Cuentos De Etiopía I

Cuentos De Etiopía I
Juan Moisés De La Serna
Un joven empezaba a estudiar secundaria y se enfrentaba a su primer día de clase en el instituto, nuevos profesores, asignaturas y a lo que tenía más miedo, distintos compañeros. Había sido una persona tranquila, pero aquella situación era muy estresante para él, pues desde pequeño había estado siempre en la misma escuela, cerca de su casa, y ahora se tenía que desplazar casi una hora para poder llegar al instituto, y devuelta otra hora de autobús. Es cierto que el servicio de transporte era puntual, por eso no tenía ninguna queja, eso sí, tenía que madrugar aún más temprano para no llegar tarde a clase.

Juan Moisés de la Serna
Cuentos de Etiopia I

Cuentos de Etiopía
I

Juan Moisés de la Serna

Editorial Tektime
2020
“Cuentos de Etiopía I”
Escrito por Juan Moisés de la Serna
1ª edición: febrero 2020
© Juan Moisés de la Serna, 2020
© Ediciones Tektime, 2020
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Prólogo
Un joven empezaba a estudiar secundaria y se enfrentaba a su primer día de clase en el instituto, nuevos profesores, asignaturas y a lo que tenía más miedo, distintos compañeros.
Había sido una persona tranquila, pero aquella situación era muy estresante para él, pues desde pequeño había estado siempre en la misma escuela, cerca de su casa, y ahora se tenía que desplazar casi una hora para poder llegar al instituto, y devuelta otra hora de autobús.
Es cierto que el servicio de transporte era puntual, por eso no tenía ninguna queja, eso sí, tenía que madrugar aún más temprano para no llegar tarde a clase.
Dedicado a mis padres


