La Consagración Del Éxito
Manuele Migoni
En lo característico de la obra, su título La consagración del éxito, incide sobre todo en la protección de un secreto, cuando su vínculo con algunos casos casi deviene fundamental para que no se llegue al chantaje, a perder, a morir. Todo gira en torno a estos elementos, una historia de espías, un thriller de acción que se inspira en la actualidad más reciente con respecto a lo oculto, el delito, la gestión del poder, un hilo conductor continuo que sobre esta realidad llevará inevitablemente a analizar sus mecanismos.
Excepción hecha de ciudades como Roma, una aparente paradoja con respecto a los lugares en que está ambientada, en LA CONSAGRACIÓN DEL ÉXITO, aquel a quien puede considerarse como el personaje principal, el agente británico de origen italiano Larry Belfiori, mostrará ser el prototipo del anti-007 y aun así jugará un papel a favor de la defensa de Italia contra un insospechado círculo de camarillas ocultas que desde el Reino Unido pretenden desestabilizar el tejido económico y social europeo al tratar de controlar, limitar y suprimir sus potencialidades y, aunque se haya evitado todo esto, en un escenario casi de años de plomo, entre servicios secretos y utilización de criminalidad común o terrorista, ulteriores estratagemas de tráfico de drogas y de personas, en aparente contraposición con Italia y la propia Europa.
Manuele Migoni
Descripción: en lo característico dela obra, su título La consagración del éxito, incide sobre todo en la protección de un secreto, cuando su vínculo con algunos casos casi deviene fundamental para que no se llegue al chantaje, a perder, a morir. Todo gira en torno a estos elementos, una historia de espías, un thriller de acción que se inspira en la actualidad más reciente con respecto a lo oculto, el delito, la gestión del poder, un hilo conductor continuo que sobre esta realidad llevará inevitablemente a analizar sus mecanismos. Excepción hecha de ciudades como Roma, una aparente paradoja con respecto a los lugares en que está ambientada, en LA CONSAGRACIÓN DEL ÉXITO , aquel a quien puede considerarse como el personaje principal, el agente británico de origen italiano Larry Belfiori, mostrará ser el prototipo del anti-007 y aun así jugará un papel a favor de la defensa de Italia contra un insospechado círculo de camarillas ocultas que desde el Reino Unido pretenden desestabilizar el tejido económico y social europeo al tratar de controlar, limitar y suprimir sus potencialidades y, aunque se haya evitado todo esto, en un escenario casi de años de plomo, entre servicios secretos y utilización de criminalidad común o terrorista, ulteriores estratagemas de tráfico de drogas y de personas, en aparente contraposición con Italia y la propia Europa.
Sobre el autor: nacido en 1976, publica desde 2006, en la red desde 2012. Sus relatos, colecciones, versos y aforismos pretenden representar la naturaleza humana en sus innumerables facetas. Considera su libro Il lato oscuro del potere casi como un testamento: su concepción del mundo. Tradicionalista con T mayúscula, crítico imparcial de Guénon, le gustan novelistas como Delizzos. A pesar de haber vivido a menudo en otros lugares, ama especialmente su ciudad, Cagliari, y su ESTO ES ITALIA , aunque ambientado en Roma, sin duda se refiere al lugar del que procede.
Todos los derechos reservados. ©2019. Cualquier referencia a hechos realmente acaecidos es pura coincidencia. ESTO ES ITALIA ,obra que trata deliberadamente hechos reales, es una obra completamente de ficción. Edición y creación de la cubierta obra de Manuele Migoni.
Traducción del libro LA CONSACRAZIONE DEL SUCCESSO (La consagración del éxito) de Mariano Bas.
Gracias a Tektime Traducciones: https://www.traduzionelibri.it (https://www.traduzionelibri.it/default.asp)
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LA ZONA GRIS
El caso Virginia Blade
Larry Belfiori, exoficial de la Infantería Real de Marina y ahora a sueldo de los servicios secretos, está en tratos con Riley Webb, un individuo proveniente de los más bajos fondos criminales de Londres. Trampas, engaños, complicidad están a la orden del día. Aparentemente, la finalidad de todo esto sería la de reforzar y aunar poderes, responder a solicitudes y exigencias, obtener ventajas…
1.
