Cuentos Habbaassi V
Juan Moisés De La Serna
Eran dos jóvenes que les había llegado la edad de demostrar que eran hombres y entre ellos no se conocían pues pertenecían a distintas comunidades y así aunque eran de la misma raza y tenían el mismo idioma. Eran dos jóvenes que les había llegado la edad de demostrar que eran hombres y entre ellos no se conocían pues pertenecían a distintas comunidades y así aunque eran de la misma raza y tenían el mismo idioma. Ellos tenían la misma edad aunque aproximada y era por las lunas por donde se regían en Etiopía y así todos los que habían nacido dentro de la misma luna tenían la misma edad, y a ellos les pasaba eso mismo. Uno era grande y poderoso, tenía una enorme fuerza y resistencia, corría como el mejor y luchaba de la misma manera, pero no era muy listo, y se le notaba un poco paradito y tenía que tener a alguien que le guiase para ser feliz pues se sentía un poco perdido si no era así.
Juan Moisés de la Serna
Cuentos Habbaassi V
Cuentos
Habbaassi
V
Juan Moisés de la Serna
Editorial Tektime
2019
“Cuentos Habbaassi V”
Escrito por Juan Moisés de la Serna
1ª edición: agosto 2019
© Juan Moisés de la Serna, 2019
© Ediciones Tektime, 2019
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Prólogo
Eran dos jóvenes que les había llegado la edad de demostrar que eran hombres y entre ellos no se conocían pues pertenecían a distintas comunidades y así aunque eran de la misma raza y tenían el mismo idioma.
Ellos tenían la misma edad aunque aproximada y era por las lunas por donde se regían en Etiopía y así todos los que habían nacido dentro de la misma luna tenían la misma edad, y a ellos les pasaba eso mismo.
Uno era grande y poderoso, tenía una enorme fuerza y resistencia, corría como el mejor y luchaba de la misma manera, pero no era muy listo, y se le notaba un poco paradito y tenía que tener a alguien que le guiase para ser feliz pues se sentía un poco perdido si no era así.
Dedicado a mis padres
LOS DOS AMIGOS
Eran dos jóvenes que les había llegado la edad de demostrar que eran hombres y entre ellos no se conocían pues pertenecían a distintas comunidades y así aunque eran de la misma raza y tenían el mismo idioma.
Ellos tenían la misma edad aunque aproximada y era por las lunas por donde se regían en Etiopía y así todos los que habían nacido dentro de la misma luna tenían la misma edad, y a ellos les pasaba eso mismo.
Uno era grande y poderoso, tenía una enorme fuerza y resistencia, corría como el mejor y luchaba de la misma manera, pero no era muy listo, y se le notaba un poco paradito y tenía que tener a alguien que le guiase para ser feliz pues se sentía un poco perdido si no era así.
El otro por el contrario era pequeño, ágil como el primero, débil y sin embargo vivo en inteligencia, tenía mal genio y siempre estaba chillando a la gente, para que le obedeciera cosa que al parecer no era lo que los demás pensaban.
El encuentro entre ambos fue de forma valiente y sobrevivieron porque ambos se vieron en la necesidad de unir sus fuerzas, y fue de la forma siguiente como ocurrió.
Los jóvenes cada uno por un lado de una montaña se acercaban a ella sin verse ya que estaba cubierta de árboles menos en las partes altas que eran roca, y así había marchado en aquella dirección pues la prueba que se les había dicho es que tenían que conseguir alguna de las piedras verdes en que ella había y que habían llevado de este la antigüedad sus antepasados.
Ambos iban con miedo pues se les había advertido de numerosos peligros, animales y también semihombres que ahora vosotros conoceréis como osos, que eran terribles y así aunque se habían provisto de alimentos estos no olían para no atraer a los animales por el olor y ellos mismos se habían bañado en barro antes de salir ya que aunque no tenían con ello buen aspecto, eso les ayudaba con los insectos y con los olores humanos.
