico. ¿Poder escondido? SabÃa a amatista. Agarró al chico con más fuerza deseando más.
Tasuki se habÃa tomado el golpe en la cara de un trancazo ya que le corrÃa mucha adrenalina por sus venas. Planeaba levantarse de inmediato, pero con brazos envolviéndolo por detrás todo se volvió negro y se sintió paralizado con un miedo instantáneo. Una suave y casi seductora voz le dio la bienvenida a la obscuridad.
Jadeó sintiendo dientes afilados hundirse en la piel de su cuello. Mientras la vida le era drenada, sus pensamientos fueron sobre Kyoko y lo mucho que necesitaba llegar a ella. Estaba extendiendo su mano en un último intento de llegar a ella cuando el olvido llegó reclamando su último aliento.
*****
La mano de Kyoko aún ardÃa del impacto contra la mejilla de Yohji. Se querÃa encoger ahora que podÃa sentir muchos ojos interesados en ella. No habÃa ayudado el que la bofetada hubiese sonado como un disparo.
â ¡Maldita sea todo! â Esto era lo que ella estaba tratando de evitar, pero no, Yohji tenÃa que ir y ser un imbécil. Hablando de imbéciles, él aún tenÃa que quitar sus manos de encima de ella. Lentamente subió su mirada a él. Por la mirada iracunda en sus ojos, ella no pensó que él planeara dejarla ir en lo absoluto.
Devolvió la mirada furiosa y fulminante, esperando a ver si él se la cobrarÃa o la dejarÃa ir. Si ella fuera del tipo de apostar⦠apostarÃa por la primera opción.
Kyou podÃa decir que la brizna de chica no era oponente para la lujuria que venÃa del chico que la sostenÃa con tanta fuerza. Mentalmente hizo trizas al lujurioso por atreverse a tocar lo que pretendÃa reclamar como su posesión. Repentinamente no le importaba si Hyakuhei lo detectaba o no mientras tomaba su decisión. Justo cuando Kyou se movÃa para salir de las sombras, intentando llevársela lejos del acosador, escuchó un gruñido profundo.
Aturdido momentáneamente, Kyou supo que ese tipo de gruñido solo era conocido de provenir de un Lycan. Sus ojos dorados siguieron el sonido a su fuente mientras continuaba vibrando desde la entrada a solo unos metros de la chica. La furia del lobo inundó el pasillo lleno de gente.
Los ojos de Kyou se entrecerraron ante la escena, preguntándose si podÃa confiar en que semejante fuerza intemporal llegara tan cerca de la chica. No habÃa visto un Lycan desde que lo habÃan convertido y, luego, solo habÃa observado en la distancia. Recordaba una vez haberle dicho a Toya que los vampiros y los hombres lobo no se mezclaban. Toya le habÃa preguntado por qué y no le habÃa respondido, porque solo estaba repitiendo las palabras que le habÃa dicho Hyakuhei sin saber la razón de ello.
Kotaro dio una mirada a Yohji toqueteando a âsu mujerâ y perdió la cabeza. En un abrir y cerrar de ojos, Yohji se estrelló contra la pared con la mano de Kotaro alrededor de su garganta, levantándolo varios centÃmetros del suelo. HabÃa lidiado con los lujuriosos hermanos anteriormente, y donde estaba uno⦠el otro seguramente le seguÃa.
Sus sentidos estaban en extremo alerta oliendo el hedor de Hitomi y supo que venÃa desde atrás. Con una patada bien situada, Kotaro envió a Hitomi volando a través del aire, aterrizando en una pila en el suelo pasillo abajo. Las personas se dispersaron y el pasillo rápidamente se despejó.
Kyoko se sentó donde habÃa caÃdo en el suelo con los ojos abiertos⦠casi perdiéndose lo que acababa de suceder, ya que habÃa sucedido muy rápido. Su mirada fue de la silueta desplomada de Hitomi hasta la furiosa silueta de Kotaro, quien sostenÃa el cuello de un Yohji que lentamente se volvÃa azul.
A sabiendas de que debÃa detener a Kotaro antes de que realmente hiriera a alguien, Kyoko jadeó y comenzó a levantarse. Presionando sus manos contra el suelo, se tropezó detrás de Kotaro poniendo una mano en su hombro tratando de calmarlo.
â Gracias Kotaro, pero ya estoy bien, puedes dejar ir a Yohji. ¿SÃ? â Su voz era suave, pero su pánico incrementó cuando los dedos de Kotaro se apretaron alrededor de la garganta de Yohji. Kotaro volteó su rosto a Kyoko y ella dio un sorprendido paso hacia atrás viendo el tinte rojo alrededor de sus ojos azul hielo.
â ¡Vi dónde estaba su mano Kyoko y creo que es hora de sacar la basura! â gruñó Kotaro volteando hacia Yohji y escuchó con mórbida fascinación al chico, mientras hacÃa sonidos de gorgoteo y tomaba un tono de azul escalofriante.
El temperamento de Kotaro quedó complacido por el color más oscuro dándole suficiente control para darse cuenta de que Kyoko lo miraba conmocionada. Necesitando borrar su miedo, agarró a Yohji por el cuello de su camisa y caminó hacia la puerta para enseñarle modales al bastardo. Ella no necesitaba ver el resto.
Kyoko parpadeó mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de Kotaro. Perpleja, aún estaba sorprendida y aturdida. Guau, Kotaro podÃa ser realmente aterrador cuando se enojaba. Incluso sintió pena por Yohji en ese momento.
Mirando por encima de su hombro, vio a Hitomi, el hermano de Yohji aún en el suelo donde lo habÃa dejado Kotaro. Por primera vez, no le molestaba que Kotaro fuera tan protector con ella. Tembló y trató de no pensar en qué podrÃa haber pasado si Kotaro no hubiese aparecido cuando lo hizo.
Kyou la vio mordisquear su labio inferior como si no estuviera segura de qué hacer. La mirada de Kyoko viajó de nuevo hacia la puerta y él reflexionó. Asà que ella tiene la protección del Lycan. Se preguntó qué otros misterios rodeaban a la chica. Este no era un lobo normal, el que ella habÃa llamado Kotaro, podÃa sentir que era tan viejo como él mismo.
Kyoko caminó más cerca de las puertas de vidrio mirando hacia afuera al oscuro estacionamiento, preguntándose a dónde se habÃa ido Kotaro. Poniendo su mano en el picaporte, comenzó a abrir la puerta, pero un chico joven caminó en frente de ella, bloqueando su camino. Ella se detuvo inmóvil por un momento mientras el chico pequeño trababa sus ojos en ella. Era el sentimiento más escalofriante que haya experimentado.
El chico tenÃa cabello blanco sólido y un tono de piel que casi le hacÃa juego. Pero esa no era la peor parte: sus ojos eran tan negros que parecÃan no terminar nunca, y le daban a Kyoko la sensación de que caÃa dentro de ellos. El chico sonrió suavemente, apenas mostrando sus colmillos inhumanos y por un momento, Kyoko realmente creyó que los habÃa visto.