Declaración ante el FBI de Jeff Terry, propietario del Bristol, sobre el asesinato del traficante Nat Calaiò - Nueva York, diciembre de 2016
— Nat Calaiò conocía muchos secretos con respecto a algunos miembros del Departamento de Estado y por esa razón algunos de ellos acabaron desapareciendo.
—¿Entonces hablamos de asesinatos rituales?
—No creo: Nat Calaiò no era exactamente un mafioso, sino una de esas personas a las que se habría podido definir como «traficante», se ocupaba sobre todo de la intermediación entre los cárteles del narcotráfico, sobre todo de aquí, de Nueva York. Pete Norton cometió el error de dificultar algunas entregas de droga y armas que debían llegar a esta ciudad, obstaculizando incluso las investigaciones de la DEA, así que su muerte habría sido para todos continuidad y garantía de negocios y Nat se apresuró a matarlo. Lo que todavía no entiendo es por qué asesinaron también a Nat. Una vez me habló de una cárcel mexicana, me habló por si acaso alguna vez lo dejaba de ver…
2.
Conversación entre los dos agentes del FBI, Paul Mary y Joseph Nicosia – Nueva York, enero de 2017
—Para recuperar el dinero de Virginia Blade el problema está resuelto, la cuenta en Panamá la abrió Pete Norton y, por petición expresa de la comisión, hemos procedido a requerir el procedimiento de desbloqueo; en todo caso, Pete Norton y sus socios le habían proporcionado otra identidad, mediante la cual Virginia Blade en su nueva vida resultaba ser nada menos que Eleanor de Bethencourt, como se indica en su cuenta; hemos verificado si por casualidad Eleanor de Bethencourt se correspondería con otra persona que no fuera Virginia Blade, pero en nuestras investigaciones no aparece ninguna Eleanor de Bethencourt desaparecida y de hecho las que vivían hasta poco antes de su muerte resultan haber nacido en días, meses y años distintos de los indicados en la información dada por Pete Norton sobre Virginia Blade, por lo que el móvil de Larry Belfiori tiene sentido; acaso habría que entender el porqué, es decir, el motivo por el que se ha querido exponer de esta manera, sabiendo muy bien que, a pesar de la devolución del dinero, lo habríamos podido acusar.
—¿Se refiere por casualidad a Larry Belfiori, el agente británico?
—Así es, tenemos una grabación telefónica de él, escuche un poco:
—No tenéis motivos para sospechar de ninguno de los nombres que habéis implicado en esta historia; sobre Virginia Blade, deberíais haberlo imaginado, era toxicómana, algo no funcionó como debería y cascó y nuestros Merries y Webb, que cada vez que venían a vernos estaban siempre controlados, tal vez asustados, salieron por piernas y no es seguro que con las manos vacías; pero, también entre ellos algo salió mal y en este momento será mejor devolveros la cifra sustraída a Virginia Blade después de su sobredosis para que Webb y Merries queden en libertad; dicho esto sobre la muerte de Virginia Blade, para garantizar que el caso se archivara, acudimos al lugar del delito para infligir 13 puñaladas sobre un cuerpo ya cadáver hasta que las cosas no se arreglaran; ahora ha llegado el momento de aclarar las cosas y establecer las causas reales que llevaron a su muerte; sin duda no será fácil explicar el porqué de las puñaladas, pero estamos seguros de la sobredosis, así que encontrad un médico auténtico que esté dispuesto a hacer la autopsia; ahora debo dejaros, recuperaréis cuanto antes el dinero que perteneció a Virginia Blade.
3.
—En confianza, será un agente de primerísima importancia, ahora no lo sé, pero personalmente nunca he oído hablar de él —concluyó.