Habían cogido dos callados con una aguda punta en uno de ellos y dos de mano pequeños y afilados que ahora conocéis como cuchillos y que eran todos de madera y servían igual, para perforar y cortar, y además también llevaban en una vasija orines de León, el más fiero animal de la llanura que les podía salvar en caso de que fueran atacados, y pensaréis que cómo podían coger esos orines y os diré que para eso es un cuento, algo tiene de verdad y algo de ficción.
Adentrándose en el bosque que rodeaba la montaña vivieron varios días, andando lo más rápido posible pues se les había dicho que los mayores peligros están en el bosque y de noche aún más, pues el ojo está dormido y estas a disposición del que lo tenga despierto, y así por la noche dormían en altos árboles y sujetos para no caerse con lo incómodo que eso era y que al día siguiente requerían un tiempo para normalizar la posición de caminar.
Llegaron a la montaña con algún susto y mucho caminar y correr y con poca comida, pero llegaron y empezaron a subir, ambos lo hacían por distintas laderas llegando a una garganta común que rompía la montaña adentrándose en ella, iban bien y tenían que entrar en ella.
Pero parecía que también en aquel lugar era punto de paso de los medio hombres que ahora llamáis osos, y así cuando el joven grande y jugoso fue visto por dos de ellos desde una pequeña altura decidieron comer aquel día a aquella hermosa chuleta que venía sola hacia ellos, y en cuanto al joven menudo, es posible que lo vieran y le despreciaran o que ni le vieran, pero se centraron en aquel que ostentaba un buen menú.
El joven hermoso y grande vio venir a aquellos animales gruñendo hacia él a gran velocidad y el miedo le entró en el cuerpo y le salió por la garganta, dando gritos que dio a conocer a los que venían a por él que la carne era joven y quería escapar pues les había visto.
El joven grande se metió en una hendidura de las rocas y se aprestó a la defensa mientras chillaba más por miedo que con ánimo de asustar a aquellos que ya le habían visto, pero sus gritos alertaron al otro candidato a hombre y así se subió a unas peñas pensando que de esta manera era más grande y desde allí vio lo que el otro estaba pasando.
En principio pensó “esto le pasa por estar tan gordo”, pero luego se dijo, “mira que si no le cogen y vienen a por mí”, y cuando intentaba marchar pensó, “¿y si luego que le hayan comido quieren unos huesos frescos?”, y al final decidió ayudar a aquel que no conocía.
Se aproximó con cuidado y siempre por las alturas hasta que estuvo encima de los dos que querían comer y aquel que se resistía a ser comido.
Desde arriba y con certera puntería se hizo notar por los dos de abajo que recibieron las piedras con poco gusto, y que enfureció a los que esperaban la comida y así en su lenguaje le dijeron que no les molestase que luego le buscarían pero los Etíopes no entendían los lenguajes de aquellos medio hombres y menos cuando estos hablaban de mal humor.
El de arriba aumentó el número de los proyectiles y de tamaño y dado que era hacia abajo no tenía que hacer mucho esfuerzo y así aprovechó el que estaba resguardado para salir gritando y con los dos palos bien sujetos por delante clavándoles uno a cada uno que en ese momento estaban juntos mirando a las piedras que le caían.
Los animales que se sintieron heridos cambiaron de tono en la conversación y se enfurecieron quitándose los cayados clavados, pero el daño estaba hecho y así empezaron a salir borbotones de sangre y ellos gimiendo se marcharon.
Se hicieron amigos cuando se reunieron y aunque al principio cada uno quería ir por un lado lo pensaron mejor y siguieron juntos, llegando a un río de poca profundidad donde al parecer en el fondo se podía encontrar las piedras verdes que cada uno tenía que coger.
Aquellas piedras era su señal de mayoría de edad cuando volvían a la comunidad y se la colgaban de una correa para enseñarlo a todos durante un tiempo, dado que luego se cansaban de ella y quedaba como un adorno más, y terminaban en manos de las mujeres cuando elegía a su compañera, como regalo de amor.