EL INSTITUTO
Un joven empezaba a estudiar secundaria y se enfrentaba a su primer día de clase en el instituto, nuevos profesores, asignaturas y a lo que tenía más miedo, distintos compañeros.
Había sido una persona tranquila, pero aquella situación era muy estresante para él, pues desde pequeño había estado siempre en la misma escuela, cerca de su casa, y ahora se tenía que desplazar casi una hora para poder llegar al instituto, y devuelta otra hora de autobús.
Es cierto que el servicio de transporte era puntual, por eso no tenía ninguna queja, eso sí, tenía que madrugar aún más temprano para no llegar tarde a clase.
Entró por primera vez en aquella aula, en la cual ya había parte de los que serían sus compañeros, estos a pesar de tener su misma edad parecía que hubiesen salido de un circo, al menos eso es lo primero que pensó al ver algunos con sus pintas, otros con la ropa a medio colocar o demasiado grande y algunos que usaban cintas en el pelo.
Él que siempre había asistido a sus clases con el uniforme de la escuela, no es que fuese muy cómodo, pero por lo menos era elegante, y ahora tenía que ir a un centro público donde cada uno era de un mundo diferente, todos del mismo barrio, pero cada uno procedente de una familia, y con un estilo de ser y pensar distinto, que daba también un estilo de vestir desigual.
Entre ellos rápidamente se juntaron, los que tenían cresta con los que tenían cresta, los que usaban ropa excesivamente ancha con los que vestían igual, y así antes de comenzar la clase ya había ocho o nueve grupitos de dos o tres personas en cada uno, todos de la misma edad, pero con una forma de pensar y vestir totalmente diferente.
Aquello le molestaba al joven, pues no se veía preparado para poderse enfrentar con aquellas personas, no sabía con qué grupo encajaba, y no quería quedarse fuera de los grupos, pues pensaba que si se quedaba sólo desde el primer día luego sería muy difícil que algún grupo le aceptase.
Se acercó a uno para saludar a sus miembros y estos le miraron como si fuese un bicho raro, por su forma de vestir y de saludar.
“Anda que mirarme así a mí, si son ellos los que tienen unas pintas” pensó el muchacho.
Se paseó por distintos grupos, y cada uno pensaba y vestía de forma diferente, y cuando se acercaba veía que no encajaba y los propios miembros de los grupos se lo hacían ver.
Sólo en un grupo de chicas no se sintió rechazado, pero claro, ¿quién quiere pertenecer a un grupo de chicas siendo chico?, eso estaba bien para buscar pareja, pero si no, él mismo sentía que sobraba allí.
Al final de la clase salió sólo de aquel instituto, sabiendo o por lo menos eso creía, que ese iba a ser el peor año de su vida, en que no iba a encontrar ningún amigo y todo iba a ser difícil.
En la época en que los amigos lo son todo y son la referencia de lo que está bien o mal, te ayudan para saber qué hacer en la vida, y él se había quedado sin amigos, completamente sólo.
Aquello era demasiado frustrante, además apenas había podido seguir el ritmo de la clase aquel primer día, en verdad era mucho lo que tenía que aprender y se veía sin fuerzas para hacerlo.
Estando en esto pasó cerca de un lago, antes de coger el autobús, era un pequeño charco de lluvia, el cual llevaba varios días ahí; vio que había una rana en él, y cogió una piedra e intentó tirársela cerca para mojarla y obligarla a esta que saltase de la hoja en que estaba al agua.
Pero la rana no hizo nada, esto le molestó al joven que ya había tenido un día muy frustante como para que también aquella rana se riese de él y no se moviese; volvió a tirar otra piedra, con algo más de puntería y la volvió a mojar de nuevo, pero no se movió.
Lo intentó con una tercera piedra, pero esta vez antes de que la hubiese terminado de lanzar la rana ya se había caído al agua, es como si de repente hubiese sido empujada y no hubiese podido hacer nada. Esto a pesar de sorprenderle pues se quedó con la piedra en la mano, no le dio mayor importancia, solamente sintió una pequeña satisfacción de ver como al final, él era el último en reír, al menos de la rana.
Este joven, todavía no había aprendido a dominar su carácter, es cierto que era una persona pacífica, pero con mucha frecuencia se alteraba y le daban ganas de dar patadas a las cosas o de dejar a sus padres con la palabra en la boca e irse en mitad de una conversación a su habitación.
Apenas había aceptado el que sus padres se hubiesen separado, y que ahora tuviese que vivir unos meses con uno y otros con el otro; eso había hecho que se hubiese tenido que desplazar del barrio a otro más humilde, de tipo obrero y que hubiese perdido muchas de las comodidades que tenía en su anterior casa. Esto le había dificultado también el adaptarse al instituto, por todo el cambio que le suponía, estar en un centro público.