No sin dificultades, el fiscal de distrito Brian Richardson se encargó de recabar la máxima información de miembros y delegados de la CIA.
Pero, como se podía prever fácilmente, en torno a la figura de Larry Belfiori solo había un muro de silencio.
Sobre el caso relacionado con la muerte de Virginia Blade, por parte de los agentes Mary e Nicosia, poco a poco empezaron a ver cómo el secretismo, el misterio que rodeaba la figura del exoficial de la Infantería Real de Marina, justificaba el hecho de haber podido actuar sin ser molestado en sus actividades, casi de forma atrevida.
Sabía lo que hacía y con quién podía contar.
Lo sospechoso era la desaparición de una ingente cantidad de dinero, ¿era un homicidio? Y que él encontrara el modo, ya fuera real o presunto, de dar a entender que no se había tratado de un hurto ni tampoco de un homicidio.
¿De qué se le podía acusar en realidad a Larry Belfiori en sus actividades?
Había actuado totalmente como un agente secreto y sobre el cuerpo muerto de Virginia Blade no había ningún rastro de él.
Más allá de las declaraciones de Jeff Terry, Mary y Nicosia habrían podido si acaso investigar la probabilidad de que la muerte del agente de la CIA, Pete Norton, estuviera muy relacionada con la figura de Larry Belfiori.
4.
Agentes del FBI conversan con el juez londinense Neil Price - Londres, febrero de 2017
—Verán, es posible que conociera a su hombre en circunstancias totalmente insólitas, aunque solo fuera porque entonces no supe decir con certeza si fue él o algún otro el que me chantajeó, pero el hecho de que mi elección como alcalde fue literalmente comprometida por ese individuo, o por quien actuara para él, y por tanto seguramente por indicación de alguna eminencia política relevante, me ha dado mucho en qué pensar, sobre todo porque, antes de las elecciones, una prioridad que me había impuesto era la de hacer limpieza en algunos barrios de Londres, es decir, detener a personajes como Riley Webb y el hecho es que en la llamada chantajista que posteriormente recibí de Larry Belfiori o en su nombre, me indicaron precisamente al grupo de Riley Webb como un grupo al que no había que molestar, sino dejarlo hacer. Pero no sé si son conscientes de cómo fue exactamente el asunto.
—Se rumoreó que se produjo un chantaje por unas fotos bastante subidas de tono con una cierta Elene y que se vio casi obligado a perder.
—Veo que estoy en buenas manos, pero creo que solo lo supieron en círculos muy restringidos, por lo que no tengo nada que temer, ni por mi integridad como marido, ni por mi reputación en general.
—Ha llevado un tiempo, Dr. Price, pero puede estar tranquilo. Por otro lado, puede depender sobre todo de su implicación con el «clan» Belfiori, precisamente por haber cedido al chantaje.
—Hasta el final continué recibiendo testimonios de consenso, de estima, a pesar de haber pensado ya en la derrota. Pero este hecho no podía sino hacerme pensar a fondo sobre quién había querido en realidad apartarme y por qué. El porqué era el odio, me ha parecido claro desde el principio, pero sobre el quién me he devanado los sesos, he investigado sin llegar a una conclusión.
—Pensamos que Belfiori, con el resto de sus hombres, entre ellos por tanto Riley Webb, están detrás de la muerte de una cantante, Virginia Blade, de la que derivaron otras muertes, todas envueltas en el misterio más total. Riley Webb estuvo implicado directamente, aunque, según dijo el mismo Belfiori, no fue él quien la mató, sino que murió simplemente de una sobredosis, solo que, evidentemente, tras la desaparición de una gran suma de dinero, el mismo Belfiori quiso verlo claro y mutiló el cadáver de Blade como si fuera un homicidio; ahora es para nosotros de vital importancia saber con exactitud cómo y por qué el mismo Belfiori se encontraba allí, a esa hora, junto al lugar de delito y cómo y por qué pudo actuar sin molestias en su alteración de pruebas y también por qué Riley Webb, como él mismo nos ha confirmado, había pasado de ser un simple delincuente de los bajos fondos londinenses a encontrarse en Estados Unidos colaborando con Pete Norton, agente de la CIA, para investigar la desaparición de una cantante; investigación que duró hasta la muerte de dicha cantante, por cierto con un completo éxito.