Estaban cogiendo piedras cuando fueron sorprendidos por algo que nadie esperaba, una riada procedente de la montaña, o bien había llovido en las alturas y allí no, o bien el deshielo se había acumulado en algún sitio y luego se había liberado.
Ellos fueron los dos arrastrados un largo trecho hasta que las aguas encontraron un remanso, y así ayudándose uno al otro, salieron de las aguas con las piedras verdes que les había dado tiempo a coger.
Estaban doloridos, magullados y así el más débil tenía algún hueso roto, y pensó que su compañero lo abandonaría pues nada le retenía y él mismo tampoco estaba bien, no tenían comida ni agua limpia.
El joven perdió el conocimiento, pero cuando despertó, se encontró en sitio seco, y con fuego al lado, y con comida en el fuego.
Su joven compañero el grande le había ayudado, le había puesto al sol, y había ido a cazar y encender fuego.
Ambos se repusieron y la amistad se cimentó, y fue así como dos amigos de distinto sitios llegaron a ser uno tan importante para el otro que cuando tuvieron que separarse no lo hicieron.
Fueron primero a una comunidad, luego a otra y luego se marcharon juntos a buscar a una mujer en otro sitio, y encontraron a dos hermosas con las que vivieron.
EL PRIMER HOMBRE/MUJER HAB
En las Escuelas de los Hab-Baa-Ssi, enseñan que se tiene que transmitir el conocimiento de acuerdo con la mentalidad de los que escuchan, y así a unos se les tiene que contar en forma de cuento, y a otros de forma más seria, alguna historia, y a otros con aplicación directa de lo que se quiere decir, sobre la persona que escucha para que este de respuesta ante las nuevas situaciones que se le plantean.
Uno de los cuentos que se contaba en algunos lugares, en que ellos ya habían hablado en varias ocasiones, y cuando querían ampliar la información que se tenía sobre algún aspecto, era el contar la vida de algunos de los hijos de EA, MADRE DE LA VIDA, también llamados los Hab, y así una de estas historias o cuentos era la siguiente.
Un niño esclavo de los The-Atlas, pueblo guerrero y esclavista, se había alejado de su aldea, aspecto que tenían prohibido, y estando a una distancia, vino una de las naves de los guerreros The-Atlas los cuales bajaron y esperaron al Jefe del pueblo al cual pertenecía el niño que miraba todo ello oculto.
Vio venir al Jefe y vio cómo cuando se acercaba lo hacía con sumisión, y cómo los otros le quitaron un casco de metal que tenía en la cabeza y le ponían otro igual, ante todo esto, el niño se olvidó de esconderse e hizo ruido, lo cual fue motivo de una reacción de los guerreros que estaban con su Jefe, y uno de ellos le disparo un rayo de energía, que tan solo le dio de refilón pues el niño se movió para salir corriendo.
El golpe brutal del rayo, le hizo caer del lugar donde se escondía a un hoyo, en donde quedó sin sentido, y con la parte de arriba enseñando el lugar donde había recibido el disparo, todo ennegrecido.
Llegaron los soldados y el Jefe y lo vieron desde arriba y vieron el disparo y el jefe dijo conocerlo, y lo dejaron por muerto, y así cuando el jefe volvió a su pueblo, dijo haber encontrado al niño muerto y que nunca volvería más, y los guerreros se marcharon.
El niño se despertó bien entrada la noche, con el frío y el agua que caía pues había empezado a llover, y en la reacción se vio dolorido por todo el cuerpo, y también con frío y con hambre, y cuando quiso salir del agujero que se estaba llenando de agua sintió un gran dolor en el lugar donde le había dado el disparo.
Se miró, y vio que tenía todo negro, pero no tenía agujero alguno, le había salvado una concha de tortuga que siempre llevaba con él, mitad como distinción mitad como juguete, y que ahora tan solo quedaba algunos restos negros a su lado.