Una mano llegó de la nada y agarró el hombro de Kyoko haciendo que un grito aterrado se atascara en su garganta volviéndose para ver a quién le pertenecÃa la mano.
*****
Kyou caminó fuera de la obscuridad cuando vio al secuaz de Hyakuhei al otro lado del vidrio. SabÃa del chico engañoso, el más joven que parecÃa tan inocente, era a menudo el más mortÃfero.
Deslizándose detrás de Kyoko, sus ojos sangraron y sus colmillos se alargaron haciendo saber al chico fantasma que no morderÃa a esta chica sin perder su propia vida inmortal.
La mano de Kyoko se quedó quieta en la puerta sin estar completamente segura de si querÃa abrirla. Algo sobre el chico la estaba asustando. Justo cuando comenzaba a dar un paso hacia atrás, una mano pesada vino de la nada y agarró su hombro. Un grito de terror se atascó en su garganta al volverse a ver quién era.
Kyoko olvidó respirar al mirar arriba a los ojos devastadoramente dorados. Largo cabello blanco enmarcaba su rostro y hombros. Ãl era un par de años mayor y su cabello se perdÃa en la obscuridad detrás de los reflejos plata, pero casi se veÃa comoâ¦
â ¿Toya? â susurró con vacilación, sabiendo que estaba equivocada, pero más importante⦠¿por qué la habitación daba vueltas?
Tan pronto como sus ojos se encontraron, Kyou se sintió atraÃdo a ellos. Ella lo miraba como si lo conociera. Pero eso no era ni de cerca tan perturbador como cuando susurró el nombre de su difunto hermano. Sus brazos se deslizaron alrededor de ella, viéndola balancearse por el lÃquido contaminado que habÃa consumido antes.
Mientras sus manos se deslizaban a través de su piel descubierta donde su camisa era muy corta para cubrirla, sintió una excitación en su sangre de vampiro que le susurraba que se quedara con ella.
La visión de Kyoko decidió que ella no era suficientemente buena para eso por el momento. ParecÃa desafiar su voluntad a la vez que el hombre se volvÃa borroso mientras lo miraba con curiosidad. Aunque no podÃa ver bien, aún podÃa sentir el cuerpo que la sostenÃa.
Levantando sus dedos para tocar su mejilla preguntó: â Tú no eres Toya⦠¿Quién eres? â Antes de que pudiera obtener una respuesta, Buda o cualquier dios que siguiera jugando con ella, apagó las luces al ella caer inconsciente.
Kyou la sujetó contra él con fuerza cuando su cuerpo se desplomó en sus brazos. Se habÃa desmayado, pero al menos no se habÃa desmayado en los brazos de un enemigo. Su cabeza cayó hacia atrás exponiendo la suave pálida columna de su garganta y Kyou peleó contra sus instintos. Silenciosamente se preguntó si ella no estaba en los brazos del enemigo después de todo. Sus colmillos comenzaron a alargarse y él gobernó la sensación en su interior⦠esta era muy pura para tal obscuridad.
Sintió su furia desatarse contra la chica ingenua. Si él no hubiese estado ahà para protegerla, ¿qué le hubiese pasado? Convenientemente olvidó sus propias urgencias momentos atrás. Si el lobo hubiese sido un protector adecuado, no la hubiese dejado. Miró a su alrededor dándose cuenta de que los amigos que la habÃan acompañado antes también la habÃan abandonado.
Al amoldar sus sentidos, Kyou aún podÃa sentir a su némesis, Hyakuhei, dentro de los confines del edificio. Sintiendo la maldad viniendo de arriba de él, supo que Hyakuhei estaba en algún lugar arriba en las habitaciones del segundo piso.
*****
Shinbe saltó fuera del auto antes de que siquiera dejara de moverse. Una cosa lo incentivó hacia adelante y lo tuvo caminando derecho hacia la entrada principal del club en una carrera mortal. No podÃa sacarse de su cabeza el pensamiento de Suki y Kyoko volviéndose una de esas chicas perdidas y eso lo estaba aterrorizando.
Toya lo habÃa puesto al corriente con lo que Kotaro le habÃa dicho y una vez que pusiera las manos sobre Suki, él bien que las mantendrÃa ahÃ. En qué parte de su cuerpo no lo podÃa decir, pero tenÃa que encontrarla primero.
Shinbe se detuvo de golpe cuando entró por las puertas frontales del Club Medianoche.
Justo en medio del pasillo habÃa un hombre sosteniendo a Kyoko y ella no se veÃa muy bien. No se movÃa y estaba demasiado pálida. Y si vamos al caso, el hombre no se veÃa nada normal tampoco. Pálido serÃa un eufemismo para él, lo que hizo que Shinbe se detuviera nervioso cuando se dio cuenta de que el hombre le recordaba a su mejor amigo.
El cabello plateado y los ojos dorados⦠el cabello de Toya era oscuro como la noche, pero en él tenÃa las mismas mechas que el hombre frente a él. Esas eran caracterÃsticas poco comunes y solo sabÃa de Toya que tuviera ese tipo de combinaciones inusuales.
Dándose cuenta de que el hombre se movÃa para irse con ella, Shinbe hizo a un lado el molesto sentimiento. Toya lo matarÃa si no detenÃa el secuestro de Kyoko.
â ¿Qué demonios estás haciendo con Kyoko? â Los ojos amatista brillaron al grito de Shinbe, sintiendo sus pies moverse de nuevo sin pensarlo. Ella podÃa no ser su novia, pero era muy preciada para él⦠más preciada de lo que admitirÃa y, además, era la mejor amiga de Suki. De ninguna manera este chico se irÃa con Kyoko en sus garras.
Kyou deslizó su brazo debajo de las rodillas de Kyoko y la levantó sin esfuerzo. La acunó como a un bebé, descansando su cabeza contra su hombro con cuidado de no molestarla. El momento en que su cabeza tocó su hombro, se acurrucó en su abrazo suspirando suavemente.
PodÃa sentir la confianza y alegrÃa emitida de su aura mientras se asentaba en sus brazos. La mujer-niña le afectaba enormemente y mientras más la observaba dormir, más la querÃa esconder de todo el mundo. Ãl sabÃa que podÃa⦠si realmente querÃa y la tentación era verdaderamente grande. Nunca habÃa convertido a nadie en lo que era⦠pero si quisiera⦠podrÃa hacerlo.
Su protección hacia la chica, asà como la necesidad posesiva de quedársela lo sorprendÃa y Kyou gruñó suavemente a sus acciones. ¿Cómo podÃa esta chica afectarle de esta forma? Arrancando su mirada de su rostro angélico, miró hacia arriba al tiempo que un joven le gritaba. ParecÃa que el hombre que la querÃa seguÃa metido en el camino.