—Preguntas más que lógicas a las que está claro que no puedo darles respuesta, pero hace un poco que sigo a Larry Belfiori, por el hecho de que él posee ahora esas fotos que, hasta que no consiga recuperar, hacen que mi posición como juez, además de como político, se vea muy comprometida.
—Bueno, a nosotros nos resultaría útil, juez, saber sencillamente dónde está.
—Si les contara qué es lo que hace en realidad Larry Belfiori durante, digámoslo así, su «servicio», no me creerían, pero en el fondo no hay de qué sorprenderse.
—¿Qué? Explíquese.
—En este momento, por encargo de algunas multinacionales, está trabajando para traer inmigrantes clandestinos directamente de sus lugares de origen o al menos de Libia y Egipto, haciéndolo de una manera que no entren en Reino Unido. Sigue completamente la logística de esos lugares, mediante la colaboración con diversos traficantes y reparte a los clandestinos sobre todo en otras naciones europeas.
—Pero tendrá una sede desde la que dirigir todo eso.
—Sí, tiene su base en Bruselas, precisamente a un par de pasos del Parlamento Europeo, pero, que quede claro, señores, ¿puedo confiar en ustedes en lo que respecta a la recuperación de esas fotos?
—Esté tranquilo, juez, es uno de los motivos por los que se hace necesario encontrar cuanto antes a Larry Belfiori
—Mi secretaria les dará luego las direcciones exactas donde reside Larry Belfiori, serán más de una pues normalmente suele cambiar de lugar y domicilio y siempre está controlado por nosotros.
5.
Bruselas, marzo de 2017
Desde el primer momento, para descubrir realmente de qué naturaleza eran las acciones de Larry Belfiori, se pensó en una trampa, pero, a pesar de micrófonos y cámaras escondidos, no se descubrió ningún contacto con contrabandistas o criminales de otro tipo.
Hasta que un día, que para los agentes se presentaba como el enésimo que iba a transcurrir entres cafés, cigarrillos y un continuo sorber de bebidas, una explosión en el interior de uno de sus muchos pisos facilitó lo que luego resultaría ser su fuga.
Como si de repente el espiado no hubiera sido Larry Belfiori y cualquiera que hubiera estado a su lado, sino los propios agentes que lo vigilaban.
Se hilvana así una investigación improductiva para recabar información de la frontera belga, de Francia y otros países limítrofes, pero ninguno parecía saber dónde se encontraba Larry Belfiori.
Lo habitual era pasar horas en lo que los agentes del FBI habían identificado como su oficina.
Que se encontraba dentro de una de sus viviendas.
En estas casas, aparte de él, la única persona que tenía siempre acceso libre era la que se suponía que era su mujer.
Que tras investigaciones más profundas se descubrirá que era Danielle Hudson, ciudadana belga y estadounidense.
Pero también podría haber sido un nombre falso, una tapadera.
Los agentes sabían dónde se alojaba y extrañamente tampoco ella tenía contactos con otras personas distintas de Larry Belfiori.
Salvo pasar con él alguna noche, no solían convivir; ella tenía su casa, de la cual pagaba el alquiler.
Aparte de algún beso excepcional (que los agentes luego relacionaron sobre todo con el hecho de que los dos sabían que estaban siendo espiados) en el interior de las paredes domésticas, no había nada que hiciera pensar que fueran pareja, ni un contacto, ni una discusión concreta.
Y los agentes querían ver hasta qué punto Danielle Hudson era una cómplice.
Se apostaron durante días delante de la que entonces debería haber sido su casa.