El joven se alejó del lugar y se metió en una cueva cercana a resguardo de la lluvia y del viento y se quedó dormido, y en sueños alguien se le apareció y le dijo,
–Seré tu Maestro y tienes que confiar en mí, y aprenderlo que te diga, para que luego puedas enseñar a otros.
El joven se despertó y no vio a nadie, y volvió a dormirse y se repitió el sueño yél respondió que sí y se le dijo,
–Mi nombre es Hab.
Aquel joven cuando despertó escuchaba la voz de Hab y como es natural tuvo las dificultades naturales de la apertura de la mente que había tenido, ya que lo que había ocurrido fue que el impacto de la energía del arma del soldado había despertado a su Maestro Interior y este era el que se le había manifestado en sueños.
Aquel joven fue el primero que los Hab-Baa-Ssi tienen constancia de que tuvo la mente abierta y consiguió escuchar a su Maestro Interior.
Con el tiempo el mismo adquirió el nombre de Hab que es también el del Maestro interior de las personas de esa raza, ya que tuvo un trabajo mientras tuvo cuerpo físico y continuó el mismo siendo cuerpo energético o Ser de Luz como también se llaman.
Así en el pueblo al que él pertenece, de vez en cuando surge alguien, un hombre/mujer que tiene un despertar y a través de esa apertura de su mente consigue grandes prodigios y puede ayudar a los demás y todos ellos se siguen llamando Hab.
Cuando esto se contó, uno de los asistentes que era un hombre de cierta edad pidió la palabra y dijo,
–Veréis en mi juventud he conocido a un Hab, son seres como nosotros, pero de ellos sale una energía que hace que todos los demás se sientan felices y estén sanos de enfermedades, mi encuentro con él fue de la forma siguiente.
»Era un joven que llevó al pueblo donde estaba el Hab a un hombre enfermo, para que pudiera hacer algo por él, pues estaba empeorando, y el Hab no se encontraba en el pueblo, pues había dicho por la mañana muy temprano:
–Cuando el sol este alto traerán a un hombre enfermo. Voy a buscar su remedio en el monte ―Y se había marchado,
»Ese fue el primer encuentro con él, ya sabía que veníamos antes de llegar nosotros y sin que nadie lo anunciase.
»Llegó al poco tiempo y pidió ver al enfermo y para ello, me habló, y me miró profundamente, suelen tener una mirada profunda que entra dentro de ti, y sientes que está leyendo en tu interior, y me dijo,
–Luego quiero hablar contigo, pues quiero que hagas algo por mí
»Asentí con respeto, luego miró al enfermo y pidió que lo lavasen y que le quitasen toda la ropa y la quemasen y le dieran nueva y limpia, y cuando todo estuvo hecho le dijo, que cogieran unas hiervas y se las pusieran entre las piernas y otras pocas en los sobacos, y le taparon bien, por la noche el enfermo estaba sano, y se quiso levantar pero él no le dejó, y le dijo,
–Mañana volverás andando pero cuando este el sol para que veas el camino.
»Las hiervas colocadas en los lugares donde la energía fluye con intensidad había facilitado la limpieza interior del mismo y la normalización de todo su organismo, y nada más, pero de mi conversación con el os contaré lo siguiente.
»Una vez atendido al enfermo me mandó llamar, pues me había marchado para evacuar mis porquerías y él me dijo,
–He mirado dentro de ti, y he visto que vas a ser un hombre que tendrá que tomar una decisión importante en tu vida que hará que otros puedan beneficiarse de ella o por el contrario perjudicarse.
»Aquello me alarmó, y tan solo me dijo,
–Tendrás en el momento, la claridad de pensamiento, antes de que tengas que tomar la elección.
»Un tiempo después le estuve buscando y no conseguí encontrarle, unos me decían que estaba en un lugar y otros que otro, y así he estado durante mucho tiempo, aunque espero poder encontrarle, para que me ayude pues en mi decisión me equivoqué y causé mucho dolor, y aun espero que con su ayuda poder remediar algo pues no quiero marchar al lugar de la energía con una carga tan grande.