Los ojos dorados se entrelazaron con los ojos color amatista y sintió una extraña familiaridad. â Esto no es decisión tuya mago â, le advirtió Kyou con un tono grave y mortÃfero.
En ese momento supo que Hyakuhei en persona no se la podrÃa llevar de su lado, ella era suya. Sus brazos se ciñeron a su alrededor sin gustarle el amor que podÃa sentir elevándose del poderoso aura que se irradiaba del otro hombre por la chica.
Armándose de valor contra sus pensamientos descarriados, Kyou gruñó de nuevo suavemente. No dejarÃa que la chica llegara a él, pero⦠no estaba listo para dejarla ir aún. TenÃa muchas preguntas y ella las responderÃa, le gustara o no.
Una vez que se tuvo a sà mismo de nuevo bajo control, Kyou decidió que era hora de partir.
Shinbe estaba de camino hacia Kyoko cuando el hombre se movió. ¿Movió? Esa posiblemente no era la palabra correcta. Más bien, brilló y desapareció, luego reapareció de la nada en frente de él.
â Pero qué⦠â Shinbe derrapó hasta detenerse mirando al rostro que tenÃa muerte escrito por todas partes.
Sus ojos se abrieron como platos con sorpresa, se sintió como si su corazón acabara de detenerse. Tan cerca de él⦠podÃa ver claramente que el hombre tenÃa piel prácticamente blanca como porcelana y se veÃa demasiado similar a Toya para que fuera una broma. Pestañeando, podrÃa jurar que veÃa colmillos sobresalir de la boca del hombre y un gruñido de advertencia retumbando a su alrededor.
Shinbe se plantó de pie ante el hombre que extendÃa un dedo y lo empujó contra su pecho. Lo siguiente que supo Shinbe, era que estaba sentado sobre sus nalgas en medio del suelo. Pestañeando de nuevo, se sentó confundido mientras el hombre de cabello plata vestido de negro simplemente caminó por encima de él, luego desapareció de repente.
Suki llegó al pasillo justo a tiempo para ver a Shinbe golpearse contra el suelo nada gentilmente y un hombre alto de cabello plata desapareciendo con Kyoko. Parpadeó una vez y se habÃan ido⦠allà un segundo e idos al siguiente.
Shinbe, quien parecÃa que estaba en la dimensión desconocida, se sentó ahà por otro momento parpadeando confuso. â ¿Qué demonios?
Corriendo hacia Shinbe, las manos de Suki temblaban al intentar ayudarlo a levantarse. â ¿Quién era ese hombre que desapareció con Kyoko? â Miró a Shinbe preocupada mientras ambos se volvÃan y corrÃan por la puerta para buscarlos. â¿Realmente acababa de desaparecer?â
Salieron del edificio y miraron alrededor frenéticamente solo para no encontrar rastro del hombre ni de Kyoko por ninguna parte.
Volteando hacia Shinbe, los ojos de Suki brillaron. SentÃa que estaba al borde de las lágrimas. â ¿A dónde se fueron? ¡Ese hombre secuestró a Kyoko! â Estaba temblando de miedo. Lo que habÃa comenzado como una divertida noche de chicas se habÃa convertido en una pesadilla.
â Cálmate Suki. La encontraremos. Toya también está aquà â. Shinbe miró alrededor ansiosamente buscando a su amigo perdido. â ¡Pensé que estaba detrás de mÃ!
La preocupación rápidamente se volvió ira ahora que se habÃa sumergido en que Suki estaba a salvo y a su lado. Una sombra de pena cruzó sus obsesivos ojos mientras pensaba en el pasado. â ¿Y en qué demonios estabas pensando? ¡Algo pudo haberte pasado y pude no saber dónde estabas! â La agarró con fuerza por los brazos mientras sus ojos amatista se oscurecÃan posesivamente.
Los labios de Suki se estrecharon ante su ira. ¿Cuál era su problema? No era como si nunca hubiese salido con sus amigas. Su mirada entrelazada con la suya mientras su ira comenzaba a alzarse. â Quién crees que mmm â sus palabras fueron detenidas al Shinbe chocar sus labios con los de Suki en un vertiginoso y ardiente beso.
Shinbe habÃa estado tan preocupado por ella que no podÃa detener los sentimientos que se habÃan precipitado. QuerÃa asegurarse de que ella sintiera cada emoción que pasaba por sus venas justo en ese momento y en ese lugar. La abrazó con fuerza, jurándose que ella no volverÃa a salir de su vista.
Suki gimió suavemente ante la intensidad del beso de Shinbe. Era como si estuviera mostrando cada cruda emoción dentro de su alma. Ella prácticamente podÃa sentirlas con sus dedos mientras agarraba sus hombros. A sabiendas de que si se soltaba no podrÃa mantenerse de pie, notando que sus piernas se habÃan vuelto de gelatina se aferró a la preciada vida.
Su mente se puso en blanco por un momento y se olvidó de que estaba molesta con él o que Kyoko se acababa de desvanecer. Todo lo que podÃa sentir era a Shinbe y un amor que sin duda durarÃa más que ellos.
Gentilmente, Shinbe relajó su agarre terminando su beso rozando su nariz con la de ella. Sus ojos se llenaron de alivio, pero aún estaban oscuros de deseo. Sacudiendo su cabeza un poco, trató de enfocarse en la situación en sus manos y, por una vez, su lujuriosa mente no vagabundeó ante la sensación del cuerpo de Suki en sus brazos⦠después de todo, ella habÃa estado ahà durante muchas vidas.
â Han sucedido algunas cosas y necesitas saber. No era seguro para ti o Kyoko que salieran solas esta noche. Te explicaré mientras buscamos a Toya. Creo que Kotaro también está por aquà â. Shinbe envolvió un brazo protector alrededor de Suki al dirigirse en dirección al estacionamiento para encontrar a Toya.
Suki estaba muy aturdida por el momento para hacer algo más que asentir.
*****
Toya corrió por el estacionamiento maldiciendo a Shinbe por adelantársele. TenÃa que salir de su auto en el asiento del pasajero una vez que se dio cuenta de que no podÃa salir de su lado. En su apuro de llegar a Kyoko, se habÃa estacionado muy cerca de una pared de ladrillo. Desafortunadamente, también se habÃa dado cuenta cuando intentó abrir su puerta y se golpeó contra la pared abollando el lado de su bebé.
Sin embargo, eso no era lo que realmente lo habÃa retrasado. Cuando salió corriendo por el estacionamiento a una velocidad vertiginosa, un chico habÃa salido de la nada y chocó contra él. El impacto habÃa sido tan repentino que lo habÃa arrojado por los aires. Cuando se habÃa enderezado lo suficiente para levantarse de nuevo, rápidamente le ofreció al chico su mano para ayudarle a levantarse.
â Eh, chico⦠¿estás bien? â Toya jaló su mano con brusquedad cuando el chico le siseó y se fue en la dirección opuesta como si Satán en persona lo persiguiera.