Así pasó el día y le empezó a dar vueltas a lo sucedido en el charco, y al día siguiente antes de entrar en la clase, volvió a pasar por el charco y volvió a ver a la rana, cogió una de las piedras e hizo exactamente lo mismo que el día anterior, ir a tirar la piedra, pero sin tirarla, y vio que nada hizo la rana, así estuvo tirando varias veces, mojando a la rana, pero sin conseguir que esta se tirarse al charco, lo hizo varias veces más hasta que se cansó y entró en clase.
No se había dado cuenta de que se le hacía tarde, y así el segundo día de clase ya le castigaron por ese retraso, no es que le hubiesen mandado tarea extra ni nada parecido, sino que le habían escrito una nota que tenía que traer firmada por uno de sus padres en donde se informaba del retraso del alumno, y que de repetirse esa actitud podría ser expulsado.
“Es injusto que me pongan esto a mí, yo que nunca he faltado a clase, ni llegado tarde en toda mi vida, sólo estamos en el segundo día y ya me han dado una nota de amonestación.”
Aquello le molestaba enormemente, y más cuando había sido el tema de comentario de sus compañeros en los distintos grupitos que habían formado.
“Me voy a hacer una fama, que luego nadie me la va a poder quitar” se decía para sí mismo a la vez que se enfureció por dentro.
Al terminar la clase llegó al charco y vio a la rana, y cuando pasó la miró y dijo,
–Y todo por tu culpa.
Y vio cómo la rana se cayó de la hoja en que estaba, esto asombró al muchacho, pero pensó para dentro de sí, “se lo tiene merecido, así aprenderá a caerse cuando yo quiero.”
Pasaron los días y cada vez que pasaba intentaba hacer caer a la rana de su hoja, pero ya no usaba las piedras, si no sólo la mirada o al menos eso es lo que creía el joven.
Unas veces lo conseguía y otras no, y él ya no dedicaba mucho tiempo en hacerlo, si a la tercera vez no lo conseguía lo dejaba y se iba, no se arriesgaba a ninguna otra nota más como la del segundo día de clase.
En algunos momentos conseguía mojar a la rana y otros no, y se dio cuenta de que cuando venía enfadado de la clase por cualquier motivo que en esta le hubiese sucedido podía hacer que aquella rana se cayese de su hoja y se mojase.
Lo observó y practicó, un día que estaba tranquilo delante de la rana, practicó tirarla y no lo consiguió, y se puso a pensar en aquello que le enfurecía, volvió a intentarlo y en esta ocasión si lo consiguió. Ya sabía cómo conseguirlo había dado con la clave, era recordar o revivir algo que le pusiese furioso y dar salida a esa furia hacia la rana.
Todo eso había hecho que aquel lugar no fuese tan pesado para él, y que al menos tuviese un amigo, aquella rana.
Sí, el joven ya sabía que tenía la capacidad de espantar a la rana, de tirarla de su hoja a voluntad, sólo tenía que hacer un breve ejercicio de quedarse quieto y recordar una situación estresante de su vida.
“Pero, ¿es esto todo lo que soy capaz de hacer?,” se preguntaba para sí el joven.
Así intentó algo más, al lado de la rana había una hoja suelta que estaba flotando en el agua, esta era pequeña y entendió que no le debía de suponer mucha dificultad el moverla, lo intentó y lo intentó y nada consiguió y perseveró varios días y al final hundió la pequeña hoja.
“¡Hundida!, pero ¿por qué si yo quería moverla? ―pensó el joven―, bueno, a lo mejor es sólo lo que sé hacer, hundir cosas.”
Y así él mismo rompió una pequeña rama de un arbusto próximo e intentó por días hasta que consiguió hundir la rama, pero esta salió a flote, y volvió a hundirla y volvió a flotar; se esforzó por dejar aquella rama debajo del agua y se dio cuenta cómo lo conseguía ya casi sin esfuerzo, es como si de alguna forma unos dedos estuviesen sujetando aquel palo bajo el agua.
Intentó que la rama se acercara y lo hizo, luego pensó en que se alejara y también lo hizo, luego la soltó y ascendió hacia la superficie.
“Ya veo cómo he de hacer para moverlo, tengo que tener el objeto sujeto,” se dijo el joven.
Y así trató de mover la rama estando encima del agua y no lo consiguió, pero tras un poco de práctica al final lo hizo.
Este pequeño charco se había convertido sin saberlo en su escuela personal de entrenamiento de su capacidad de hundir objetos, en principio y ahora de moverlos a voluntad.
Sabiéndose ya poseedor de esta capacidad, se preguntó si también podría hacer algo donde no hubiese agua, por ejemplo, en un arbusto próximo, así lo miró, se concentró y nada consiguió.
“Demasiado grande, no puedo moverlo”, se dijo así mismo.
En realidad, lo único que sucedía es que el joven no se había dado cuenta que dentro del árbol y como parte de la conservación del mismo existía una estructura metálica que impedía que este se moviese.
Se dijo que debían de ser objetos pequeños los que podría mover, y se preguntaba para qué querría esa capacidad, pues en su vida diaria no tenía cabida, y menos cuando él mismo no quería destacar en nada en aquel lugar en que tanto le estaba costando adaptarse.
Empezó a practicar con objetos pequeños como lapiceros y rotuladores, los cuales por ser redondeados apenas ofrecían resistencia y por tanto le era muy fácil mover.