Él hombre había despertado la curiosidad de las gentes pero él se levantó sin contestar ninguna pregunta, y aquella noche marchó y no se le volvió a ver, y al día siguiente, llegó alguien que ellos conocían, y le dijeron,
–Aquí estuvo alguien que te busca y que quiere hablar contigo, pues busca tu ayuda.
El hombre que era ya muy anciano les dijo,
–Aun no es tiempo de nuestro encuentro, él será el que me suceda cuando me marche pero tiene que aprender de las equivocaciones, para que cuando tenga el puesto tan solo tenga aciertos.
Sin embargo viendo el pesar que había dejado el hombre mandó a uno del pueblo a que le buscase en un lugar y le dijo,
–Esta allí descansando, ve y avísale que quiero hablarle.
Se produjo el encuentro al día siguiente, y cuando llegó el hombre se echó a los pies del anciano, el cual le dejó, asombrando a todos, porque él nunca quería eso, y el hombre con la cabeza en el suelo, pidió perdón, y el otro le contestó,
–Levanta ―Y explicó a los demás―, veréis este hombre tuvo que decidir entre venir conmigo estos años, siendo mi ayudante y mi herencia, o ser soldado, escogió lo último y ha estado matando a otros hombres en varios lugares, y cobrando impuestos, y tomando lo que quería y no respetando la vida, y cuando le llegó su momento, cayó enfermo y le hablé por la noche y le dije,
–No harás mal a nadie más, búscame y eso es lo que ha hecho hasta ahora.
El hombre asentía delante de todos, y el anciano le dijo,
–Si le he dejado pedir perdón no ha sido a mí, sino a todos los que has hecho mal, directamente con sus actos, e indirectamente con su ausencia a mi lado. Ahora estas limpio, y le tomaré como hijo y será mi heredero, pues mi tiempo ya esta terminándose.
Así le dieron una cabaña para los dos, y moraron en el lugar por dos largos años, y llegado el tiempo se marchó el anciano, y cuando su cuerpo físico le dieron al fuego, el discípulo empezó a hablar como el anciano, y se lo hicieron notar y él mismo dijo,
–Soy un Hab, y el que vive en mí, es el mismo que vivía en mi maestro, y será el mismo que vivirá en aquel que será mi heredero, pues un Hab no muere y está en el mundo haciendo el bien a través de las personas físicas.
EL CORAZÓN DE UNA MADRE
Una joven Madre tuvo un hijo por primera vez, y estuvo criándolo durante unos meses, pero llegó una noche en que estando dormida, una fiera entró en su cabaña y robó al niño, llevándoselo.
Al día siguiente la Madre alertó a todos y los cazadores vieron las huellas y olieron el rastro, y le dijeron a la mujer,
–Llora pues tu hijo está muerto, busca un hombre y que te vuelva a dar su semilla y engendra otro al que puedas criar.
–No está muerto, está lejos pero está vivo ―dijo ella.
Como no le hacían caso, se convirtió con mucho esfuerzo en un cazador, y así salía con ellos y aprendió las técnicas de seguir el rastro y de matar y de luchar y su cuerpo se llenó de heridas, cual era lo normal, y todos le decían,
–Desiste coge al hombre que quieras y con su semilla da por terminado tu dolor.
Pues ella continuamente buscaba a su hijo, pero ella contestaba,
–Mi hijo está lejos pero está vivo.
Una noche se le apareció el hijo y le dijo,
–Madre no sufras, estoy bien, donde me encuentro no existe frío, ni cansancio, ni dolor, estoy con otros niños.
Aquella madre al día siguiente, habló a su Comunidad y contó lo ocurrido y todos se alegraron y ella encontró a un hombre que le gustó y le dijo,
–Dame tu semilla pues quiero volver a sentir el ser Madre.
LA IMPORTANCIA DE LA ALEGRÍA
Los Hab-Baa-Ssi, son un pueblo alegre aunque no bullicioso, es posible que algunos conozcan que el bullicio y el exceso de manifestaciones, indica desórdenes internos, normalmente cerebrales, y que de esta manera es una forma de eliminar del interior una excesiva presión, y desde luego si añadimos algún tipo de estimulantes, bebidas, plantas o tierras, entonces tendremos que nos alejamos de la alegría que practican los Hab-Baa-Ssi.