Toya se sacudió la sensación inquietante que le habÃa dejado el chico al mirar al club de las dos historias. La sensación escalofriante regresó multiplicada por diez cuando se dio cuenta de la sombra de un hombre llevando a alguien a través de una de las ventanas del último piso. HabÃa tantas cosas que estaban mal con esa pequeña escena.
Sus ojos brillaron plata⦠sus sentidos sabÃan cosas que él aún no comprendÃa. Le habÃa dejado con la sensación de que alguien acababa de caminar sobre su tumba.
Acercándose al club, Toya gruñó con molestia cuando se dio cuenta de que habÃan dos entradas. Una parecÃa ser la entrada principal y la otra estaba igual de abarrotada de gente.
âMás le vale estar bien⦠cuando la consiga, la voy a esposar a mi le guste o noâ¦â manchas de plateado comenzaron a fortalecerse dentro del oro de sus ojos mientras buscaba a Kyoko.
*****
Kyou se fue calle abajo con Kyoko fuertemente abrazada en sus brazos. Su mente estaba lista y llevarÃa a la chica a su hogar temporal para que se recuperara. Miró hacia arriba al pent-house justo al otro lado de la calle principal del club. Ella estarÃa a salvo con él⦠pero tendrÃa que ser cuidadoso. PodÃa sentir al secuaz de Hyakuhei dentro de la obscuridad que rodeaba al club.
Apretó su mandÃbula al escuchar un grito distante y supo que habÃa encontrado otra vÃctima. Mirando hacia la chica dormida, sus ojos dorados se suavizaron. Por ahora⦠ella era su secreto. Se sentÃa tan ligera como una pluma y parecÃa tan frágil.
No podÃa comprender cómo esta pequeña chica tenÃa un espÃritu tan intenso, y aun asà tenÃa un alma tan pura. Y âToyaâ, ella habÃa dicho el nombre de su difunto hermano como si lo conociera. ¿Cómo podÃa ser eso posible?
Sus pensamientos se detuvieron al sentir una poderosa creatura de la noche adelante al mismo tiempo que un olor a sangre golpeaba su nariz. Tensándose, reconoció el aura del Lycan que habÃa protegido antes a Kyoko del punk que la acosaba solo para luego abandonarla⦠dejándola en peligro.
Sin querer que la chica saliera lastimada en caso de que él debiera pelear, Kyou la puso en el suelo del callejón gentilmente y siguió el olor a sangre que estaba justo a la vuelta de la esquina. Si el lobo habÃa masacrado a un humano, la chica podrÃa no estar segura cerca de él. Se sabÃa que algunos hombres lobo se perdieran a sà mismos una vez que la ira entraba en su sangre, y no permitirÃa que la chica fuera protegida por una creatura tan peligrosa.
Al voltear en la esquina con pisadas silenciosas, sus ojos contemplaron una escena que no habÃa presenciado en siglos. El lobo, aún en forma humana, estaba de pie gruñendo, sus colmillos al aire. Sus duros ojos azules se colocaron mientras gruñÃa agresivamente a lo que parecÃa ser un cuerpo entre sus manos.
*****
Toya se detuvo al acercarse a la puerta. Olfateando, se volvió rápidamente y caminó en la dirección opuesta de la entrada. PodÃa olerla⦠aunque en el fondo de su mente no podÃa entender cómo o por qué podÃa. Salió corriendo con rapidez hacia el callejón a la izquierda del edificio, su corazón golpeaba violentamente en su pecho mientras pensamientos mórbidos cruzaban su mente.
Chicas desaparecidas y lugares oscuros⦠más le valÃa a Kyoko no tener ni un solo cabello fuera de lugar u otra cosaâ¦
Al entrar en las sombras, Toya derrapó hasta detenerse al tiempo que el miedo ahogaba su respiración en sus pulmones. AhÃ, yaciendo desplomada contra la sucia pared de ladrillo⦠estaba Kyoko. El mismo terror que lo habÃa enraizado en su lugar, lo incentivó a moverse. Con su siguiente aliento, estaba a su lado.
Arrodillándose, la tocó, comprobando la vida que le permitirÃa a su corazón comenzar a latir de nuevo.
Tan pronto como su dedo tocó su cuello, su propio corazón pateó al tiempo del de ella y respiró. Gracias a Dios⦠ella estaba viva. Un momento de déjà vu se reflejó en un recuerdo indeseado y lo alejó rápidamente, asustado de repente. Sintiendo a otros cerca, no desperdició tiempo en levantarla y llevarla a un lugar seguro. Sosteniéndola cerca de él, Toya usó su velocidad antinatural para llevarlos fuera de la obscuridad.
*****
Kotaro sostuvo a Yohji contra la pared de ladrillo al tiempo que dispuso la lujuria de su sangre a enfriarse. Ya no tenÃa sentido continuar castigándolo considerando que el chico se habÃa desmayado de nuevo. Lo soltó sin mucho cuidado al suelo y sintió un disturbio en la energÃa a su alrededor.
Movió de golpe su cabeza hacia un lado, sus ojos azul hielo se entrecerraron.
Kyou miró al lobo dejar caer al chico de nuevo al suelo sin matarlo. Inmediatamente reconoció al humano que habÃa acosado a Kyoko. Cambiando su opinión de momentos atrás, sus labios se curvaron en un ligero gruñido. Si hubiese sido él sosteniendo al chico del cuello, el chico no seguirÃa en una pieza.
Como si lo percibiera, el Lycan volteó su cabeza y trabó su mirada mortÃfera en él. Kyou podÃa sentir el inmenso poder emanando del lobo. Lo estaba mostrando en advertencia.
En el pasado, lobos y vampiros siempre se habÃan evitado. Ninguno se preocupaba por el otro, escogieron dejarse en paz. Ambos estaban muy cerca de emparejar fuerza y a ninguno le importaba dominar sobre el otro. Ellos solo existÃan juntos en el mismo mundo, manteniendo la mayor parte para sà y vivÃan sus propias interminables vidas.
Todos los instintos de Kotaro cobraron vida viendo al vampiro de pie en las sombras⦠mirándolo. No podÃa verlo con suficiente claridad para notar algún rasgo caracterÃstico, pero su instinto le dijo que el chupasangre era una amenaza. Aún necesitaba soltar la lujuria de su sangre y se sonó los nudillos pensando que podÃa ser uno de los subordinados de Hyakuhei.
Justo cuando decidió volverse y atacar, la imagen se volvió fuerte, luego titubeó y desapareció. â ¿Ojos dorados? â Kotaro se incorporó por completo de y se dio cuenta de que casi habÃa atacado a Kyou. â ¿Qué está haciendo aquÃ?
â ¡Carajo! â siseó Kotaro y salió corriendo temiendo que Kyoko no estarÃa donde él la habÃa dejado. TenÃa que llegar a ella rápido⦠habÃa chupasangres afuera esta noche y ella no serÃa una de sus vÃctimas. Y con Kyou cerca⦠no habÃa forma de decir qué tan peligrosas se podÃan volver las cosas.