UNA FAMILIA PECULIAR
El viajero continuaba su camino, cuando se le acercó un niño y le dijo,
–Todavía no has visto lo más importante de este pueblo, todavía no has visitado mi casa.
El viajero entendió que se trataba de una chiquillería y le respondió,
–Bien, enséñame tu casa y proseguiré mi camino.
Los dos fueron a una casa a las afueras de la ciudad, y llegado a ella, le salió una mujer y le preguntó el motivo de su visita, el viajero le comentó que había sido invitado por su hijo, y que estaría poco tiempo.
La mujer le invitó a comer, y a la hora de comer llegó el hombre y no se extrañó de ver al viajero y dijo,
–Ya veo que al final has sabido donde buscar, ya creía que te ibas a ir del pueblo sin ver lo más importante.
El viajero se extrañó de que utilizase las mismas palabras que su hijo y le preguntó,
–¿De qué se trata eso tan importante de ver?, ¿quizás algún tesoro familiar?
El dueño de la casa se rio y dijo,
–Nada que sea de valor material, nosotros aquí conservamos viejas costumbres, que no abundan por esta zona, para nosotros es nuestro bien más preciado, y creemos que pocos saben disfrutarlo, por eso te invito a convivir con nosotros hasta mañana después de comer, y luego continúas tu camino.
El viajero comprendió que lo que esperaba encontrar no era lo que había en aquella casa, pero la curiosidad pudo más y se quedó para conocer a estas personas que se definían a sí mismas como peculiares.
Pasado el día completo y la mañana del siguiente y tras comer se despidió el joven diciendo,
–En verdad, que me hubiese perdido mucho si me voy sin conoceros, sois una familia muy peculiar y con unas costumbres realmente especiales, si esto se extendiese se viviría mejor, tanto física como emocionalmente.
–En realidad esto no se lo enseñamos a nadie ―dijo el dueño―, únicamente en esta ocasión porque nuestro hijo así lo ha considerado adecuado, ya lo intentamos en un tiempo y nos retiraron la amistad, ya que no estaban preparado para ello, de momento, nosotros lo conservamos hasta cuando estén preparados el resto para poder aceptarlo.
–Entonces decirme ―dijo el viajero―, ¿queréis que os guarde el secreto?
El dueño le contestó,
–Lo que te llevas es para ti, utilízalo como mejor comprendas que puedes hacer, sí te digo que no todos están preparados para conocerlo y menos para aceptarlo, luego informarles de algo que no les sirve, únicamente les crea inseguridad y miedo.
El joven agradeció la hospitalidad y al muchacho su invitación y dijo,
–En verdad tienes una gran familia, enhorabuena.
–Espero yo con mis hijos y mis hijos con los suyos extender todo el bien que nosotros hemos aprendido a generar dentro de la casa ―afirmó el muchacho.