Entender que la alegría también se puede vivir consiguiendo una paz interior, y ayudando a los demás a ser felices, y compartiendo la felicidad de los demás.
Normalmente cuando dejamos de pensar en nosotros, nos damos cuenta de que vivimos mejor, claro que eso requiere tener controlado y dominado al Espíritu de Orión que tenemos dentro y que siempre nos llevará a dominar a los demás y a gozar con el sufrimiento.
La importancia que los Hab-Baa-Ssi, dan a la alegría y a la felicidad la resumen en lo siguiente. EA, MADRE DE LA VIDA, dijo a uno de sus hijos,
–Sé feliz haciendo felices a los demás, haz feliz a los demás pensando positivamente en ellos, piensa positivamente en ellos desde el Conocimiento, ten Conocimiento de quien mora en su interior, habla con quien mora en su interior y date a conocer, haz que tu Ser de Luz y el suyo estén en armonía, ya has conseguido ser feliz a través de los demás.
HAB DE LAS PIEDRAS VERDES
Se conoce el nombre de Hab desde una antigüedad de más de ocho mil años, algunos dicen que así se llamó el primer hombre/mujer que llegó a humano en el pasado, otros dicen que así se llamó el pueblo que vino de Sirius como Maestros a enseñar a los animales/hombres para pasar el salto en la evolución, y cuyas enseñanzas están recogidas en las Escuelas del Conocimiento de Hab y Ssinia (Etiopía) cuyo pueblo guardián son los Hab-Baa-Ssi.
Uno de los niños que había salido de las Escuelas y que ya tenía la categoría de Guía, había escogido para sí mismo ese nombre, y él en una ocasión contó el siguiente cuento.
En el pasado había como todos sabéis dos pueblos los Baa o pueblo que vivía en las montañas, y los Ssi pueblo que vivía en los llanos, y en muchas ocasiones ambos habían comerciado, pues a los de las montañas les gustaba mucho la miel y también querían frutos y también maderas, y por el contrario los de los llanos querían las piedras verdes que aquellos traían y que eran magníficas y tenían un gran valor, pues los comerciantes de los pueblos de los alrededores así lo apreciaban.
Sucedía que dichas piedras los de las montañas no les daban valor, y así por muchas de ellos, los del llano les daban pocas cosas, y así estuvo mucho tiempo hasta que los comerciantes pensaron que era mejor subir a las montañas y hacer negocio directamente con quien traía esas piedras.
Así el primero subió con unos animales cargados de miel y de madera, que sabía que era lo que querían los de arriba y se presentó en uno de los pueblos de las montañas que nunca habían recibido a nadie, y asustó mucho a todos, y así resultó que era un primer encuentro entre dos razas, ya que aquel comerciante no pertenecía a los Ssi, pues tenía la piel blanca, y era un Egip-Coito.
Aquel hombre no tenía el propósito de hacer comercio, sino de descubrir dónde recogían las piedras los hombres que vivían en las montañas, y así lo intentó y nada consiguió, y terminó de hacer negocio, y vendió todo con provecho, y cuando se marchó del lugar y volvió a bajar a los llanos, se quedó dormido y cuando despertó se encontró con que tan solo tenía las piedras que valía su mercancía y no todas las que le habían dado, y miró por todas partes, y también intentó volver a subir a buscar más piedras pero no recordaba el camino.
Aquel hombre cuando llegó a su destino y lo contó a los hombres Ssi, estos se rieron de él y le dijeron,
–Nunca subas a las montañas, a ellos no les gusta, y siempre que se ha hecho, al que lo ha intentado le ha sucedido lo mismo que a ti. No sabemos cómo lo hacen pero es justo el precio de lo que has llevado. A nosotros ya nos ha pasado varias veces, y hemos desistido y así dejamos que vengan ellos, y que nos del lo que quieran y quedamos en paz, y fíjate que nos pagan muchas veces el valor de lo que les damos.