Kyou reapareció de frente a la misma pared de ladrillo donde habÃa dejado a la chica. Viendo que ya no estaba ahÃ, sus ojos sangraron carmesà y un gruñido enfurecido y desgarrador se escuchó por el callejón vacÃo, haciendo eco en las calles de alrededor.
*****
Suki y Shinbe se encontraron con Kotaro en la puerta del club. Sujetando a Shinbe por el hombro, Kotaro preguntó con urgencia: â ¿Kyoko aún está adentro? â Sus sentidos inhumanos se pusieron en su máxima potencia y sus instintos le decÃan que ella no estaba en ningún lugar cercano.
Suki se adelantó hacia Kotaro tomándolo de su camisa y confirmó sus sospechas. â ¡Un hombre se la llevó hace unos diez minutos, tienes que encontrarla! â Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le hablaba. â ¡No podemos encontrarla por ninguna parte!
Aún sin estar listo para devolverle a Suki su libertad, Shinbe la jaló de su mano estrellándola contra su pecho. Envolvió sus brazos alrededor de ella como si fuera un tambor metálico de Trinidad y Tobago. Mirando a Kotaro añadió: â Alguna âcosaâ se la llevó de aquÃ.
Shinbe miró a la silueta temblorosa de Suki y trató de tranquilizarla. Ella nunca le dejarÃa hacer lo que él querÃa hacer sin discutir. â Te prometo que la encontraremos â, con su promesa hecha, miró hacia arriba de nuevo para hablar con Kotaro una vez más, pero el guardia de seguridad ya se habÃa ido.
â ¿A⦠a dónde se fue? â tartamudeó Shinbe mirando alrededor sin encontrar rastro del guardia de seguridad. Sacudió su cabeza y suspiró. HabÃa visto suficiente mierda extraña por una noche.
Saliendo de su perdido estado de desesperanza, Suki resopló molesta. â Más le vale encontrar a Kyoko⦠o tendré pinchos de Kotaro para la cena⦠â Arrastrando a Shinbe detrás de ella como si de repente hubiesen intercambiado roles añadió: â Mi auto, ahora, ¡vamos!
Shinbe miró alrededor del estacionamiento como si recordara algo importante de repente. â Hablando de autos⦠falta el de Toya.
CapÃtulo 6
Hyakuhei recostó al joven que habÃa escogido para que se convirtiera en uno de sus hijos en una habitación oscura encima de los sonidos del club. Quitando el suave cabello marrón de sus ojos cerrados, aún podÃa oler el aroma de la chica que permanecÃa en la piel del chico. âTasukiâ, habÃa escuchado a los otros llamarle.
â Bueno, Tasuki, cuando despiertes, tendrás un regalo más valioso de mi parte⦠el regalo de la vida eterna â. Dio una sonrisa comprensiva como si le hablara a un niño. â Pero entenderás que⦠esa vida es mÃa.
Los ojos de Hyakuhei titilaron rojos al sentir que uno de sus hijos lo llamaba. No le gustaba ser perturbado durante la espera de un despertar, pero uno de sus favoritos lo habÃa solicitado. A sabiendas de que el subordinado nunca lo llamarÃa a menos que fuera importante, respondió a su solicitud.
Mirando una vez más al chico que habÃa convertido, el cuerpo de Hyakuhei brilló y desapareció, dejando a Tasuki solo dentro de los confines de la habitación cerrada.
*****
Yohji podÃa sentir los pinchazos de dolor forzándolo a la consciencia. Dios, todo le dolÃa. Lentamente recordó lo que habÃa pasado y por qué ahora se sentÃa tan mal. Se habÃa topado con Kyoko y habÃa decidido jugar con ella cuando el estúpido guardia de seguridad habÃa aparecido.
¿Cómo alguien puede ser tan fuerte? Cuando habÃa intentado pelear de vuelta, no habÃa tenido oportunidad alguna. Era como si hubiese intentado ir contra una manada de lobos y ahora estaba sufriendo severamente por sus esfuerzos.
Finalmente atreviéndose a abrir los ojos, se sorprendió de ver a un chico de pie ahÃ⦠mirándolo. ParecÃa tener más o menos 12 años y hubiese sido etiquetado como albino si sus ojos no hubiesen sido tan negros y vacÃos.
AtraÃdo por el olor de sangre fresca, Yuuhi apareció junto al chico herido. Mirándolo de cerca, estuvo de pie tan quieto como una estatua, tocándolo brevemente con su aura antes de asentir una vez. El chico tenÃa la corrupción de la maldad dentro de él, pero habÃa un aroma de pureza que colgaba de su energÃa negativa.
Los remanentes de energÃa pura parecÃan estar vivos con un poder que no morirÃa. âInesperadoâ¦â
Mientras los ojos del muchacho herido se abrÃan, Yuuhi susurró suavemente. â Padre, ha tocado a la pura⦠su energÃa aún está allÃ, atacando su⦠â los colmillos del niño resplandecieron en una sonrisa de burla. â ¿Nos lo quedamos?
Los ojos de Yohji se entrecerraron ante las palabras extrañas del chico, luego miró alrededor buscando a quien quiera que fuera con quien el niño hablaba, solo para ver un hombre siniestro cubierto de negro salir de las sombras a la luz borrosa del callejón. Era alto y emitÃa poder de su silueta como si fuera una deidad vengadora.
Los ojos llenos de miedo de Yohji se abrieron como platos, entrelazando con ojos que eran rojo sangre y esta vez definitivamente vio colmillos. Presionó su cuerpo abusado contra la pared. Nunca tendrÃa oportunidad si trataba de correr en el estado en el que estaba.
Hyakuhei miró abajo al joven que habÃa acosado a la chica y que ahora consideraba suyo. Este chico se atrevió a tocarla y ahora pagarÃa por su insolencia. Inhaló⦠oliendo restos del lobo que ya lo habÃa golpeado severamente y sus ojos de medianoche se entrecerraron en rajas. ¡Kotaro habÃa estado aquÃ!
¡Cómo se atrevÃa Kotaro a interferir en esto! ¿Era él la razón por la cual la chica habÃa desaparecido de repente sin dejar rastro? Hyakuhei gruñó al solo pensar en que el Lycan estuviera tan cerca del Corazón de Cristal del Guardián y la chica una vez más. Solo porque la chica lo habÃa escogido no la hacÃa realmente suya. Nunca habÃa sido decisión de la chica⦠¿es que no habÃa aprendido su lección en el pasado?
HabÃa pensado que habÃa matado a la vil creatura junto con Toya años atrás por atreverse a hacerle frente y tratar de proteger a la chica de su posesión. âNo importaâ, los pensamientos de Hyakuhei se volvieron melancólicos por un momento, âuna vez pusiste en mi contra a Toya y a la Sacerdotisa, Kotaro⦠y mira lo que me haces hacerâ.