Finalmente notaron algo: un hombre, no muy joven, que entraba en el piso, forzando rápidamente la cerradura de la entrada.
De inmediato, Joseph Nicosia, de acuerdo con Paul Mary, se puso la ropa de agente de policía y, haciendo uso de su francés casi perfecto, se preparó para detener, arrestar y eventualmente interrogar a quien en condiciones normales se habría podido considerar como un ladrón a todos los efectos.
Convencidos los agentes de que en un piso como ese no se podía tratar de un ladrón, decidieron actuar de inmediato.
Por el contrario, increíblemente, se producirá un breve tiroteo del que ambos salieron ilesos y luego los agentes buscaron encontrar alguna pista adicional después de que su objetivo tuviera tiempo de huir por piernas.
Pero no hubo ningún éxito, ni en la búsqueda del fugitivo, ni en las pistas, imposibles de encontrar en los muebles y puertas del piso.
Un detalle que se les había pasado por alto era que el hombre llevaba gruesos guantes de piel.
Un detalle en todo caso de poca importancia, porque lo importante habría sido detenerlo.
Podía ser un hombre de Larry Belfiori y por los indicios no se averiguó gran cosa.
Pero al FBI llegó una comunicación a través de Internet donde se especificaba que el hombre en cuestión se encontraba en ese piso para una operación encubierta en relación con la investigación secreta promovida por el juez Price en sus enfrentamientos con Larry Belfiori.
Además, resultó que alguien había contactado con la policía de Bruselas para saber si algún agente de policía se encontraba en ese piso para impedir un robo, y se le dijo que no había ningún agente en una operación similar.
Eso explicaba el enfrentamiento con los hombres de Paul Mary.
Se hizo el retrato robot del hombre con el que se había topado Joseph Nicosia, un hombre aparentemente de los servicios secretos británicos, contra quien se formularon las acusaciones con no pocas dudas.
6.
Londres, abril de 2017
—Se trata de las fotos, agente Mary.
—¿Las fotos de su chantaje?
—Sí, eso. Lo que más me ha sorprendido es el hecho de que a las fotos le han añadido un mensaje: parece que han considerado necesario hacerme saber que la devolución de estas fotos es una mera y simple formalidad, casi una tontería, porque de todos modos podrían haber tenido más copias; ¿usted cómo entendería esto, como una tentativa, una solicitud de poner fin a este asunto?; mi impresión es esa.
—Es probable, Dr. Price, que nuestros sospechosos sepan quiénes somos y que de igual manera sepan o incluso vean que los estamos vigilando y esta carta, ya le digo, llega precisamente en el día en el que hemos conseguido del fiscal Richardson la autorización para proceder con respecto a estos individuos; no solo Larry Belfiori, sino también sus posibles secuaces Webb y Merries, de quienes todavía sabemos poco o nada; ¿supongo en este momento que las informaciones, el correo electrónico que ha llegado con respecto a un agente británico que actuaba de incógnito a su solicitud, no venían de usted?
—En realidad, no; ¿de qué estamos hablando?
—Era lo que yo pensaba, ahora tengo la certeza de que Larry Belfiori sabe todo de nosotros, de nosotros y también de usted, Dr. Price; debe saber que el motivo principal por el que hoy he venido aquí, además de la carta, de la que supe a través de un SMS, es sobre todo por el correo electrónico sospechoso que le decía, que parece llegar por su cuenta directamente a nuestra sede de Nueva York; ¿usted, además de no haber enviado este correo, ha hablado a alguien de esta carta o pedido a alguno de sus hombres que advirtieran a aquel de la existencia y la llegada de esta carta sospechosa?
—Agente Mary, yo no esperaba ni su presencia aquí hoy, sobre todo en relación con la carta, ni mucho menos (ni siquiera mi secretaria, que ha recibido el encargo de entregármela «cerrada», repito, «cerrada») he mencionado nunca esta carta a nadie, solo a usted después de que usted mismo la mencionara.
—¿Entonces todo está claro para usted?
—Yo diría que sí.
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