Al hombre Egip-Coito, le sentó muy mal y al mismo tiempo pensó en volver a su tierra donde preparó una expedición de hombres armados, dispuestos a conseguir conocer de dónde se sacaban aquellas piedras verdes, y con el pretexto del comercio o con el de las armas conseguirlo, y así con una veintena de hombres y muchos animales cargados con todo lo necesario para la guerra, y disfrazados de comerciantes volvieron al pueblo de los Ssi, los cuales cuando los vieron les temieron pero aun así les dijeron,
–Si subís ninguno saldrá con vida, volver atrás y dejar las armas, ellos conocen quien va como amigo y quien no.
Pero el hombre tenía en su corazón el color verde de las piedras y el valor que ellas tenían, y marchó a las montañas, obligando a varios Ssi, a ir con ellos, los cuales se vieron atados por el cuello, para que no se escapasen y conocieron las cadenas de hierro.
Llegaron al pueblo de los Baa, el cual estaba abandonado, y pararon a dormir allí, y en aquel pueblo ocurrió algo importante, por la noche todos durmieron, por el cansancio o por la altura, o porque alguien les hizo dormir, y los hombres Ssi, también.
Cuando era de día los hombres Ssi estaban libres de sus cadenas y muy lejos de las montañas, alguien los había transportado durante la noche, seguían teniendo las heridas en sus manos y en sus cuellos, pero de los Egip-Coitos nada sabían y volvieron a su pueblo contando muchas anécdotas inspiradas por el misterio y el miedo.
Los Egip-Coitos tuvieron otra suerte, ellos se despertaron y se encontraron con que no estaban los hombres Ssi, no estaban las cabalgaduras, ni las armas, ni la comida, ni sus ropas, estaban desnudos, y se encontraban en las montañas, no en el pueblo donde habían llegado.
Alguien los había llevado lejos, y además no estaban todos juntos, estaban en varios grupos, cada uno de ocho, menos el jefe que él si estaba solo, y tuvieron frió, y miedo, y aunque era verano y lucía el Sol, en las montañas, desnudos los hombres blancos de Egip-Coitos lo pasan mal.
Como pudieron, pues andaban descalzos, cuando ellos normalmente estaban con calzado de montaña, descendieron de las montañas con intención de llegar a los pueblos Ssi.
Fueron llegando a distintos pueblos, los cuales conocían ya la historia y les recibieron y les ataron y así les atendieron y les dieron de comer y les hicieron trabajar, y cuando llegaron los comerciantes, les vendieron por su libertad a los que les compraron que practicaban la esclavitud, aunque dijeron,
–Les daremos libertad.
Aunque nunca más se la dieron, aunque eran de la misma raza, pues fueron de amo en amo hasta el final de sus días.
Sin embargo el hombre que había mandado a aquellos no tuvo tanta suerte, ya que cuando consiguió llegar al pueblo de los Ssi, lo hizo al pueblo donde había cogido a los otros, y les había puesto cadenas, y cuando le vieron le dieron las gracias, de forma que alimentó a las hormigas, pues los Ssi, conocen que los Egip-Coitos esclavizan a los hombres y les maltratan y les torturan y les quitan la condición de hombres y les convierten en animales, de carga o de lo que haga falta, y ellos consideran a los que así tratan a los demás animales peligrosos, con los que no quieren tener trato.
Así cuando vieron a aquel que así les había tratado no queriendo ellos darle muerte se lo regalaron a sus hermanas las hormigas, a las cuales les supo bien, pues en poco tiempo le habían dado el tratamiento que ellas dan a los que tienen malas ideas.
Pasó un tiempo y volvieron a aparecer los del pueblo Baa de las montañas, a negociar con los Ssi de los llanos, y nada se habló de lo ocurrido y todos respetaron su silencio, pero estando contentos por tener a tan buenos vecinos.
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