Una sombra de pena cruzó su expresión al pensar en el pasado. Si Toya no hubiera intentado volverse un Guardián para la Sacerdotisa y alejar a Kyou de él⦠Toya no estarÃa en el inframundo ahora sino aquÃ, a su lado, junto con el hermoso Kyou. El culpable de alimentar a Toya con mentiras erróneas era Kotaro.
Kotaro también era quien habÃa advertido a la Sacerdotisa de su verdadera intención. Era extraño cómo el tiempo podÃa deformar las mentiras que se habÃan dicho.
â Asà que, Kotaro⦠â susurró ââ¦la has encontrado de nuevo.
Fue traÃdo al presente por el gimoteo que provino del chico agachado contra la pared. NecesitarÃa más de un nuevo recluta para encontrar a su Sacerdotisa perdida si Kotaro también estaba con ella. Hyakuhei la querÃa y la tendrÃa.
Planeaba reclamarla con la ayuda del imbécil que habÃa pensado contaminarla. La corrupción de tal creatura era destinada solo para él. TenÃa muchos planes para su Sacerdotisa, después de todo⦠mil años era un largo tiempo para preparar nuevas formas de torturar a alguien.
Volviendo a las sombras, sus ojos destellaron al suavemente asentirle a Yuuhi. â Hazlo doloroso. Tortura su carne, pero no lo mates â. Ãl querÃa que el chico sufriera un poco más por sus acciones asà entenderÃa nunca desafiar a su nuevo maestro y nunca volver a tocar a la chica.
Yohji volteó la cabeza de golpe de nuevo hacia el niño y sus ojos se abrieron como platos con verdadero miedo. El chiquillo le estaba sonriendo, pero no era una buena sonrisa, era mortÃfera. En los bordes de sus labios pálidos, el chico tenÃa colmillos largos y afilados y sus ojos ya no eran negros, sino de un rojo oscuro.
Esos ojos vacÃos hacÃan un inquietante contraste con su cabello y piel de alabastro. Se veÃa como un niño, pero era un demonio roba almas disfrazado y Yohji estaba realmente asustado.
Miró con horror mientras sus pies dejaban el suelo, y el chico saltó hacia él, arrastrando un grito aterrado de su ya reseca garganta. Nunca supo qué le golpeó en tanto dientes y garras destrozaban su carne, causándole un dolor que nunca habÃa imaginado.
*****
Toya miró a la chica desplomada en el asiento del pasajero a su lado. â ¡Carajo, Kyoko, nunca más me asustes de esa manera de nuevo! â Ãl sabÃa que ella no podÃa escucharlo, pero eso no detenÃa su aliviada vociferación. â ¡Tú, pequeña idiota, podrÃan haberte matado o peor! â Cruzó hacia el edificio donde se encontraba su apartamento.
Aunque el ceño fruncido permanecÃa en su lugar, la levantó como si ella fuera la gema más preciosa sobre la tierra y la llevó escaleras arriba. Encontrando su puerta cerrada, maldijo, empujando el picaporte, esperando no hacer mucho daño en tanto crujÃa y luego abrÃa.
â Bueno, ella necesitaba una mejor cerradura de todas formas con un asesino suelto â. Toya usó esa excusa, guardándola para cuando despertara y le gritara por romper su puerta. â Al menos aún está sobre sus bisagras â, se quejó entrando al apartamento tenuemente iluminado.
De pie, quieto en medio de su sala de estar, miró a Kyoko y levantó una ceja al oler alcohol mezclado con su aroma natural.
â Ah, ya veo cómo eres. â Susurró. â No es justo⦠ni siquiera me llevaste a tomar contigo. ¿En qué estabas pensando?
*****
Kyou luchó para mantenerse sereno, lo que parecÃa que sucedÃa mucho esta noche. Incapaz de mantenerlo contenido, su mano empuñada se elevó hacia adelante y golpeó la pared de ladrillo con tal fuerza que las piezas de mamposterÃa se fueron volando en todas direcciones. Gruñó con rabia y sus ojos se tiñeron de rosado en tanto olÃa el aire.
Nadie tomarÃa lo que le pertenecÃa sin pagar por su interferencia.
Inmediatamente tomó el aroma de Kyoko mezclado con otro que se sentÃa raramente familiar y masculino. Kyou dejó salir un rugido, haciendo el sentimiento a un lado mientras levitaba del callejón y siguió el aroma que se habÃa incrustado en su ser.
Su silueta solitaria desapareció dentro de las sombras mientras salÃa a cazar a su presa. La encontrarÃa y la tomarÃa de vuelta del ladrón que la habÃa robado. Los músculos de la mandÃbula de Kyou se flexionaron con furia. ¿Cómo se atrevÃa ella decir el nombre de su hermano como si intentara confundirlo⦠como si lo hubiese conocido?
De alguna forma, la mujer-niña le habÃa lanzado un hechizo, estaba seguro de ello. PodÃa sentir su presencia que permanecÃa en la punta de sus dedos y sintió el deseo de volver a tocar su piel. Necesitaba saber cómo es que es tan pura y qué era la luz que su cuerpo emitÃa.
¿Era lo que Toya habÃa estado buscando? Si era asÃ, entonces, ¿la culpa por la muerte de Toya era de esta chica? ¿Qué significaba todo esto? Deseaba respuestas. Esa luz lo habÃa atraÃdo como una polilla a una llama, y ahora descubrió que no podÃa simplemente dejarla ir. Era como si ella, sin saberlo, lo hubiese llamado y no tuviera más opción que responder.
Kyou gruñó en la parte baja de su garganta mientras sus ojos brillaron rojos con sangre. Esta chica era peligrosa. Ãl no era alguien que necesitara o quisiera solo tener venganza por siglos. Ella tenÃa que ser tratada con cuidado. No confiaba en sà mismo alrededor de ella. Ella lo habÃa capturado de alguna forma y le enfurecÃa inmensamente que esta chica, de alguna forma, lo hiciera débil.
*****
Balbuceando algo sobre reuniones de Alcohólicos Anónimos, Toya llevó a Kyoko a su habitación y gentilmente la extendió en su cama. Moviéndose de vuelta rápidamente a través del apartamento a la puerta principal, la cerró usando el cerrojo de seguridad ya que habÃa roto la cerradura regular.
â Qué bueno que ella solo habÃa cerrado el picaporte â, se encogió de hombros y miró alrededor a la soledad del apartamento. Era muy diferente del rugido ensordecedor que estaba en el club. Era casi demasiado silencioso. Quitándose los zapatos, suspiró. â ¡Qué nochecita! â, dejó a sus hombros relajarse por primera vez en todo el dÃa mientras se acolchaba de vuelta donde su Kyoko estaba extendida.