EL GRILLO CANTANTE CRI-CRI
En un lugar un poco distante de las tierras de Hab y Ssinia (Etiopía) y también en otros momentos de la historia diferentes, en un prado cubierto de amplio matorral y vegetación, nació un grillo como los demás, normal, y de una madre que ya había tenido más hijos, y también le dio en esta ocasión varios hermanos, pues es sabido que por la gran mortandad que existe, la naturaleza da muchos hijos a quien los pierde con facilidad.
Ocurrió que este grillo al día siguiente de nacer y ya moviéndose subió a una hoja en un momento en que sopló el viento. Aquel joven experimentó en un solo momento la naturaleza con todo su esplendor, el viento le trajo música y también vida, pues respiró profundo y se sintió lleno por dentro y abrazado por fuera. El aire era cálido y sintiendo bien cerró los ojos asiéndose a la hoja, sin embargo, esta se desprendió y fue arrastrada hasta un pequeño arroyuelo.
El aire arrastró la hoja hasta un lugar de remanso en que quedó varada y ya había vegetación y unas piedras. El grillo que había abierto los ojos y que se sintió volar con el aire, se encontró bien, no experimentó miedo, pues no lo conocía, y esperó y se vio en un nuevo lugar, en un lugar que contenía unas piedras verdes en el fondo y en las laderas de las tierras que estaba formando los límites del pequeño arroyo, que apenas era de unos centímetros de ancho, pero que para el joven grillo le parecía una maravilla.
Aquel pequeño animal no estaba asustado por qué no le había dado tiempo a aprender lo que era el miedo, pero sí de alguna manera pensaba diciendo que el mundo era un poco complicado, ya que tan solo se había puesto en una hoja y ahora estaba lejos de donde había nacido, y se bajó y sintió el suelo bajo sus patas.
Se sintió feliz y le entró hambre y allí había mucha comida y en apariencia no había nadie de los suyos, así era pues el lugar no contenía vida física y él comió y estando en esto se sintió cogido con cuidado y como no le hizo daño no sintió dolor, aspecto que tampoco había conocido aún, y se dejó llevar, y le pusieron encima de una pequeña hoja y miró y vio unos ojos muy grandes y muy cerca que le miraban.
Estuvo en ese lugar varios días y todos los días sentía hambre y comía y todos los días tenía comida fresca y jugosa y también tenía agua pues la comida antes de dársela la mojaban en abundancia, y era que un niño lo había cogido y le estaba cuidando, un niño que amaba los animales y había visto a aquel Cri-Cri, y le había gustado, y vivió en lugar donde se le había llevado.
Su tamaño aumentó de forma considerable y el mismo como no veía nadie más que a aquel niño y a él mismo, no pensaba que nada raro le ocurría y tan solo sabía que estando junto a aquel niño estaba seguro, y tenía comida y bebida y sintió amistad y cariño por él y procuraba no alejarse y cuando le llegó el turno, empezó a volar y a sentir la tentación de gritar y así se hizo fuerte.
Cuando empezó a hacer Cri-Cri, escuchó por primera vez la mente del niño que le hablaba y que le decía:
–Bien has nacido, ya puedes escucharme, quiero decirte algo, si quieres te suelto y vives en el campo como los demás Cri-Cri que existen, pero si quieres vives conmigo y juntos podemos estar un tiempo, y nos ayudamos, tú me avisas de los peligros y yo te protejo y te doy de comer.
El Cri-Cri, le contestó con su mente y le dijo,
–Déjame en el campo que vea cómo se vive y después de dos días ven a buscarme y te daré una respuesta, pues me pides una decisión sin darme los conocimientos necesarios para tomarla.
El niño, aunque le dolió lo aceptó, y le llevó a donde le había encontrado, y le dejó de comer varias hojas de las que él mismo le daba, por si las necesitaba.
Aquel enorme Cri-Cri se había desarrollado de una forma anormal, ya que era muy grande para su tamaño pues había tenido comida en abundancia sin esfuerzo, su naturaleza le impulsaba a volar y cuando el niño le dejó lo hizo, y por instinto se dirigió a donde había nacido, y allí encontró a la pradera donde su madre le dio la vida, y en la cual él sólo había vivido escasas horas.
Cuando él llegó al lugar, aquellos que tenían que ser sus hermanos y parientes y vecinos se alarmaron por aquel monstruo que se acercaba ellos con intenciones no conocidas, dado que ellos eran de menor tamaño y temían lo desconocido, el joven Cri-Cri buscó a su madre la que no encontró, pero si a su familia que no le aceptó, y se marchó de aquel lugar con el alivio de todos.
Aquella ignorancia le dolió tremendamente y entonces se empezó a dar cuenta de que él era diferente y se dio cuenta de que esa diferencia podía venir del comer alimentos de otros lugares, e hizo lo siguiente, cogió a una hembra joven, con escasos días de vida y volando se la llevó al lugar donde él mismo había crecido a que comiera la comida que le había dado el niño, y así se presentó a él con la hembra y el niño extrañado pues pensaba que ya no volvía les acepto a los dos, y juntos vivieron unos días, y mientras Cri-Cri, hablaba con su compañera y con el niño y así se enteró de que el niño en el agua con la que lavaba las hojas que le daban a comer había puesto una sustancia y según pensó podía ser la causa de su gran tamaño, la joven hembra también creció como él.
En este tiempo el niño fue llamado para estudiar en las Escuelas del Conocimiento de los Hab-Baa-Ssi, y se llevó a sus dos amigos, que no se marchaban de su lado, y así el niño cuando vino el Maestro a buscarle, les pidió permiso para llevarlos y se los enseñó y el propio Maestro le dijo,
–Es mejor que te los lleves ―pues pensó “si estos se reproducen y llegan a ser muchos tendremos problemas con los sembrados”.
Se marcharon a las cuevas, y cuando estuvieron en ellas, el niño dijo a su Maestro tutor,
–¿Qué puedo darles de comer? pues tengo un trato, ellos me avisan de algún peligro y yo les protejo y les doy de comer y el Maestro le dijo,
–Tendrás las hojas que necesites todos los días.
A los pocos días los grillos armaron tan alboroto que despertaron a todos a media noche, y salieron a decirle al joven que les mandase callar, pero en esto se produjo un terremoto, que sin duda hubiera dado más de un muerto, pues una de las galerías donde dormían los estudiantes se había medio hundido, cuando pasó el temblor ellos se callaron y todos se dieron cuenta de que les habían salvado.
Ocurrió otro hecho singular, cuando todos los días el Maestro traía las hojas de las que se alimentaba, las traía mojadas de aquel agua que lo había hecho el joven, ya que él mismo había visto en el pasado que le daba de comer a aquellos animales, y viendo lo que había materializaba todo según lo veía, y con ello los animalitos, crecieron un poco más, siendo de considerable tamaño, y siendo amigos de todos y pudiéndose comunicar con ellos, y podéis imaginar a un redondel de niños tumbados boca-abajo en el suelo, para poder estar más a la altura de los Cri-Cri, hablando mentalmente con ellos.
Sucedió que cuando llegó la primavera y los alumnos y Maestros salieron a recolectar los sembrados que ellos mismos tenían en las Escuelas, los dos Cri-Cri, decidieron tener familia, y así lo habían hablado con el niño y le habían preguntado si tenía inconveniente en que tuvieran hijos, y si a estos les podría seguir alimentando, y el niño lo había consultado con el Maestro, el cual había dado su consentimiento, y así en primavera tuvieron familia y tuvieron tan solo dos hijos, uno macho y otro hembra y tan solo comían las hojas que se les daba de comer y ocurrió lo siguiente.
Estando ya granadas las espigas y a punto de cogerse, los grillos dieron la voz de alerta, empezaron a gritar todos, los padres y los hijos y cuando el niño les preguntó, tan solo dijeron,
–Viene tormenta, agua, viento.
Eso mismo se lo dijo al Maestro, el cual dio la voz de alarma y rápidamente cogieron el grano, y casi estando terminando con ello, llegó aquello que les quería quitar su medio de alimento, y arrasó todo lo que habían dejado, y dijo el Maestro,
–Nunca he conocido aquí a nadie que nos ayude de tal manera ―y todos siguieron contentos.
Ocurrió sin embargo que cuando se había terminado el tiempo de estar en las Escuelas del Conocimiento, y el joven tenía que marchar, se presentó un problema, él no tenía las hojas de las cuales se alimentaban los grillos que ahora eran diez, y a nadie le interesaba que se marcharan de las Escuelas, pues podría ser una plaga, siendo un animal de tan gran tamaño y sin enemigos naturales, y así se quedaron los Maestros con los grillos, el primero de ellos, a poco de marcharse el niño, murió, y al poco tiempo le siguió su compañera.
El niño que había bajado a una de las Comunidades a ayudar como Guía, a protegerlos, a sanarlos, y a cuidar los campos y a purificar las aguas, y todo lo que hace un Guía que se dedica al bien de los demás, y tan solo tenía once años, y estando un día en el campo, sintió la presencia de alguien conocido, y miró y nada vio, y cerró los ojos, y vio a sus amigos que ahora eran energéticos, que estaban a su lado.
Así se volvió a establecer la relación, aunque esta vez él no tenía que darles hojas para comer, ya aquellos eran adultos y seres de energía y se movían por propia voluntad, pero cuando llegaba la hora de descansar, descansaban al lado de su amigo, y cuando este les llamaba, como ocurrió en una ocasión en que los necesitó para espantar a una plaga de un campo, le hicieron el trabajo, pues los animales físicos viendo a aquellos, salieron corriendo del lugar.
Aquella amistad perduró por mucho tiempo, tan solo cuando el niño llegó a adulto y sus energías cambiaron, ellos se despidieron y le dijeron,
–Has sido un buen amigo, y el tener un amigo es el mejor tesoro que se puede tener, pues ni el amor de la pareja, ni el de hermanos, ni el de los padres, puede ser tan sincero ni tan desinteresado, como el de los amigos.