La luz de la luna se derramaba en la ventana lanzando un brillo etéreo sobre su cuerpo. El rostro de Toya se suavizó al detener su vista en el rostro de ella. Su cuerpo flexible se extendÃa en la cama con sus manos medio relajadas en cada lado de su cabeza. Se veÃa como un ángel, tan en paz y tan ajena al peligro en el que podrÃa estar, su mano se volvió un puño al corregir su pensamiento: casi lo estuvo. TenÃa en mente sacudirla hasta despertarla y provocarle algo de lógica⦠pero no lo harÃa.
El ceño fruncido se grabó en su rostro tratando de pensar cómo ella habÃa terminado en el callejón, sola, desmayada pero ilesa. Sin alguien para mirarle el colmillo al caballo regalado, decidió agradecer a los guardianes que cuidaban de ella⦠quienes fueran.
Por el resto de la noche, Kyoko estarÃa con él y a salvo. Eso era todo lo que importaba.
Un destello travieso brilló en sus ojos mientras le quitaba los zapatos y haló las sábanas sobre la duermevela silueta. Ella posiblemente lo matarÃa mañana pero⦠Toya se montó en la cama y tiró del cuerpo ruborizado de ella contra el suyo.
Generalmente, ligeros pensamientos sucios llenarÃan su mente como lo habÃa hecho tantas veces cuando estaba en casa solo. Sin embargo, por alguna razón esos pensamientos se sentÃan mal en el momento. HabÃa algo sobre estar acostado aquà con ella que parecÃa⦠¿inocente? Sacudió su cabeza suavemente y se ubicó cómodamente contra ella.
Sosteniéndola con fuerza, agradeció a cualquier dios afuera porque ella estaba sana y salva donde pertenecÃa. Se sentÃa tan bien tenerla en sus brazos y lo disfrutarÃa por ahora. En la mañana podrÃa probar atentar contra su vida, pero si él iba a morir, al menos morirÃa feliz.
Kyoko suspiró con alegrÃa, acurrucándose al calor protector que rodeaba su cuerpo.
Una sonrisa agració los suaves labios de Toya mientras besaba su sien y la siguió en una dichosa alegrÃa en un sueño ligero.
*****
El cuerpo de Kyou levitó hacia la ventana en la que se dio cuenta de que el aroma era más fuerte. Unas esferas de oro fundido se abrieron sorpresivamente ante la escena frente a sus ojos. AhÃ⦠en la habitación donde Kyoko yacÃa, un joven con ojos dorados y largo cabello medianoche plagado de mechas plata que hacÃan juego con las suyas entró.
Sintió como si el aire hubiese sido sacado de golpe de sus pulmones al tiempo que veÃa el reflejo de la imagen del asesino de su hermano de pie en la cabecera de la cama, mirando hacia la chica adormilada que habÃa secuestrado.
Su máscara helada se desvaneció completamente ante la visión de este chico que se parecÃa a su querido hermano de hace tanto tiempo. â¿Cómo es esto posible?â Al recordar la primera palabra que ella le habÃa dicho, hizo que su pecho le doliera. Lo habÃa llamado Toya por error, y ahora⦠¿aquà en su habitación estaba la imagen de Toya?
Kyou vacilantemente buscó con el olfato un aroma, tratando de comprobar lo que le decÃan sus ojos, pero su mente no podÃa comprender. El aroma de su hermano estaba ligeramente mezclado con el aroma de este chico; sin embargo, antes de que pudiera contemplarlo más, el chico trepó en la cama y envolvió sus brazos posesivamente alrededor de ella.
Celos iracundos se dispararon por el cuerpo de Kyou mientras la chica confiadamente se acurrucaba en el abrazo del joven. Un gruñido grave de advertencia vibró dentro de su pecho al tiempo que sus ojos brillaban rojos brevemente. Hermano o no⦠no lo permitirÃa.
Alargó su brazo hacia la ventana justo cuando una cascada de brillo ondeó a través de ella haciéndolo quitar de golpe su mano. Viendo el polvo arcoÃris asentarse en el alféizar de la ventana como si la protegiera, gruñó de nuevo. La chica parecÃa estar rodeada de todo lo sobrenatural, y el inmortal estaba enrejado en su ira.
Sus ojos se entrecerraron preguntándose si solo era el hechizo de un mago lo que le permitÃa ver a su hermano. ¿Ella habÃa lanzado el hechizo cuando le habÃa susurrado el nombre de su difunto hermano?
Su atención se apartó de golpe de la ventana para mirar hacia el suelo debajo⦠el lobo estaba llegando. Envió otra mirada asesina dentro de la habitación antes de levitar rápidamente al techo.
Toya se acababa de dormir cuando escuchó un gruñido animal que parecÃa provenir de la ventana de Kyoko. âEso no está bien⦠ella está en el segundo pisoâ. Los ojos de Toya se abrieron de golpe cuando escuchó el sonido de nuevo.
Levantando su cabeza levemente para no molestar a Kyoko, miró hacia la ventana de donde venÃa el sonido. Cada instinto de su cuerpo le dijo que alguien o algo estaba ahÃ⦠vigilándolos.
Su mirada se enlazó con la sombra de lo que parecÃa ser un hombre. ParecÃa que estaba mirando fijamente a su ventana⦠¿en el segundo piso? El contorno plateado se inflaba a su alrededor y casi lo hacÃa ver fantasmal. Toya habÃa visto esta aparición antes⦠en pesadillas.
Unos ojos dorados como el sol estaban enfocados en el suelo, pero Toya pudo verlos brillar rojo por solo un momento y podrÃa jurar que vio un centelleo de colmillos también. La imagen brilló como si copos metálicos de polvo multicolor llovieran contra la ventana bloqueando su visión.
Toya sacudió su cabeza y parpadeó rápidamente antes de mirar hacia la ventana una vez más, solo para ahora encontrarla vacÃa. â ¿Qué demonios fue eso?
Sintiéndose un poco más que perturbado, salió de la cama y reptó hacia la ventana. Mirando hacia afuera, lo recibió nada más que sombras y obscuridad. Inhalando profundamente, frunció el ceño notando un aroma inusual rondando cerca de la cornisa que no reconoció.
Un grave gruñido irritado se escapó de sus labios tratando de identificarlo. Decidiendo que quizá era solo su imaginación reaccionando excesivamente por los eventos de esa tarde, revisó de nuevo para asegurarse de que no era nada.
Temporalmente satisfecho de que al menos se estaba debilitando, trepó de nuevo en la cama con Kyoko, manteniendo un ojo abierto por un rato⦠por si acaso.
*****
Kotaro estuvo de pie junto a la ventana de Kyoko sintiendo la presencia del vampiro que se habÃa encontrado en el callejón junto al club. Aunque nunca habÃa obtenido una buena vista del caminante nocturno, estaba seguro de que era Kyou. PodÃa sentir el poder frÃo y silencioso de Kyou y eso era algo que no querÃa en ningún lugar cerca de Kyoko. Kyou era un enigma y no era de confianza.