EL FUTURO
Cuando se habla de un futuro tanto sea próximo como lejano, las personas tienen reacciones, existen algunas que les ponen nerviosos y son violentos en sus manifestaciones, existen otros que se muestran indiferentes, pero les preocupa, y también los que quieren cambiarlo, y desde luego los que no quieren conocerlo, y los que piden detalles de todo, pero siempre existe una pregunta, ¿cuándo?
Muchas personas viven del desconocimiento del futuro de los demás, y manejan cifras económicas importantes, explotando el miedo que produce, y este factor nos lleva a pensar como hacían los Hab-Baa-Ssi en el pasado, el futuro no existe tan solo es el presente del mañana, vive de una manera y así será tu mañana, vive de otra y será de otra manera.
También tenían otro enfoque muy original, tú ahora en este momento, no eres nada más que un estado de consciencia, un vivir de un momento, pero antes has vivido muchos y se te ha olvidado, y tienes muchos que vivir y se te ha olvidado, y preguntan, ¿para qué vas a sufrir, si tu destino es ser feliz?

EL PEZ VOLADOR-GLU
Claro que es bonito ver a una criatura volando por los aires, el propio hombre en muchas ocasiones lo ha intentado, y nunca lo ha conseguido salvo como hace ahora con medios mecánicos y de forma artificial, pero ¿acaso no son superiores a los hombres muchos animales que también un día miraron hacia el aire y quisieron conseguir volar y de pensarlo pasaron a conseguirlo?
Existen numerosos animales, que siendo diferentes entre sí, ya que son de distintas procedencias y también tienen diferentes hábitos y alimentación y viven en muchos lugares diferentes del planeta, y sin embargo tienen algo en común tratan de volar, como medio de evolución, y tienen unos medios más o menos rudimentarios de volar o planear.
Es una forma de trasladarse, de conseguir más territorio, de poder buscar la comida más lejos, de vivir mejor con menos esfuerzo y menos peligros, y todo esto lo saben muchas especies animales y también lo sabe el hombre/mujer, pero este ha perdido el camino, en lugar de buscar desarrollar sus facultades, ha manejado instrumentos que le llevan por los aires, pero que a su vez le hacen esclavos de esos instrumentos, ¿cómo se sentiría el hombre su pudiera volar con el poder de su mente?, haciendo una burbuja de energía a su alrededor y de esa manera superando la gravedad, imaginar esto y podréis ver que estáis pensando en un futuro distinto de formas de civilización y de progreso y también de humanidad.
En las Escuelas del Conocimientos, antes llevaban a los alumnos que querían ser Maestros a lugares apartados, a cuevas en altas montañas a donde tan solo existía el camino de volar para poder llegar, y así ocurría que los aspirantes a alumnos llegaban andando hasta una planicie y allí esperaban y si eran aceptados, el Maestro que se convertía en su tutor venía volando hacia el alumno y lo cogía de la mano, hacía una burbuja de energía alrededor de los dos y se elevaban por encima de los precipicios y así hasta que entraban en la cueva donde vivirían, es posible que eso lo consideréis como evolución, o algún poder superior, y la verdad es que tan solo son superiores en que tienen una mayor capacidad del cerebro en funcionamiento.

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Cuentos De Etiopía I Juan Moisés De La Serna
Cuentos De Etiopía I

Juan Moisés De La Serna

Тип: электронная книга

Жанр: Современная зарубежная литература

Язык: на испанском языке

Издательство: TEKTIME S.R.L.S. UNIPERSONALE

Дата публикации: 16.04.2024

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О книге: Un joven empezaba a estudiar secundaria y se enfrentaba a su primer día de clase en el instituto, nuevos profesores, asignaturas y a lo que tenía más miedo, distintos compañeros. Había sido una persona tranquila, pero aquella situación era muy estresante para él, pues desde pequeño había estado siempre en la misma escuela, cerca de su casa, y ahora se tenía que desplazar casi una hora para poder llegar al instituto, y devuelta otra hora de autobús. Es cierto que el servicio de transporte era puntual, por eso no tenía ninguna queja, eso sí, tenía que madrugar aún más temprano para no llegar tarde a clase.