Con un rugido, su velocidad sin rival lo tuvo en el segundo piso afuera de la puerta de Kyoko en un pestañeo.
Olfateando, se calmó cuando sintió el aroma de Kyoko, fuerte y reciente. Confirmó que âno hay chupasangres dentro de sus paredesâ, pero un gruñido de enfado se escapó de sus labios cuando olió el aroma de Toya, tan fresco como el de Kyoko. Toya habÃa entrado al apartamento también, pero no habÃa salido. Poniendo su mano en la perilla, Kotaro la volteó para descubrir que estaba rota.
Rota pero completamente cerrada. â ¿Pero quéâ¦? â gruñó furioso a la entrada forzada que ahora era obvia.
Kotaro sostuvo su mano frente a él, mirando cómo sus garras se extendÃan y se afilaban en las puntas. Nunca hubo una cerradura que no pudiera forzar y la cerradura de Kyoko era menos que adecuada. Kotaro sonrió arrogante mientras ponÃa su garra en la cerradura. Moviéndola ligeramente, escuchó un clic satisfactorio.
Con el sigilo de una sombra, entró al apartamento⦠cerrando la puerta suavemente detrás de él.
Escuchando nada más que silencio, siguió el camino que le habÃa dejado el aroma de Kyoko. Un momento después, se encontró a si mismo de pie en la puerta de su habitación. Sus abrasadores ojos azules afilados como una espada se enfocaron en el sentimiento incómodo que se disparó a través de su cuerpo.
Sin saber lo que se iba a encontrar al otro lado, abrió lentamente la puerta.
*****
Kamui decidió mantenerse invisible mirando a Kotaro entrar en el apartamento de Kyoko. No era como si se estuviera escondiendo de su amigo⦠no, no era eso para nada. Pero sabiendo quién estaba en la cama de Kyoko en el momento, bueno⦠pensó que era mejor mantenerse invisible en vez de convertirse en un objetivo una vez que se armara el peo.
HabÃa hecho lo posible para mantener a salvo a Kyoko toda la tarde, pero tan pronto como Toya fue⦠en esta oportunidad, el Guardián de plata estaba por su cuenta. Kamui silenciosamente se agachó mientras Kotaro abrÃa la puerta de la habitación.
La visión que recibió a Kotaro era casi más de lo que podÃa comprender. ¡A su lado en la cama estaba ese perro sucio, Toya! Sosteniéndola como si le perteneciera a él y solo a él⦠sus brazos estaban fuertemente alrededor de su cuerpo inconsciente y una inclinación satisfactoria estaba en sus labios.
Un gruñido se le escapó a Kotaro mientras avanzaba sobre la pareja perdida dentro de sus propios sueños.
âTú, ladrón sinvergüenza,â los pensamientos de Kotaro rugieron en su mente mientras sus ojos comenzaban a sangrar con furia. Su control apenas existÃa cuando agarró y tiró a su rival fuera de la puerta de la habitación sin despertar a Kyoko.
Toya no sabÃa qué pensar cuando lo levantaron de la cama por el cuello de su camisa y, literalmente, lo echaron fuera de la puerta de la habitación para aterrizar bien en la sala de estar. Antes de que tuviera tiempo de recuperar sus sentidos adormilados, levantaron a Toya una vez más por el cuello.
Esta vez, sabÃa a quién se enfrentaba. Los ojos dorados furiosos se entrelazaron con unos azules como el hielo cuando arrastraron su cuerpo casi sin esfuerzo de nuevo por el aire.
Aún invisible, Kamui se habÃa dispersado del sofá al ver a Toya dispararse sobre él. Ahora se acomodó en la encimera de la cocina para mirar la diversión. Mirando la puerta de Kyoko, movió una mano en esa dirección⦠poniendo un escudo ahà para evitar que el sonido la despertara.
Volvió su atención a sus dos amigos quienes estaban casi listos para arrancarse las cabezas mutuamente. âComo en los viejos tiemposâ, Kamui sonrió en secreto deseando haber traÃdo algunas palomitas para el espectáculo. âTodo lo que ahora necesito es una máquina de apuestas y dineroâ. Silenciosamente levantó una ceja preguntándose por quién apostarÃa.
Kotaro gruñó gravemente en su garganta, tratando de evitar que la lujuria de su sangre se filtrara en sus ojos azul cobalto. â ¿Pero qué demonios creÃas que estabas haciendo en la cama de Kyoko? â Su voz sostuvo un indicio de muerte como si la respuesta de Toya decidiera si luego se le encontrarÃa vivo o no. La forma de Kotaro prometÃa retribución si la respuesta probaba ser una que no pensara que fuera aceptable.
â ¡Carajo, idiota! ¡Déjame ir! â Toya engarzó los dedos fuertemente apretados alrededor de su cuello con una mano y con la otra, atacó con un golpe que debió estremecer el cráneo de Kotaro.
Aunque Kotaro apenas se movió del puñetazo, Toya ganó su liberación y rápidamente se cuadró en caso de que el patán no hubiese terminado.
Toya podÃa sentir la furia intensa que venÃa de la forma silenciosa frente a él. Su propia furia aumentó cuando se dio cuenta de que Kotaro lo habÃa podido atacar. â ¿Pero qué carajo pensabas que hacÃas en el cuarto de Kyoko, maldito sátiro? â respondió con una pregunta propia.
Kotaro se dio cuenta que se iba a poner ruidoso cuando la voz de Toya comenzó a elevarse. Dio una ojeada hacia la habitación de Kyoko y viendo que la puerta aún estaba entreabierta, movió con brusquedad su cabeza hacia la puerta principal gruñendo las palabras: â Llevemos esto afuera antes de despertarla.
Cuando parecÃa que Toya se iba a oponer a la idea, Kotaro lo tentó sabiendo que funcionarÃa. â A menos que tengas miedo de enfrentarme â. Sonrió con suficiencia y lo miró con furia a la vez, pues sabÃa que Toya morderÃa el anzuelo.
â Seguro, los idiotas primero â. Toya esperó a que Kotaro hiciera el primer movimiento e incluso deseaba que lo hiciera. Ya su ánimo estaba bastante caldeado como para acabar con un vecindario completo. Necesitaba a alguien con quien desahogar toda su frustración, y además habÃa buscado una razón para intercambiar golpes con Kotaro desde hacÃa ya un largo tiempo.
Ambos parecÃan difuminarse y en un par de rápidos latidos ambos estaban en el patio vacÃo en frente de los departamentos donde vivÃa Kyoko. Justo cuando Kotaro se volteaba para encararlo, Toya le dio un golpe que estaba seguro dejarÃa al idiota fuera de combate.
Gruñó con rabia cuando Kotaro derrapó hacia atrás en la grama pero no cayó. No era realmente que no le cayera bien Kotaro⦠le caÃa bien en varios aspectos. Pero al mismo tiempo, Toya siempre sentÃa la necesidad de golpearle con fuerza. Era como tener a un enemigo como amigo.
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